Home Cuba Polito Ibáñez: “Si la gente no puede llegar al mes, ¿cómo va...

Polito Ibáñez: “Si la gente no puede llegar al mes, ¿cómo va a llegar a un concierto?”

0
Polito Ibáñez: “Si la gente no puede llegar al mes, ¿cómo va a llegar a un concierto?”
Polito Ibáñez: “Si la gente no puede llegar al mes, ¿cómo va a llegar a un concierto?”

SAN LUIS POTOSÍ, México.- Cuando en 2002 la televisión cubana transmitió la telenovela Doble juego, escrita y dirigida por Rudy Mora, probablemente ninguno de los adolescentes que por entonces cursábamos secundaria imaginábamos que la canción de presentación de esa serie marcaría a toda una generación.

Quizás para muchos adolescentes y jóvenes ese fue el primer contacto con Polito Ibáñez, a través de una canción que invitaba a desafiar el orden y vivir la vida.

Las canciones de Polito, que llevaba 20 años componiendo cuando irrumpió en las pantallas cubanas Doble Juego, continúan provocando inquietud a los cubanos, independientemente de la generación a la que pertenezcan. Cuestionan, impactan, invitan a pensar en lo humano.

Consagrado como uno de los imprescindibles de la novísima trova cubana, con varias décadas de trayectoria, Polito Ibáñez conversó con CubaNet sobre su perspectiva acerca de la realidad cubana y sus proyectos profesionales.

—Polito, llevas mucho tiempo componiendo temas universales, que van a lo medular, que tratan temas humanos. Ya son más de 40 años de obra.

—Yo creo que sí porque mi comienzo fue cuando yo tenía 14 o 15 años que estaba en la secundaria y veía a Pepito Salas que era el galán de la secundaria, la antítesis mía, y enamoraba a las muchachas con una guitarra. Entonces le pedí a mi padre, que tenía un sexteto y tocaba el tres y la guitarra, que me enseñara.

Eso fue desde los 14 años y ya voy ya para los 60 el año que viene, así que hace 40 años que estoy en esto.

—Eres parte de una generación donde algunos se han quedado dentro de Cuba pero otros han emigrado y tienes un público inmenso que está fuera de la Isla, sobre todo uno que creció con tus canciones. ¿Cuán difícil es ahora mismo enfrentarse a un público dentro de Cuba y a ese público que esté en el exilio? ¿Cómo concilias ambas partes?

—Hay un público del exilio que está muy permeado, que está muy sensible. A nadie le gusta abandonar su país y cada uno lo hace con sus motivaciones en un grado mayor, a veces es de orden ideológico, a veces de orden personal, a veces porque se enamoran, a veces porque tienen la familia. En ese rango se ha movido la emigración cubana y es un público que siempre está esperando, que cuando llegas quiere escuchar aquellas canciones que fueron parte de tu carrera, que fueron parte de su vida, lo que ellos le llaman “la banda sonora de sus vidas”.

Hay otro público que está en La Habana que no sale. Las condiciones en Cuba casi prácticamente impiden que mucha gente de mi generación, que está en los 50, 55 y hasta 65, incluso hasta 70 años, que eran parte de mi público, ya no pueden salir. Las condiciones en Cuba se lo impiden, porque el costo de la vida está muy elevado.

Realmente resulta difícil ir a ver a un artista, pagar 3.000 pesos para el transporte cuando el que más gana puede llegar a 10.000, luego consumir en el lugar del concierto y volver a pagar 3.000 más de regreso o 2.000 en la noche.

Entonces es un público que existe, que uno sabe que está ahí, que lo ama, que lo sigue, que lo ha perseguido por siempre, pero ya cantar para un público en Cuba se ha vuelto bastante complejo en ese sentido. Si la gente no puede llegar al mes, ¿cómo va a llegar a un concierto? Es muy difícil.

—¿Sigues cantando para ese público a pesar de que es un contexto difícil?

—Lo sigo esperando a ellos. Y los teatros en Cuba han dejado de funcionar, que es donde más pueden llegar, porque los precios en Cuba de los teatros siguen siendo muy asequibles.

Los artistas hemos estado obligados de alguna manera –para no secarnos, porque realmente no trabajar nos seca interiormente– a ir a los lugares nocturnos. Esos lugares nocturnos son mucho más costosos todavía que a los que me estaba refiriendo anteriormente, al lugar nocturno la gente no puede acceder.

Pero realmente sí pensamos que ese público está ahí esperando, y creo que cuando empiecen a funcionar los teatros vamos a poder volver a estar haciendo conciertos para esa masa.

—De todos tus discos, ¿cuál prefieres? ¿Cuál te parece que es el mejor logrado?

—No, mi disco mejor logrado todavía lo estoy soñando, el que menos me gusta es Recuento. Es el que más me ha vendido, por el que más me conoce la gente, por el que más la gente se identifica con mi carrera, es Recuento pero es el que menos me gusta. Quizás tiene un timbre y una sonoridad que se aleja un poco de lo que yo quiero. Yo quiero sentir un poco más la guitarra y menos teclado.

Esa textura de teclados y de cuerdas la lograron, de manera magistral, Miguel Núñez y Dagoberto González, de la banda de Pablo Milanés. Fue una exquisitez y un privilegio muy grande que hayan podido hacer un concierto conmigo y que se haya registrado en un disco.

