Cinco camiones llegaron para recoger los desechos después de una denuncia de los vecinos a través de ’14ymedio’
Juan Diego Rodríguez, La Habana |
Los vecinos de Luyanó no podían dar crédito a sus ojos la mañana de este viernes: los mastodónticos basureros que llevaban semanas acumulándose en varias esquinas del barrio habanero –y que hace solo un día denunció 14ymedio– se habían esfumado como por arte de magia.
Los cuatros contenedores de la esquina de Melones y la calzada de Luyanó, hundidos este jueves en un mar de desechos, ahora están alineados y limpios. Con la peste a un nivel aceptable –no se quita de un día para otro el hedor de varias semanas–, la trabajadora del quiosco de Correos de Cuba pudo darse el lujo de venir a trabajar sin cerrar la ventanilla a cal y canto.
El “basurero rey” de Luyanó, en Rodríguez y Reforma, quedó reducido a una categoría menor: donde antes hubo un potente vertedero, ahora hay un humilde basural, si bien los leones –empleados reclutados por Servicios Comunales para sus camiones de basura– dejaron los tanques maltrechos y tirados sobre la acera.
“Qué miedo le tienen a la candela”, asegura una vecina, aludiendo a la advertencia que circuló hace días en un grupo de Facebook de residentes en el barrio habanero
Pero no todo es color de rosa en Luyanó, “capital cubana de la basura”, según la calificaron, resignados, sus vecinos. La esquina de Luyanó y Luco, repleta este jueves de papeles, latas y charcos de desechos, ha dejado ver lo que se escondía bajo varias capas de cochambre. “Miren cómo la basura se comió la acera”, dicen quienes ven los cimientos de la casa, tras el “raspado” de calle de Comunales.
“Qué miedo le tienen a la candela”, asegura una vecina, aludiendo a la advertencia que circuló hace días en un grupo de Facebook de residentes en el barrio habanero. “Luyanó se va a convertir en una hoguera gigante”, advertían, si el Gobierno no recogía pronto los vertederos.
Pero no hay descanso. Este viernes, Luyanó amaneció cara a cara con un nuevo sinsabor: un penetrante olor a gas que recorre la calzada, avanza por los callejones y toca la puerta de los vecinos. Ya están en las redes, y en la boca de los habaneros, las primeras quejas: “Cuando no es una cosa, es otra”.
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