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Del Período Especial al Período “Espacial”

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Del Período Especial al Período “Espacial”
Del Período Especial al Período “Espacial”

LA HABANA, Cuba.- “Estamos en Período Espacial. Los precios, astronómicos; en las tiendas, vacío absoluto, y los expertos, en la luna”. El chiste circula por ahí, es genial, y en un breve juego de palabras describe con exactitud un desastre que para nada es chistoso, en tanto les está costando la vida a miles de cubanos y cubanas que ya no saben qué hacer para salir ilesos de la que, sin dudas, es la peor de la crisis en más de medio siglo.

Como “otro Período Especial” han calificado algunos la de ahora, intentando encontrar similitudes con la hambruna de los años posteriores a la caída del comunismo en Europa del Este, incluso Boris Titov —el actual encargado por el Kremlin de rusificar la economía de su mejor aliado en el Caribe— ha creído ver señales que le recuerdan los últimos días de la Unión Soviética, pero la realidad es que no es lo uno ni lo otro, sino algo mucho peor. Si no, ver para creer.

No es este otro “Período Especial” porque, dejando a un lado lo que perseguía la frase con tal eufemismo, todo indica que no se trata de una “coyuntura” que al final será resuelta con inversiones extranjeras —tal como sucedió en los años 90 y la apertura al turismo internacional y la despenalización del dólar—, sino que ahora estamos ante la más grande estampida de divisas, de inversores foráneos y, sobre todo, de fuerza de trabajo que emigra definitivamente, en un escenario político totalmente diferente al de Fidel Castro en que el respaldo al régimen está en cero, existen evidentes y profundas fracturas en el seno del Partido Comunista y este ya no tiene al frente una figura que la gente identifique como líder sino más bien como advenedizos rodeados de funcionarios inútiles y “expertos” improvisados.

Incluso pareciera que la idea de “otro Período Especial” ha sido promovida por quienes sabiendo de buena tinta la gravedad de la situación actual, su probable carácter irremediable e irreversible, para ganar algo de tiempo, han querido inculcar en algunos ilusos la idea de que hay crisis, sí, pero igual será superada como sucedió hace veinte años atrás, lo cual es engañoso y perverso porque, mientras haya “continuismo” todo continuará, sí, pero en números negativos, que ni siquiera significa marchar en reversa porque hasta un retroceso sería una bendición para quienes hoy, entre la adaptación y el trauma, recuerdan las crisis anteriores como sus años felices.

Números negativos como de una cuenta regresiva donde habrá un final, sin dudas, pero que igual será el comienzo de un escenario económico-político más horrible donde veremos no solo cómo los militares y sus familias se convierten en empresarios, sino que lo harán desde Miami o Madrid, con todas las credenciales y licencias del “lado de allá”, con testaferros o sin ellos, dando inicio a una “dictadura light” o “dictasuave” de la que solo sabrán su verdadera dureza y crueldad quienes intenten derrocarla, así como quienes queden fuera de la jugada, es decir, gente sin posibilidad alguna de emigrar, de recibir una remesa o de robar al Estado lo suficiente para enfrentar el alto costo de la vida.

Lo que está sucediendo hoy con las mipymes, por ejemplo, lo que va trascendiendo sobre quiénes son en realidad sus dueños más exitosos entre los demás “emprendedores”, de dónde han salido y a dónde pretenden llegar una vez blanqueados sus nombres y pasados, ya nos va dando un adelanto de los horrores que veremos en los años por venir, se caiga o no el comunismo, porque a fin de cuentas lo único que harán es mudar de piel, y hasta de ciudadanía.

No hay Periodo Especial 2.0. No nos hagamos esa ilusión. Pensemos las cosas como son, en su crudeza y realidad, y esta es que alrededor de nuestras crisis —lo que mejor y en más abundancia se produce en Cuba— se ha creado un negocio que arroja grandes dividendos entre los astutos que le han “cogido la vuelta”. “El régimen debe tambalearse todo el tiempo pero sin caerse ni recuperarse”, porque en esa “estática milagrosa” está la clave del éxito de muchos de quienes la apoyan pero también de quienes dicen “enfrentarla”. De modo que, rehenes de ese conflicto, nuestra crisis pudiera convertirse en eterna.

Así, entiéndanlo de una vez, ni el dólar volverá a cambiarse a 1 por 25, ni los salarios alcanzarán para comprar lo que una familia necesita para sobrevivir, ni tomarse una cerveza o un refresco en el muro del malecón o comerse un simple huevo frito dejarán de ser lujos. Nuestra crisis es así de ridícula y espantosa. Porque la realidad es que por más maquillaje que usen en sus discursos y rostros, la verdadera cara de esta crisis es bien fea incluso para muchos de quienes, en el mismo corazón de la dictadura, pensaron apenas cinco años atrás que el pastel ya estaba horneado, repartido y listo para comer. Pues no será así. Hay pastel pero no alcanza para todos, ni siquiera para quienes lo cocinaron.

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