Tres de las mujeres que participaron en la protesta del barrio La Favela, en Maisí, Guantánamo, fueron conducidas este martes a la estación policial del municipio para un interrogatorio, y allí amenazadas e intimidadas por autoridades del Ministerio del Interior y la Fiscalía.
“Nos amenazaron que si volvíamos a hacer otro video, que si yo volvía a incitar a la población a tirarse para la calle…, que yo era la protagonista de todo. Que en el video se ve claro cuando yo llamo a las personas para que se tiren para la calle. Que en el video se ve claro cuando ‘yo le voy a arriba al jefe de la Policía’, cuando el jefe de la Policía fue el que me fue arriba a mí, fue quien nos agredió a nosotros”, detalló Yadiuska Domínguez a Martí Noticias.
La joven señaló que el interrogador la acusó de violar “los derechos de los ciudadanos” al bloquear el tránsito con los tanques de agua en señal de protesta. También le dijo que estaba violando el derecho de sus hijos, y la acusó de “corrupción de menores”.
El oficial fue preciso y advirtió a la manifestante que iría a prisión. Le dijo “que de ahora en adelante iban a vigilar mis pasos, y que si yo volvía a cometer otra indisciplina me iban a meter presa, y que a mis niños los iban a llevar para la Casa de la Patria (un hogar de acogida)”.
Según Domínguez, aunque reconoció que incurrieron en una falta al bloquear la vía, esta acción tenía el propósito de llamar la atención de las autoridades sobre la grave crisis que viven los residentes de La Favela.
“Trancar el tránsito no se puede, pero lo hicimos porque nos están matando de hambre, de necesidad. Vaya usted a mi comunidad para que usted vea la situación se está pasando allí, que se está viviendo. Nosotras somos la que estamos sufriendo con los niños, como se nos están muriendo de hambre, como se nos están muriendo de sed. Le digo: no tenemos derecho a un medicamento, no tenemos derecho a nada. Eso es violación de los derechos”, concluyó la madre guantanamera.
La respuesta de las autoridades no fue satisfactoria.
“Me dijeron que eso ellos lo iban a ver, pero que esas no eran las medidas que ellos tenían que tomar. A mi mamá le dijeron que la iban a meter en una celda oscura. Como nosotros somos de un municipio y de un pueblo tan pequeño, tan pobre, tan guajiro, ellos creen que nos van a intimidar con eso”.
Además de Domínguez, fueron interrogadas y amenazadas Yanuris Lambert y Roirma Furones.
Trasfondo de una protesta
Tras la protesta del domingo en la comunidad Adriano Galano Cautín, conocida como La Favela, que se difundió rápidamente en redes sociales a través de videos posteados en Facebook por Domínguez, las autoridades enviaron camiones cisterna y tanques de almacenamiento para aliviar la escasez de agua potable.
La Favela fue fundada en 2020 para residentes de una localidad cercana afectadas por el huracán Matthew, pero las condiciones creadas en el lugar no fueron las más adecuadas. Por ejemplo, se construyó una cisterna común que, según Domínguez, nunca pudo usarse por daños en su estructura.
En el lugar viven 89 familias, hasta dos por vivienda en algunos casos, y muchas con varios niños, explicó Domínguez al periodista Tomás Cardoso en el programa Cuba al Día de Radio Martí.
“Es una comunidad vulnerable, porque en ella viven muchas personas enfermas”, dijo la joven, que describió en detalle las penurias que enfrentan los residentes del lugar, con escasez de alimentos y otros productos básicos.
“Aquí no nos traen nada. Aquí ni jabón a la bodega está llegando”, señaló, en referencia a los productos normados subsidiados por el gobierno, de los que dependen totalmente las personas de bajos ingresos. “No nos traen frijoles a la bodega. Nosotros no tenemos derecho a la carne que traen por la canasta básica. No tenemos derecho a huevos, no tenemos derecho a aceite… Vivimos a base del plátano que sembramos, y de lo poco que podemos criar”, detalló.
Según Rodríguez, las donaciones de alimentos que se distribuyen en otros municipios, no llegan a Maisí, y mucho menos a La Favela. “Verdaderamente, a nosotros nos tienen desamparados”, dijo.
“Lo que se está viviendo en Maisí, con el hambre que estamos pasando, es tremendo”, recalcó.
Los pobladores del lugar trabajan actualmente en la zafra de café, que el Estado les paga a 100 pesos la lata. Pero la joven explica que, como están los precios, “100 pesos no es nada”. Puso el ejemplo de que este lunes, tras la protesta, las autoridades trajeron un camión de las Mipymes cargado de pollo, pero cada paquete costaba 1,600 pesos, “y no todo el mundo pudo comprar”, afirmó.
Agregó que en el lugar no disponen de muchos equipos electrodomésticos. “En el siglo en que estamos, aquí nosotros cocinamos con leña”.
Los residentes de La Favela ni siquiera disponen de azúcar para endulzar el tradicional buchito de café que consumen. en su lugar usar “jarabe de la farmacia, cuando llega, y con guarapo”, dijo Domínguez.
Sobre el acceso a los medicamentos, en una comunidad con niños, personas ancianas y enfermos, señaló que la farmacia que les corresponde les queda lejos, y muchas veces, cuando llegan hasta allí, ya las medicinas disponibles se han acabado.
Para trasladar a un enfermo crónico hasta el hospital más cercano, en el municipio de Baracoa, también tienen dificultades, dijo, porque la ambulancia estatal no tiene combustible. “Aquí las ambulancias son particulares”, añadió.
El transporte para trasladarse a la ciudad de Guantánamo y otras partes de la isla también es muy limitado. Un ómnibus estatal brinda servicio tres veces a la semana, pero los pasajes son revendidos a precios impagables, apuntó la entrevistada. En cuanto a otras alternativas, un camión de pasajeros hasta La Máquina, cabecera municipal a unos dos kilómetros de La Favela, puede costar hasta 50 pesos, y un motor entre 200 y 300 pesos.
“Todo es difícil aquí”, concluyó Domínguez.
Sin derecho a la libre expresión
Las mujeres que protestaron en La Favela enfrentan ahora la represión de las autoridades.
“El jefe de la Policía municipal fue un falta de respeto. Lo que hizo fue una falta de respeto con respecto a nosotros, queriéndose hacer el héroe, el más hombre que nadie. Quiso darnos (golpes). A mi niña, que es asmática, me le tiró una palangana de pañales deshechables orinados arriba”, contó Domínguez.
Añadió que este lunes, una de las pipas con agua que enviaron al lugar negó el servicio a las familias que participaron en la protesta del domingo. “Y yo me paré en frente de la calle con otras personas y no dejamos que la pipa pasara”.
Entonces los funcionarios de Acueducto llamaron a la Seguridad del Estado, y los agentes amenazaron a la joven con llevarla presa, entre otras consecuencias, por el “delito” que presuntamente había cometido.
“Yo les expliqué que estaba defendiendo mi derecho, que ese era mi derecho y el de la comunidad, que tenemos libertad de expresión, pero él dijo que no, que yo podía ir presa”.