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Sí, Harold Cárdenas, a CubaNet le duele la desigualdad

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Sí, Harold Cárdenas, a CubaNet le duele la desigualdad
Sí, Harold Cárdenas, a CubaNet le duele la desigualdad

LA HABANA.- A Harold Cárdenas (hasta hace poco director de La Joven Cuba), le disgustó, le irritó,  que CubaNet informara sobre la recién inaugurada tienda de 3ra y 70,  y su amplio surtido de productos que solo se pueden comprar en dólares, euros (no en MLC) pagando con tarjetas magnéticas asociadas a cuentas internacionales o en efectivo.

En una publicación donde etiquetó a este medio, quizá para que no pasara inadvertido, comentó Cárdenas, que inició como una especie de bloguero oficialista por cuenta propia: “Cualquiera creería que CubaNet se preocupa por la desigualdad en Cuba, cuando en realidad su objetivo es la agitación. Sobran las razones para indignarse cuando un pueblo que cobra en pesos tiene que pagar en dólares, pero la derecha no tiene nada que sermonear al respecto cuando son sus políticas las que más desigualdad provocan”

En ese mismo post de Facebook, Harold, residente en Estados Unidos, lanzó varias interrogantes: “¿Y si en lugar de preocuparse por tiendas que evidentemente están hechas para los que tienen, nos enfocamos en tiendas para los que no tienen? Otra tienda cerrada en Cuba no solucionará nada, lo necesario es que abran más a precios menores y asistir a los que no alcancen a ellas. Eso, a CubaNet,  y muchos de los que rompen vestiduras hoy, no les interesa un comino.”

¿Qué le hace pensar a Harold Cárdenas que CubaNet no se preocupa por la desigualdad en Cuba, que no nos interesa un comino? ¡Allá él si ya se resignó a las crecientes desigualdades en la sociedad cubana! La gran mayoría de los que escribimos en CubaNet vivimos en Cuba y sufrimos a diario las desigualdades, escaseces  y demás consecuencias catastróficas de la continuidad post-fidelista.

¿Creerá que estamos tan enfermos de odio que llegamos al masoquismo de alegrarnos por los apagones, las guaguas que demoran horas en pasar, las colas para el gas, las medicinas que les faltan a nuestros enfermos o cuando el dinero no nos alcanza para pagar los altos precios de los alimentos?

 De creer a Harold Cárdenas, cualquiera pensaría que CubaNet es un órgano de agit-prop cuyo único  objetivo fuera soliviantar a los cubanos en contra del régimen. ¡Cómo si eso fuera necesario con tantos abusos cometidos por los cada vez más aborrecidos mandamases!       

Hasta el mismo Harold se ha declarado reiteradamente partidario de “cambiar” con urgencia. Solo que siempre aclara que ese cambio debe bajo ser “bajo nuestros propios términos”, o sea, dentro de eso que todavía se empeña en llamar, testaruda y extemporáneamente, “la Revolución”.   

Cárdenas ha explicado que le es difícil tratar temas dolorosos, primero  para que “el enemigo” no se aproveche, y segundo y más importante, cuidadoso como es, “para que los sectores más dogmáticos, que lo que hacen es aplazar las soluciones, no malinterpreten el mensaje”.

Como asegura que no puede callarse ante lo mal hecho, Cárdenas ha escrito mucho en La Joven Cuba y cada rato hace directas con Arturo López-Levy (el primo del difunto López-Callejas), pero la mayoría de las veces marea, agobia con su patética fe en la perfectibilidad del socialismo castrista y sus ¿ingenuamente? románticas y  puntillosas disquisiciones marxistas-leninistas-fidelistas-guevaristas.

Para ser justos, en lo que sí coincidimos con Harold Cárdenas es en la necesidad de que se abran tiendas para los que no tienen, y a precios menores. Solo que esa pelea no es con CubaNet, debe sugerírselo a los mandamases que ahora propugnan la dolarización, pero que hace unos años, cuando emprendieron la Tarea Ordenamiento y crearon las tiendas en MLC, aseguraron que con las ganancias que obtuvieran de ellas, surtirían de productos las tiendas en moneda nacional.

Esas que hoy más vacías no pueden estar. Y está todavía por verse, ahora que empiezan a no aceptarlas en algunas tiendas, qué será de las tarjetas en MLC, si sus poseedores perderán los dólares que depositaron por ellas -a modo de rescate, para atenuar su hambre y su miseria- sus parientes en el exterior.

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