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Los derrames tóxicos de las 'patanas' turcas, otro peligro para las aguas de Cuba

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Los derrames tóxicos de las 'patanas' turcas, otro peligro para las aguas de Cuba

Un derrame de desechos tóxicos, procedente de las patanas instaladas por la empresa turca Karpowership en un área costera protegida de República Dominicana, ha hecho saltar las alarmas sobre las posibles consecuencias de un incidente similar en Cuba. Al peligroso volumen de contaminantes que emiten las chimeneas de las centrales flotantes, presentes en la Isla desde 2019, se añade ahora el riesgo de que una fuga de sludge –un lodo que contiene residuos de petróleo– infecte las aguas cubanas, como sucedió la semana pasada en la localidad dominicana de Pueblo Viejo de Azua.

Como las autoridades de la Isla no ofrecen información sobre el impacto medioambiental de las embarcaciones, instaladas en dos de sus ciudades más pobladas, Santiago de Cuba y La Habana, y en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, por un precio anual estimado de 31 millones de dólares, los pasos de Karpowership en República Dominicana pueden servir para comprender mejor los riesgos a los que se expone Cuba.

La empresa turca, que informó a la prensa dominicana de un derrame de sludge ocurrido el pasado 31 de agosto, declaró que una de las mangueras de las patanas se había roto al poner en marcha una turbina, provocando que siete galones de desechos cayeran al mar.

La empresa turca, que informó a la prensa dominicana de un derrame de sludge ocurrido el pasado 31 de agosto, declaró que una de las mangueras de las patanas se había roto al poner en marcha una turbina

Aunque el directivo dominicano de Karpowership, Carlos Matamoros, aseguró que la sustancia había caído “en la barrera de contención que rodea la barcaza” –una banda plástica que cubre la embarcación–, también admitió que una cantidad “mínima” de sludge “se filtró hacia la playa”.

“Nuestro personal lo limpió con el equipo adecuado, de acuerdo con el plan de emergencia que cumple con los estándares marítimos internacionales”, afirmó Matamoros en una carta a los medios en la que también garantizaba que el Ministerio del Medio Ambiente –que autorizó la instalación de las embarcaciones– había realizado una inspección, “confirmando que no habían rastros de sludge en el mar”.

El directivo dijo, además, que su empresa había “implementado medidas adicionales” tras la ocurrencia del derrame, que había motivado un “detallado análisis” por parte de los técnicos de Karpowership. Por último, y ante las tensiones con los pescadores y residentes de Azua, alegó que la compañía estaba “comprometida con la protección del medio ambiente y la salud de la comunidad” de Pueblo Viejo.

La contaminación de las patanas afecta especialmente a los habitantes de la zona, dependientes de la pesca, que han reclamado a las autoridades en múltiples ocasiones una respuesta por los hallazgos de peces muertos o envenenados en la costa.

Varios estudios ya habían revelado, antes del incidente del 31 de agosto, que tanto las centrales como sus barcos de apoyo incurren en “derrames permanentes” de combustible

Además, varios estudios ya habían revelado, antes del incidente del 31 de agosto, que tanto las centrales como sus barcos de apoyo incurren en “derrames permanentes” de combustible, además de generar una corriente marina que pasa por el interior de las naves para enfriar sus calderas, y que absorbe y quema, durante la succión, a cientos de peces y otras especies. El efecto de este proceso es un calentamiento notable del agua, que disminuye sus niveles de oxígeno y daña la fauna de la costa.

La Academia de Ciencias de la República Dominicana denunció, además, que la actividad de las centrales está dañando el hábitat de langostas y cangrejos, muy sensibles a la temperatura del agua.

En Cuba, donde las autoridades no responden por la contaminación de las patanas, el humo que emiten sus chimeneas forma ya parte del paisaje. En La Habana, la columna de humo –que contiene monóxido de carbono (CO) y óxido de nitrógeno (NOx), ambos en extremo nocivos– se extiende hasta el este de la ciudad desde la bahía, cuyas aguas serán el elemento más afectado en caso de un derrame similar al de Azua.

En República Dominicana, Karpowership tuvo que desembolsar un total de 5.275.000 de dólares en un plan de “adecuación ambiental”; en Cuba, asediada por los apagones y la escasez de combustible, es improbable que las autoridades hayan exigido a la empresa turca las mismas precauciones.

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