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Un camino para Cuba (III)

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PUERTO PADRE, Cuba.- Imprescindibles, al explorar un camino para restaurar la democracia en Cuba, resultan estos hechos históricos del pasado reciente que, grosso modo, reseñaremos por congruentes con nuestra cotidianidad, aunque ciertamente, de cultura sociopolítica europea, entiéndase, cívica, alejada del ancestral aldeanismo criollo, fértil para dictaduras y presidentes sultanes.

Pese a esas desidias que nos han lastrado por tantos años y que todavía hoy nos maniatan a un cautiverio estúpido -y digo insensato porque está en nuestras manos deshacer esas amarras-, recordemos cómo hambreados, preteridos, del mismo modo que hoy el régimen comunista usurpa a los cubanos sus derechos económicos, políticos, sociales, culturales, sus derechos civiles todos, en diciembre de 1970, en Polonia, los trabajadores de los astilleros de la costa del Báltico se alzaron en huelga. Y muchos murieron.

No olvidemos que el eufemísticamente llamado Partido Obrero Unificado Polaco (POUP), dirigido por Wladyslaw Gomulka, envió al ejército y a la policía contra los obreros, como mismo hicieran Díaz-Canel y el Partido Comunista de Cuba (PCC) el 11J. Los trabajadores polacos fueron masacrados. Pero los manifestantes cubanos, aunque apaleados y presos, no fueron tiroteados: es otro tiempo.

Una armonía rota

Sin embargo, si en diciembre de 1970 en Polonia el mito de la unidad entre la clase obrera y la dirigencia comunista quedó roto, rota también quedó después del 11J la supuesta armonía entre los cubanos y el PCC, impuesto como dirigente superior de la sociedad y del Estado.

Y ahora mismo en Cuba, con un caos económico y social y un desabastecimiento mayor cada día, con un frenazo a las oficialmente anunciadas “medidas económicas”, tampoco debemos olvidar que en julio de 1980, en Polonia se conoció… “secretamente”, que subiría el precio de la carne y los embutidos. Y, en esto de “secretamente”, el POUP actuó más inteligente que el PCC, pues, con el rumor difundido por los servicios secretos, las autoridades polacas sondearían a la ciudadanía, que se pronunció de inmediato.

Las huelgas en varias ciudades polacas hicieron detener el alza de los precios y prometer un ligero aumento en los salarios. Pero no bastó. El éxito de esa huelga detonó otra: la del Astillero de Gdansk, iniciada el 14 de agosto de 1980 y concluida 18 días después, el domingo 31 de agosto de 1980, con un éxito rotundo: la fundación de Solidaridad, el primer sindicato libre que fuera creado en un país comunista después de la II Guerra Mundial.

No era poco. Era el comienzo del fin de los regímenes comunistas títeres de la Unión Soviética y el principio del fin de la propia URSS.

En un informe de evaluación de situación operativa, el coronel H. Stasiak, del Ministerio del Interior en Gdansk, se refirió al comentario de una joven que en una fiesta expresó: “Cómo en Polonia van a estar bien las cosas si en el POUP hay solo animales, en la policía, idiotas y mentecatos, y el gobierno está lleno de locos y burros”. Y evaluó el oficial un detalle más importante que la expresión en sí misma: “Y declaró que está consciente de ello y va a seguir expresándolo en voz alta”.

Un camino para Cuba (I)

De algunas coincidencias

Cabe preguntar: ¿Así como pensaba esta joven polaca piensan hoy los jóvenes cubanos…, que en el PCC “hay sólo animales”, en el Ministerio del Interior “idiotas y mentecatos”, y el gobierno dirigido por Díaz-Canel “está lleno de locos y burros”…?

