Home Cuba ¿De cuál sistema de Salud Pública se vanagloria el castrismo?

¿De cuál sistema de Salud Pública se vanagloria el castrismo?

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¿De cuál sistema de Salud Pública se vanagloria el castrismo?
¿De cuál sistema de Salud Pública se vanagloria el castrismo?

LA HABANA, Cuba. – El martes 26 de septiembre el periódico Juventud Rebelde publicó en su primera página el artículo “Ratifica Cuba compromiso de lograr una salud universal en América”. El pretencioso título hacía alusión a las palabras del ministro de Salud Pública de Cuba, José Ángel Portal Miranda, dirigidas a los representantes de los países miembros de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) con sede en Washington. El dirigente reiteró asimismo el compromiso de la nación caribeña de acompañar la atención médica en cada lugar que se necesite.

Como es su costumbre, el Gobierno cubano se esmera en proyectar una imagen artificial de sistema humanista dispuesto a sacrificarse sin vacilar por los pobres del mundo. Sin embargo, ¿qué puede ofrecer a otros pueblos el depauperado sistema de Salud Pública cubano, cuando en el país no hay suficientes médicos para cubrir las necesidades de la población y los hospitales están en precarias condiciones? Cualquiera que entre a un centro de salud en la mayor de las Antillas, si tiene una pizca de raciocinio, no podrá evitar preguntarse de dónde saca el Gobierno los insumos y hospitales que prodiga por el mundo, y lo más importante, si dispone de tantos recursos por qué no destina una pizca a su propio pueblo. 

Pues a la escasez de personal clínico, instrumental y medicamentos hay que agregarle la falta de agua, la deficiente higiene, la ausencia de pijamas y ropa de cama, los quirófanos cerrados por contaminación, la invasión de cucarachas, el vetusto y menguado mobiliario que no ha sido reemplazado en décadas, los añejos colchones desvencijados, infestados de chinches e impregnados de los fluidos corporales de millares de pacientes, las paredes resquebrajadas y sin pintura, los techos saturados de filtraciones, las ventanas sin persianas, las habitaciones sin lámparas y las lámparas sin bombillos, el parque tecnológico deteriorado y en desuso, y otras innumerables calamidades. Ventiladores, cubos, calentadores, sábanas y toallas son solo algunos de los pertrechos que hay que llevar al hospital en caso de ingreso, y más vale no quitarles la vista de encima mientras dure la estancia, pues los robos están a la orden del día. 

Valga aclarar que lo anterior se refiere a los centros de salud a donde malamente puede acceder el cubano de a pie. Sépase que en Cuba existen otras dos categorías de atención médica respaldadas por centros de salud impecables y todos los medios y tecnología de punta a su disposición. Cuando Fidel Castro aseguraba que nuestro país era una “potencia médica”, sin dudas se refería a estas últimas, a las que no han llegado ni la crisis económica ni el “bloqueo”. 

Una de esas categorías, camuflada tras el engañoso nombre de Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ), está reservada exclusivamente a los dirigentes y su círculo más cercano. La otra se le dispensa solo a turistas y extranjeros en la Clínica Central Cira García (meca del turismo de salud en la Isla) y en determinados pisos y salas destinados para ello en casi todos los hospitales del país. En ambas categorías la atención es óptima y el personal selecto, y tanto una como la otra están vedadas al pueblo cubano. 

Por cierto que estas dos categorías tampoco se han visto afectadas por la terrible falta de medicamentos que enfrentamos los habitantes de la Isla. Para justificar esa carencia el director del Grupo de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica de Cuba (BioCubaFarma), Dr. Eduardo Martínez Díaz, argumentó que la crisis se agudizó en el 2022 debido a que el 50% de los recursos financieros y materiales habían sido empleados en la producción de preparados y vacunas para la COVID-19. Afirmó Martínez Díaz que el 94% del déficit de fármacos se debe a la escasez internacional de materia prima, así como a la inestabilidad de los suministros para la producción, ocasionada por la interrupción del comercio debido a la COVID-19 y a la invasión rusa a Ucrania.

Sobre el particular los medios aducen a su vez dificultades en la adquisición de materia prima y en las relaciones con los proveedores, así como obstáculos para la obtención de ingresos y la realización de los pagos. Sin embargo, esas justificaciones no resultan nada convincentes, pues desde antes de que golpeara la pandemia de COVID-19 ya en nuestras farmacias se hacían largas colas y escaseaba con regularidad un sinnúmero de medicamentos imprescindibles como antibióticos, antihipertensivos, antiparasitarios o citostáticos. Por su parte, otros rubros de venta libre ―o sea, sin receta ni tarjetón― como jarabes para el catarro, gotas para la circulación, vitaminas y artículos para curaciones y primeros auxilios como alcohol, mercurocromo, timerosal, yodo, gasa o esparadrapo, dejaron de existir en boticas estatales desde hace mucho más. 

Esta descarnada realidad contrasta notablemente con el hecho de que el alquiler de profesionales en general, y de médicos y servicios de salud en particular, representa hoy por hoy y desde hace varios lustros la principal fuente de ingresos para el régimen de La Habana. Al apropiarse de casi la totalidad de los salarios de estos profesionales, el Estado cubano echa mano anualmente a millones de dólares, de los cuales los gobernantes tienen a bien dispensar apenas una fracción a la asistencia social y la salud pública nacional.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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