Home Cuba Viviendo con identidad de muertos

Viviendo con identidad de muertos

0
Viviendo con identidad de muertos
Viviendo con identidad de muertos

PUERTO PADRE, Cuba.- Un exoficial de la CIA me hizo esta anécdota en Florida, buscando yo información para una novela. La Dirección de Inteligencia de Cuba, temprano allá por los años 90 del pasado siglo, hizo una exploración operativa en cierto cementerio de Estados Unidos, según algunos, en el condado de Cameron, en Texas. Allí buscaron hasta encontrar un sepulcro con los datos que necesitaban, en esencia, el nombre y los apellidos de una persona cuyo nacimiento fuera contemporáneo con el de uno de sus agentes, al que con identidad estadounidense suplantada, tenían proyectado introducir en Miami.

El fallecido elegido, del que fue obtenida una certificación de defunción y poco después un certificado de nacimiento, fue un niño de padres latinos, nacido en Estados Unidos en 1967, muerto acaso tres años después por una enfermedad, si mal no recuerdo, de origen respiratorio.

A partir de esa información preliminar, los oficiales hicieron una modelación operativa, y como si aquel niño no hubiera muerto, siguieron sus pasos por los lugares en que debió haber vivido y por las escuelas en las que debió haber estudiado, hurgando en los nombres y apellidos de los profesores y hasta de las conserjes, en una leyenda elaborada de forma tal que, si alguien se ocupaba de averiguar el nombre de una persona, de una empresa, una calle, o el número de un edificio o de un teléfono, indubitablemente, resultaban ciertos.

Construir esa leyenda y las medidas que dieron seguridad a la leyenda en sí misma, que a modo de mero ejemplo hemos narrado, conllevó para los órganos de inteligencia cubanos investigaciones encubiertas, tiempo y no poco dinero, y sólo deduciendo los viáticos; del mismo modo que, para quien fue preparada esa identidad ilegal, memorizar tantos nombres de personas, lugares o situaciones, implicó no pocos esfuerzos.

Identidad de muerto

Pero esa dedicación concienzuda en “revivir” un muerto, no resulta rara en tanto la suplantación de la identidad de una persona fallecida por una viva, es un proceder fiable para quienes en aras de un fin delictuoso u operativo, tras de sí dejan pocos rastros. Este proceder no es único, y tampoco es único en dichos y hechos, pues también se da el caso de personas vivas, que ya residiendo lejos de su entorno, sea en Estados Unidos o en Rusia, para cerrar su pasado de forma oficial o extra oficial, hacen circular la información de su “muerte”.

Y hay que decir que de cierta forma, hasta las leyes civiles colaboran con esta engañifa mortuoria o cuasi funeraria, pues, según viejos preceptos, si transcurrido más de un año no se conoce el paradero de alguien, esta persona puede ser declarada ausente; como del mismo modo, transcurridos tres años y sin tener noticias suyas, aun sin haber sido declarado ausente, una persona puede declararse presumiblemente muerta.

¿Espía en ciernes?

Y traigo estos intríngulis que, sin distinción, viajan por igual en las cajas de herramientas de circunspectos oficiales operativos con fachadas de diplomáticos, de sus agentes y de otros mafiosos –no de Estado sino particulares, aunque casi siempre en complicidad con algún Estado mafioso–, porque hace algunos días –y discúlpennos por no mencionar su nombre en este momento– conocimos de la ¿muerte? de un individuo dedicado a estos menesteres de mostrarse ducho en aparentar ser quien no es.

Y entonces, habrá de observarse los indicios por si esta persona resulta un vivo con identidad de muerto, o un vivo haciéndose pasar por muerto; lo que es perfectamente posible, porque de esos “restos”, el de un espía en ciernes, se levantará un buitre o un halcón. Estas dos especies viven de la muerte, pero como bien se sabe, las aves de rapiña se alimentan de carne putrefacta mientras que las de presa van a la caza.

Perdónenme mi circunspección. Es, esta nota, más que apuntes periodísticos, una parábola de utilidad pública y no sólo para los lectores porque les recuerda que vivimos en una región peligrosa, donde sin llegar a la paranoia, sí debemos mantener cerradas las puertas que abiertas no deben estar. Es también, y de forma principalísima, una curva, sí, un arco con saeta para quienes hacen de su quehacer enigmas y casi siempre de mala fe. Luego… según dice el refrán, “al que le sirva el sayo, que se lo ponga”.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

Exit mobile version