Eso es inolvidable y posiblemente sea inalcanzable. Posiblemente yo nunca más –hablando de imposibles–, pueda estar con una banda de ese nivel en otro contexto, en otro país, con otro artista de como Pablo. Pero realmente el disco tiene un color que se aleja mucho de Polito Ibáñez.

Polito Ibáñez se parece más al disco Axilas, se parece más al disco Sombras Amarillas, se parece más a este disco que se llama D’ Gente Buena y Mala, donde el mundo de las guitarras, del rock, del pop, es mucho más marcado.

—¿Has pensado en vivir en otro país?

—Sí, perfectamente, en esta circunstancia sí, porque va desde mi inconformidad con cómo están funcionando las cosas en nuestro sistema y en nuestra ideología y cómo deben funcionar, a mi parecer, cómo deben funcionar con una posibilidad real de que exista una oposición. Eso es algo muy importante para la sociedad.

Incluso, en la filosofía marxista esa profunda que tanto se cuestionan, está absolutamente explícito, o sea, en la ley de contradicciones, es imposible que se generen valores y se genere espiritualidad y se generen ideas y desarrollo si no existe contradicción.

La contradicción no se puede dar de ninguna manera cuando todo es homogéneo. Tiene que haber puntos de partida discordantes.

Va desde eso hasta que realmente yo con mi edad necesito alimentarme de otra manera. Quiero vivir unos años más, quiero saber qué tecnologías y con qué nos vamos a encontrar. Y para eso hay que comer de otra manera y no se está comiendo de manera equilibrada en La Habana, es prácticamente imposible.

También está la parte espiritual, que fue la Cuba de los años 60 a los 80, con una cultura que yo pienso que era envidiable por cualquier sociedad del mundo. Independientemente de la ideología o de la política, la cultura en Cuba era algo que despertaba emoción, despertaba curiosidad. Despertaban pasión los festivales, el ambiente. Había muchas sedes de teatro y la gente iba a ver teatro, y el teatro es un fenómeno que provocaba catarsis, catarsis emocionales. Ese espacio y esa aureola cultural no están, y realmente a mí me resulta muy difícil vivir sin ella.

Si voy a vivir en un país que está metalizado, que todo significa la inmediatez y todo significa buscar modos para poder alimentarse, pues pruebo las sociedades de consumo. Eso pudiera ocurrir en cualquier momento, irme y trasladarme del país. No soy el primero que no se siente bien, entonces  puede pasar perfectamente.

—Polito, ¿qué proyectos tienes actualmente? Hace poco estuviste en España y te reuniste con Carlos Varela, ¿alguna colaboración pronta entre ustedes?

—Nosotros tenemos pendientes. Nosotros somos compañeros del ISA, de la carrera. Cuando yo entro en el ISA había un grupo de artistas, hoy muchos de ellos son muy significativos en la cultura cubana y más allá de la frontera, como son el propio Vladimir Cruz que era la contraparte de “Pichi”, Jorge Perrugorría, en Fresa y Chocolate, o como Héctor Noas, que es un actor prácticamente internacional.

Hay gente que como el propio Felito Lahera, Bárbaro Marín que emigró a Colombia un tiempo y después regresó, pero son gente muy significativa.

Todas estas personas fueron parte de mi cultura, fueron parte de mis comienzos, incidieron mucho en mi carrera. Pero, sin dudas, de todos ellos, el más cercano, el que más estuvo allí, el que más escuchó mis primeras canciones de este género –porque yo venía cantando canciones de Roberto Carlos, de otros, yo era un romántico cuando llegué al ISA–, fue Carlos Varela. Estuvo muy cerca de mí, al estar ahí, codo con codo en el aula durante los cinco años de la carrera. Se convirtió en alguien necesario, independientemente de que después yo iba a ver a Gerardo Alfonso, después yo iba a ver a Santiago Feliú, a Frank Delgado, a Donato, a Ireno García, todos los cantautores de esa época, los muy jóvenes, los que no eran jóvenes, la generación de Kelvis Ochoa, Vanito Brown.

Pero, a pesar de que yo entraba en relación con todas estas personas, el más cercano era Carlos, y de eso salió una gran influencia del uno en el otro, yo pienso. Yo admito que tengo una gran influencia de Carlos y que fue decisivo. Yo lo llamo “uno de los dioses de mi influencia”, lo digo con mucho honor y con mucha verdad, lo asumo así. Después de tantos años de estar junto en la carrera, después de convertirnos en parte de un grupo que reunía a varios artistas de diferentes especialidades, es inevitable que alguna vez hagamos un concierto junto y claro que estuvimos hablando de eso en Madrid, y eso va a ser, en algún momento va a ser, sin dudas.

—¿Qué le dirías a tu público que está esparcido dentro y fuera de Cuba?

—Lo primero que le diría es que los invito a que sean ellos, a que no renuncien a su fuego, a lo que creen, a sus criterios de libertad.

A mí personalmente me gustaría sugerir que no se sumaran a lo que llamo la “chusmería ideológica” o política. Que es parte de una especie de tizne, que tizna la esencia misma de lo que nosotros como país y como intelectuales debemos hacer, que es proponer realmente los cambios a partir de lo que cada cual crea.

Yo entiendo la democracia como un todo, como la participación de todos los criterios. Los invitaría fundamentalmente a eso y a que, por favor, por más que se vayan, por más que empiecen a vivir otra cultura, no olviden que nacieron en una isla maravillosa que se llama Cuba y que esa isla los está esperando, de alguna manera, ya sea con su espíritu, con su espíritu, con su espíritu o con su espíritu, o cualquiera de esos.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

Exit mobile version