SAN LUIS POTOSÍ, México.- A poco más de un mes de iniciar la zafra azucarera de 2023-2024, la mayoría de los centrales cubanos se someten a reparaciones de sus decadentes maquinarias.
Según ha reseñado la prensa oficialista, ninguno está listo para la molienda. Los arreglos de los desvencijados aparatos no se acercan a un fin y no podrían arrancar con la molienda el 25 de noviembre.
Tal es el caso del central Argeo Martínez, de Guantánamo, donde las labores apenas alcanzan el 64% de lo previsto.
A la espera de materiales “que están por llegar”, los técnicos aseguran “hacer lo mejor y lo que se pueda con lo que hay”.
Directivos de la empresa destacan que las mayores “deudas” se registran en la centrífuga (al 42.8%), en las calderas (48.4%), y en el área de molinos-basculador (22%).
Además, de las hectáreas previstas para sembrar, se han logrado 505 y aún quedan 210 por plantar.
Un panorama similar se presenta en uno de los mayores centrales del país. En el 14 de julio, de Cienfuegos, aunque un poco más avanzados, no han finalizado los parches a ponerle a las maquinarias.
Actualmente se encuentran a un 80% de las reparaciones y auguran que “las entregas de afuera” llegarán a tiempo.
En uno de los equipos clave para la zafra, la centrífuga, no se ha podido concretar la remodelación.
Los dos únicos centrales de Granma activos para la actual zafra (de cinco existentes) tampoco concluyen la faena.
En el Enidio Díaz Machado, de Campechuela y el Arquímides Colina Antúnez, de Bayamo, se trabaja en la generación de vapor, la planta eléctrica, centrífugas y casas de caldera, en los talleres de maquinado, basculador, molinos y otras secciones.
A medida que avanzan, se enfrentan a los constantes cortes de electricidad, y la insuficiente disponibilidad de materiales y piezas que se emplean en los equipos y medios técnicos.
Los fracasos de las zafras
Con tal panorama difícilmente los centrales cumplirán con los planes de producción nacional, hasta ahora no develados por la empresa Azcuba.
En la pasada zafra, a estas alturas ni siquiera el plan de siembra superaba el 41%. La falta de combustible o su llegada tardía, los problemas de explotación de la maquinaria, la baja disponibilidad técnica de los equipos y la escasez de fertilizantes y herbicidas sumaron al fracaso de una de las peores zafras de Cuba.
El consumo familiar a través de la canasta básica, uno de los destinos de la producción azucarera, volverá a verse afectado ante tan compleja situación.
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