CDMX, México. – Esta semana Cubadebate anunció la VIII Conferencia de Estudios Estratégicos auspiciada por el Centro de Investigaciones de Política Internacional (CIPI) y el Centro Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Su lema es “Transformando el orden internacional: desafíos de la transición y propuestas desde el Sur”.
La agenda del evento, publicada por el medio oficial, es antiestadounidense y a favor del imperialismo chino, que el evento ofrece como alternativa al orden internacional actual. Aquí se incluye la abrumadora inversión de China en los países latinoamericanos, sobre todo en infraestructura vital, con contratos no claros en los cuales no se sabe en qué condiciones se pagará a los trabajadores y qué sesiones de soberanía nacional harán los gobiernos latinoamericanos implicados, siempre de espaldas a sus ciudadanos.
La hegemonía imperialista de China en Latinoamérica es un peligro real, cuyas consecuencias son el ataque a las débiles democracias latinoamericanas y el fortalecimiento de las dictaduras en el continente. ¿Es este el nuevo orden mundial que defiende La Habana?
Ninguno de los textos oficiales sobre este evento habla de los problemas de derechos humanos, la democracia y la evaluación de las elecciones, los Estados de derecho y los problemas del hambre y la pobreza, la represión y la corrupción de las dictaduras y los gobiernos en los países del Sur. No es un evento sobre los países del Sur, es un debate sobre cómo hacer que Occidente subsidie a los gobiernos corruptos del Sur y al mismo tiempo una genuflexión al imperialismo chino.
En otras palabras, las fuentes de la violencia y las desigualdades en el mundo, resultantes de las políticas nacionales, se borran para dar paso a una estrategia de asalto ideológico y mediático contra el Derecho Internacional de la ONU, los derechos humanos y las instituciones internacionales que los sostienen.
El objetivo es redistribuir a favor de los gobiernos autoritarios y corruptos las fuentes de financiamiento internacionales de los países occidentales. Es decir, anular las rendiciones de cuenta y los pagos de la deuda pública de estos países deudores, así como aumentar la ayuda internacional de Occidente a gobiernos corruptos y autocráticos como el cubano.
Así nos alertaba la académica india Kavita Krishnan en un texto publicado este año: “La multipolaridad se ha convertido en piedra angular del lenguaje compartido de los fascismos y autoritarismos globales. Es un grito de guerra de los déspotas, que sirve para disfrazar de guerra contra el imperialismo estadounidense, su ofensiva contra la democracia”.
Salvo la presentación de dos libros Nuestra América frente a la Doctrina Monroe. 200 años de disputa, del académico argentino Leandro Morgenfeld; y La retirada, de Noam Chomsky y Vijay Prashad, el resto de los temas y paneles centrales no tienen autores, lo que hace deducir que se trata de funcionarios del MINREX desconocidos y encargados de imponer la agenda cubana de política exterior, a saber: los imperialismos chino y ruso son buenos frente al imperialismo estadounidense; por eso Cuba se alinea a sus políticas exteriores y esa debe ser la postura del Sur.
Noam Chomsky abraza la dictadura comunista cubana y enaltece como “internacionalismo” el alquiler de los médicos cubanos en condiciones de trabajo forzoso y esclavitud moderna. Leandro Morgenfeld, por su parte, además de abrazar el autoritarismo cubano, ensalzan a los dictadores latinoamericanos. Ambos autores reconocen como único interlocutor fiable el discurso oficial de la dictadura cubana.
En cambio no veo ningún señalamiento de estos autores a los imperialismos ruso y chino ni a sus graves impactos en el retroceso de los derechos humanos y la democracia en el mundo, en particular en Ucrania.
La agenda sugiere grandes temas, pero decepciona por su sesgo de apoyo a los graves violadores de derechos humanos en el mundo.
En el tema de Comunicación y Política en el siglo XXI, ya sabemos el enfoque de la dictadura cubana: vigilancia y criminalización de la libertad de expresión y de prensa, un sistema ampliamente desarrollado en China y plasmados en la Ley de Comunicación Social cubana.
El evento constata el menosprecio de la política exterior cubana al derecho internacional de la ONU, sus instituciones y los derechos humanos; en cambio evidencia su apoyo a las nuevas hegemonías de los imperialismos chino y ruso. El tema de la invasión rusa a Ucrania no aparece en la agenda del evento, por el claro y sostenido apoyo de la dictadura cubana al imperialismo ruso y su invasión a la soberana Ucrania.
La geopolítica sin derechos humanos no sirve a los pueblos, sino a los gobiernos autoritarios y corruptos.
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