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Un domingo en el Jardín Botánico Nacional: una opción poco atractiva y aburrida

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Un domingo en el Jardín Botánico Nacional: una opción poco atractiva y aburrida

LA HABANA, Cuba -. Para que los pequeños de La Habana (y visitantes de otras provincias) disfruten de los meses de vacaciones, muy pocas instalaciones recreativas tienen disponibles para su esparcimiento en la capital.

Uno de los lugares que vende la propaganda del estado como “atractivo” es el Jardín Botánico Nacional de Cuba (JBNC), pero muy lejos de esa palabra se encuentra la instalación.

“Luchar” con el transporte para poder llegar temprano en la mañana al JBNC, un domingo en pleno periodo estival, y que luego de pagar las entradas sólo encuentres en recorrido prácticamente rápido y aburrido, donde apenas tienes tiempo para sentarte a disfrutar del entorno con alguna merienda o bebida en la mano, es lo que podrán encontrar los pequeños y sus familias.

Situado en el kilómetro 3½ de la carretera del Rocío, en Calabazar, municipio de Boyeros, y justo frente al recinto ferial Expocuba, el JBNC es catalogado como el más extenso del mundo con unas 500 hectáreas.

En la entrada, además de abonar su precio (30 pesos), los visitantes pueden pagar también el recorrido corto del llamado trencito Explorador o el recorrido largo en una especie de guagua con un guía que explica sobre algunos tipos de plantas que se aprecian en el trayecto.

Según explica una gran pancarta que se encuentra en sus predios, en 1967 “surge la idea del Jardín, que contó con la asesoría directa del profesor alemán Dr. Johannes Bisse”, y abrió al público en 1984.

Dentro del JBNC, la salida del trencito Explorador comienza a las 10:30 de la mañana, mientras tanto, los pequeños pueden entretenerse merendando en una cafetería con pocas opciones gastronómicas (aunque baratas) y de poca calidad; o en un parque de diversiones al aire libre y bajo el sol.

El trencito Explorador realiza un recorrido corto (pero no guiado) por una pequeña parte del Jardín en el que solo se pueden ver arbustos de un lado y de otro, por lo general de las que te encuentras en cualquier campo de Cuba, y muchos carteles que señalan no tocar las plantas (“Don’t touch the plants”) donde ni siquiera existen.

A las 11:00 de la mañana parte el recorrido más largo en la guagua abierta tirada por un tractor. Dentro del transporte, el guía ameniza el recorrido explicando sobre las diferentes plantas que se aprecian en todo el trayecto. Según datos oficiales, el JBNC, el cual es parte de la Universidad de La Habana, exhibe unas 4.000 especies vegetales.

Los visitantes pueden apreciar, por ejemplo, la Sabana de Júcaros y Palmas, los Pinares, el Palmar (Palmetum) con la mayor colección de palmas del mundo… y por último, el Jardín Japonés, único de su tipo en Cuba.

El Jardín Japonés fue inaugurado por Fidel Castro en 1989, y es la parte más atractiva dentro de toda la instalación por su lago artificial, sus nenúfares y su cascada de piedras. A pesar de que lo venden como un lugar para disfrutar de la paz que transmite, los escasos 20 minutos que ofrecen a quienes llegan en el transporte del Jardín no alcanza ni para recorrerlo completamente.

Dentro del alejado Jardín Japonés se encuentra el restaurante El Bambú, que ofrece comida criolla, bebidas y una vista agradable; sin embargo, solo quienes se lleguen allí con un transporte particular pueden disfrutarlo, pues la guagua, que es parte del recorrido guiado, no ofrece tiempo para sentarse en el lugar.

El JBNC cuenta con cuatro restaurantes: El Yarey, El Ranchón, La Majagua y El Bambú, sin embargo, un domingo, en plena etapa estival, solo se encontraba funcionando aquel, donde no ofrecían tiempo para sentarse a consumir.

Una vez se regresa del recorrido guiado, el visitante puede disfrutar del área expositiva techada que alberga más de 600 especies de plantas tropicales, pero estos pabellones también se encontraban cerrados. Si es la primera vez que visitas el Jardín, deberás guiarte por tus instintos para llegar a estos lugares e, incluso, hasta perderte buscándolos.

No solo lo lejos que se encuentra el JBNC hace que su visita sea difícil, sino que la situación del transporte complejiza aún más el viaje. Una vez allí, el visitante se da cuenta que el Jardín se mantiene bien cuidado y limpio, pero de manera general carece de atractivo y belleza. Sus trabajadores se esfuerzan por mantenerlo, pero no por mejorarlo o explotar sus grandes hectáreas de tierras con opciones más llamativas para quienes llegan hasta allá.

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