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Casi 90 años y una pensión que no alcanza: la “peor etapa” en la vida de una anciana holguinera

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Casi 90 años y una pensión que no alcanza: la “peor etapa” en la vida de una anciana holguinera

LA HABANA, Cuba. – “Me amputaron parte del brazo izquierdo. En un accidente de trabajo se me quedó dentro de la centrífuga y me lo molió”. El fatídico percance ocurrió hace 22 años cuando Rosa Téllez Hernández trabajaba como costurera en una atelier estatal de Holguín. “Ese día fui a trabajar voluntaria para ayudarle en las máquinas a la administradora”, recuerda la mujer.

Incapacitada físicamente para continuar en su empleo, Téllez Hernández se acogió al retiro laboral. “De todas formas ya me correspondía la jubilación porque llevaba 40 años trabajando”, dice.

Por el accidente, la anciana no recibió compensación económica; su pensión quedó sin beneficios, como la de una trabajadora retirada común y corriente. “Para jubilarme no tuvieron en cuenta el accidente: me dijeron que ese día trabajé voluntariamente por un acuerdo entre la administradora y yo”.

Su deseo y esfuerzo para que el plan de producción se cumpliera fue obviado por la comisión laboral que tramitó su jubilación. “Yo quería ayudar porque había mucho trabajo y una compañera estaba enferma, pero eso no lo tuvieron en cuenta”, dice Téllez.

Rosa Téllez Hernández
Rosa Téllez Hernández (Foto: CubaNet)

Otro mal que aqueja a la mujer son las secuelas de una isquemia que sufrió hace siete años. “Ahora arrastro el pie derecho y tengo que andar con bastón. Pero yo me sobrepongo. Si cuando me duele el pie me quedara sentada hace rato que estuviera postrada en un sillón o muerta. Yo hago ejercicios y con el bastón voy adonde quiera”, asegura.

El día que sufrió la isquemia Rosa había ido a la sede del Gobierno local a presentar una queja por la amenaza de un pino que podía caer sobre su vivienda. “Yo siempre tenía la preocupación de que un viento fuerte lo derribara y cayera sobre la casa. En el Gobierno me dijeron que no había recursos para solucionar el problema y eso me disgustó. El delegado de circunscripción tampoco me dio respuesta a pesar de que se lo dije en varias asambleas de rendición de cuentas. Estaba muy contrariada y cuando salí del Gobierno me dio la isquemia”, recuerda.

Rosa, con 88 años, viuda y una pensión de 1.575 pesos mensuales, dice que ahora está viviendo su “peor etapa”. “La vida se ha complicado tanto. Todo está muy caro. No aparece nada. Para comprar lo básico se necesita mucho dinero…”.

Para mayor infortunio, Rosa dejó de recibir la leche que le asignaban por prescripción médica. “El poquito de leche que me daban por la dieta médica me la quitaron. Nos dijeron que el país vive una situación económica difícil y no hay leche. Esto no es fácil”, dice poniéndose su única mano en la cabeza.

“Cuando perdí parte del brazo yo decía ‘Ay, Dios mío, ahora no voy a poder pelar ni un boniato’. Pero aprendí y me adapté. Lo único que yo no hago en la casa es trapear porque no puedo exprimir la frazada. Todo lo demás yo lo hago con una sola mano”, termina.

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