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En medio de una dinámica social que no solo está condicionada por factores internos sino además por influencias de contextos más allá de fronteras, el papel de la familia, junto con el del sistema educativo resulta aún más decisivo.
Puede parecer más de lo mismo, pero no lo es. Con el avance, para bien, de las nuevas tecnologías de la Información y las Comunicaciones, el mundo real, el que antes imaginábamos pero no conocíamos, está al alcance de un solo ¨click¨, o a través de un dispositivo móvil o de la conexión a Internet desde cualquier soporte-
Por eso, somos capaces de conocer en tiempo real, qué está sucediendo en el resto del planeta, o recibir contenidos diversos que debemos ser capaces de discernir en todos los sentidos.
Es entonces cuando la formación educativa es su más amplio concepto, debía desempeñar una función clave, la de separar la paja del grano para ayudarnos a consumir aquello que resulte más enaltecedor, o proveernos de herramientas que nos permitan ser críticos con lo que leemos o vemos.
No es algo que a nuestro juicio se alcance de un día para otro. Por eso estas reflexiones comenzaron apuntando hacia el papel del sistema educacional y las familias, que va más allá de saber leer o sumar y restar, sino abarca la capacidad de desarrollar la capacidad de análisis que se asiente en el conocimiento del mundo para comparar, interrelacionar y sistematizar ideas o conceptos y ¨protegernos¨ de la avalancha de contenidos perversos que están presentes en las plataformas digitales, o comentarios donde estamos físicamente presentes.
Sí, considero que la familia desempeña un roll fundamental, sobre todo cuando se trata de adolescentes y jóvenes en pleno proceso de formación de valores devenidos convicciones después, y donde el hogar resulta el entorno más próximo donde se escuchan y reciben las primeras influencias.
La necesidad de encaminarlos hacia el desarrollo de un pensamiento una vez que crecen, menos reproductivo, con un mayor conocimiento del mundo que les rodea constituye para todos una premisa impostergable.
No se trata de que nuestros hijos o nietos piensen como sus padres o abuelos, porque cada generación tiene una influencia directa del medio donde se desarrolla. Se trata de guiarlos como mediadores de procesos y dotarlos de determinadas lógicas para dotarlos de la capacidad de análisis para llegar a conclusiones propias, sin tener que imponerles nada.
Por eso se ha reiterado que nuestro sistema educacional tiene un desafío extraordinario en el escenario en que desarrolla hoy su función. No solo por la influencia de contenidos externos más allá de la voluntad del maestro o la propia escuela, sino porque el método requiere ir más allá de lo instructivo para pasar por lo educativo hasta llegar a incentivar la búsqueda de mayores crecimientos intelectuales y una cultura general integral más vasta.
Es el camino hacia un modelo educativo propio, en el que el ser humano como ser social es capaz de interactuar con su entorno más cercano, la familia y sus maestros, en una lógica menos reproductiva y si de análisis.
Es un reto enorme, en el que la escuela solo no podría avanzar sin la ayuda familiar.
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