En una conversación con periodistas polacos y extranjeros el 24 de agosto de 1980, preguntaron a Lech Walesa que si el punto por el cual ellos luchaban tanto se debía a una mayor participación política, a lo que el líder obrero, en alusión a las demandas de la huelga de Solidaridad, respondió: “No, no queremos ser amos en nuestras empresas, en nuestros puestos de trabajo, eso no es política, sino 21 puntos”, y, preguntado, “¿de dónde usted ha sacado ese lenguaje diplomático, Walesa, en alusión a la huelga masacrada con descargas de fusilería en diciembre de 1970, dijo: “Me lo enseñó la sangre del año setenta”.

Solidaridad, dirigido por Lech Walesa y un eficiente equipo asesor, consiguió elecciones libres en Polonia en junio de 1989. Un intelectual y activista católico, Tadeuz Mazowiecki, que junto a otros hombres de ideas al atardecer del viernes 22 de agosto de 1980, se presentaron en el Astillero de Gdansk ante Walesa, para ver en qué podían ayudar. Nueve años después, el 19 de agosto de 1989, fue investido como Primer Ministro.

Por ese camino, aunque siguiendo distintas sendas, consiguieron su libertad Hungría, Alemania Oriental y Checoslovaquia. ¿Por qué del mismo modo Cuba no puede librarse de la dictadura del Partido Comunista? ¿Por cobardía o por desidia cívica de los cubanos?

Un camino para Cuba (II)

El ejemplo de Checoslovaquia

Por ejemplo, y tomemos como precedente jurídico el de Checoslovaquia, la sola eliminación del artículo constitucional que legitima la acción directora, social y estatal del Partido Comunista, en principio y hasta la celebración de elecciones libres, entraña opciones democráticas en el gobierno de la nación.

Según el artículo 229 de la Constitución de 2019, “en ningún caso resultan reformables los pronunciamientos sobre la irrevocabilidad del sistema socialista establecido en el Artículo 4, y la prohibición de negociar bajo las circunstancias previstas en el inciso a) del Artículo 16.

Bien. Convengamos con un sistema socialista mientras en uso de su soberanía y en un ambiente democrático, el pueblo cubano decide mantener ese sistema o cambiarlo. Ya lo dirá una nueva Constitución.

Pero el Artículo 5, el que dice que el Partido Comunista, “único”, es “la fuerza política dirigente superior de la sociedad y el Estado”, sí es reformable, y los cubanos pueden, por lo menos, poner a prueba al Estado, que, obligatoriamente, se allanará a la soberanía del pueblo peticionario o mantendrá al desnudo el régimen totalitario.

Una petición de reforma

Para ello basta, constitucionalmente, con solicitar prescindir de la dirección del PCC. Cincuenta mil ciudadanos, que muy bien pueden ser cinco millones, mediante derecho de petición dirigido a la Asamblea Nacional, suscrito ante el Consejo Electoral, pueden pedir reformar la Constitución de 2019.

Básicamente, la petición puede consistir en eliminar el texto actual del Artículo 5, y, en su lugar, restituir un concepto democrático, por el que en el camino de la libertad, cientos de cubanos dieron su vida.

Nos referimos al Artículo 102 de la Constitución de 1940 que, en principio, expresa: “Es libre la organización de partidos y asociaciones políticas. No podrán, sin embargo, formarse agrupaciones políticas de raza, sexo o clase. Para la constitución de nuevos partidos políticos es indispensable presentar, junto con la solicitud correspondiente, un número de adhesiones igual o mayor al dos por ciento del censo electoral correspondiente, según se trate de partidos nacionales, provinciales o municipales.”

Dicho de otro modo: si el censo electoral nacional cuenta con ,digamos, 8.705.723 electores, el 2% de esa cifra sería unos 174.115, la cifra mínima necesaria para formar un partido, pero que triplica los 50 mil electores exigidos para solicitar una reforma constitucional.

La petición es “de resultado ilusorio por irreal”, dije yo en un momento diferente al que vivimos hoy en Cuba, cuando el PCC, por su discurso vano, ahora es menos creíble de lo que lo fue siempre, incluso, entre sus propios militantes. Hagámoslo.

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