La producción de arroz en Artemisa apenas alcanza para cubrir la canasta básica de dos municipios, Candelaria y San Cristóbal, y una parte de la capital provincial, reconocieron este jueves las autoridades locales. Los funcionarios ya no saben qué hacer para conseguir las 1.500 toneladas del grano que necesitan mensualmente, en un contexto de sálvese quien pueda donde el Estado ha pedido redoblar la “autogestión” de cada localidad.
Según El Artemiseño, se prevé que la recogida, este invierno, de lo sembrado durante la pasada campaña de primavera (1.000 hectáreas), sea unas escasas 2.000 toneladas. Esa cantidad, que apenas cubre el consumo de un mes, no será suficiente para alimentar a los 454.741 consumidores de la provincia, que exigen unas 18.000 toneladas anuales.
El faltante, aseguran los funcionarios, será importado, pero la falta de recursos y financiamiento hacen que las compras en el mercado internacional sean irregulares y dependientes del presupuesto estatal que, mermado como está, recurre a toda clase de métodos para intentar levantar la producción nacional.
De ahí que la Empresa Agroindustrial de Granos José Martí (EAIG), ubicada en Candelaria, y Azutecnia –una rama del grupo azucarero Azcuba–, hayan puesto a sus trabajadores a “desyerbar” 60 kilómetros de canales de riego de los sembradíos de arroz.
Por el momento se han limpiado 25 kilómetros, dijo al periódico Ariagny Pérez, director de EAIG, quien aseguró que varios campesinos de la zona se han sumado a la tarea de reacondicionar los campos.
Se prevé que la recogida, este invierno, de lo sembrado durante la pasada campaña de primavera (1.000 hectáreas), sea unas escasas 2.000 toneladas
De las 10.000 hectáreas para la siembra de arroz con las que cuenta la provincia, EAIG solo tiene capacidad para atender 7.000, refirió Pérez, quien no explicó por qué durante la pasada primavera solo se sembraron 1.000 cuando la empresa tiene los recursos para cubrir siete veces esa cantidad.
En total, Cuba necesita unas 700.000 toneladas anuales de arroz para el consumo poblacional y, aunque las aspiraciones para 2025 es que en el país se produzca más de la mitad de esa cantidad (538.000 toneladas), la realidad sigue siendo la importación de los faltantes, y Artemisa, con su baja capacidad productiva, está lejos de contribuir a esa realidad.
Durante los últimos meses, la escasez de arroz en las bodegas ha sido una de las quejas más frecuentes de la población. A inicios de noviembre, a varios municipios habaneros solo habían llegado por la libreta tres libras de azúcar, mientras que el resto de los productos –incluyendo el arroz– brillaban por su ausencia.
Varios artículos publicados en los periódicos oficiales se lanzaron rápidamente a asegurar que todo estaba bien, y que la demora en la entrega del arroz se debía a los problemas de distribución que, entre la falta de combustible y las lluvias intensas en las provincias orientales, habían impedido descargar el grano del barco que supuestamente esperaba en la bahía de La Habana un clima más benévolo para viajar a Santiago de Cuba.
Las promesas del régimen, sin embargo, no calmaron a la población, que atribuyó la falta del cereal a la costumbre del Estado de conseguir “lo del día a día”. Otro artículo publicado esta semana en Vanguardia daba cuenta de otra medida “contingente” y “solidaria”: a petición del Partido Comunista, los arroceros de Villa Clara, con caras de pocos amigos, cedían sus libras de arroz normado para destinarlo a un centro asistencial.
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