La hotelera española Meliá recibió este lunes una atención elogiosa por parte de la prensa oficial cubana. Reproduciendo un comunicado de la propia empresa con motivo del Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, el pasado 16 de septiembre, la agencia Prensa Latina destacó que “varias de las instalaciones” de la cadena en la Isla “están libres de sustancias perjudiciales” para la ozonosfera.
Es el caso del Meliá Internacional Varadero, Meliá Varadero y Meliá Las Américas, en la península matancera, y Meliá Buenavista, Meliá Cayo Santa María y Sol Cayo Santa María, en Villa Clara. Todos ellos, menciona la nota, recibieron el reconocimiento correspondiente por parte del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente cubano.
Las “nuevas certificaciones”, continúan, se unen a las que ya tenían los hoteles Paradisus Los Cayos y Meliá Las Dunas, en Cayo Santa María; Sol Varadero Beach, en Matanzas, y Sol Río de Luna y Mares, en la costa norte de Holguín.
“Es curioso que el Gobierno hable en estos términos, cuando siempre ha hecho muy poco para proteger el entorno de los grandes hoteles de los Cayos”
La agencia oficialista encadena tres párrafos elogiosos en los que insisten en la misma idea: que Meliá tiene una estrategia corporativa para la protección del medioambiente.
“Es curioso que el Gobierno hable en estos términos, cuando siempre ha hecho muy poco para proteger el entorno de los grandes hoteles de los Cayos”, refiere a este diario una especialista que colaboró a finales de los años 90 y principios de los 2000 con el Instituto de Ecología y Sistemática para que la construcción de infraestructura turística en los Cayos de Ciego de Ávila y los de Villa Clara no afectara el medioambiente como lo estaban haciendo.
Por ejemplo, dice la misma especialista, que prefiere guardar su identidad, “hubo un pequeño equipo que fue a Cayo Guillermo y descubrió que la construcción de un aeropuerto local había arrasado no solo con un sitio arqueológico de los indios siboneyes, sino también con toda el área donde anidaban los flamencos”. Después de “mucha bulla y un informe”, los especialistas lograron que la Academia de Ciencias presionara para legislar sobre patrimonio arqueológico y natural. “Incluso nos valió a los implicados un estímulo de 40 CUC, pero igual que tantas cosas en este país, todo quedó en papel mojado. Se sigue destruyendo el patrimonio”.
En poco menos de tres meses, precisamente, entrará en vigor en la Isla una nueva Ley de Protección del Patrimonio Cultural y Natural, con el objetivo de reforzar la preservación de los lugares protegidos. “Será otro decreto que no se cumplirá”, augura la especialista. “Desde la construcción del primer pedraplén –narra sobre esas vías artificiales levantadas sobre piedras para conectar la isla grande y las playas de los cayos– ha habido equipos y más equipos de científicos, enviados por las comisiones en contubernio con los que dirigen los proyectos de construcción. Se han escrito montones de informes con numerosas recomendaciones. Todo es por gusto”.
En poco menos de tres meses, precisamente, entrará en vigor en la Isla una nueva Ley de Protección del Patrimonio Cultural y Natural
A propósito, pone como ejemplo el primer pedraplén a Cayo Santa María: “Un botánico muy reconocido denunció que no se estaban cumpliendo las normas constructivas que obligan a mantener el flujo marino de un lado a otro de la vía, a través de conductos debajo del pedraplén. Al violarse esto, aumentó la salinidad del mar en la costa de la zona de Ciego de Ávila, por tanto, perjudicó el manglar y toda la vida que de él dependía, incluida la economía pesquera. En el pueblo de Punta Alegre hasta afectó a la cooperativa pesquera”.
Para colmo, concluye, la violación de estas normas no solo genera “gastos grandísimos, porque siempre está en reparación”, sino que es “peligrosísimo”: “Una vez nos cogió un aguacero pasando por el pedraplén y tuvimos que parar el carro porque pensábamos que terminaríamos volcados en el agua, algo que le ha pasado a unos cuantos choferes”.
Precisamente a Punta Alegre, en Ciego de Ávila, también dedicó este lunes una nota la prensa oficial. En concreto, a un grupo de 30 flamencos rosados “rehabilitados” en el manglar gracias al “proyecto internacional” Resiliencia Costera, que cuenta con el “acompañamiento” del programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Cuba y financiamiento de la Unión Europea a través de la “Alianza Global para el Cambio Climático Plus”
Según Invasor, el ecosistema había quedado dañado no por el turismo sino por el huracán Irma, en 2017. “Mira tú”, asevera la misma fuente. “Los pobres flamencos que había en Cayo Santa María y Cayo Las Brujas han ido desapareciendo. Migran y ya no regresan porque los hoteles y la constante reparación del pedraplén los van desplazando y matándoles la comida”.
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