Cuba está en llamas. El anuncio de un polémico plan económico desató fuertes críticas entre distintos sectores de la sociedad cubana. Se habla de “paquetazo neoliberal” y “traición a la revolución”.
El dictador Miguel Díaz-Canel salió al paso este viernes para defender las medidas, que incluyen eliminar subsidios a productos básicos y aumentar tarifas de servicios.
“Afirmo enfáticamente que para nada existe un paquete neoliberal contra el pueblo”, aseguró en un encendido discurso durante la clausura de la Asamblea Nacional.
Y reconoció con franqueza: “Nada nos haría más felices que anunciarles que se suben los salarios y que tendremos divisas y combustibles suficientes”.
Pero la realidad obliga. Cuba vive su peor crisis en décadas, con desabastecimiento generalizado y endémico, apagones diarios y una inflación desbocada cercana al 30%. El panorama luce sombrío.
“Son decisiones complejas, como complejo es el momento”, justificó Díaz-Canel. Y echó balones fuera, culpando al embargo de EE.UU. y “errores propios” del Gobierno.
Ajustar el cinturón
El plan presentado implica eliminar subsidios que llevan 60 años vigentes. Se acaba la universalidad de la libreta de racionamiento. Sólo la recibirán familias vulnerables.
También se incrementarán precios de gasolina, electricidad, agua y otros servicios básicos. Incluso se prevé devaluar la moneda nacional respecto al dólar, disparado en el mercado informal.
Son medidas impopulares que muchos tildan de “neoliberales” y contrarias a la doctrina socialista.
El primer ministro Manuel Marrero las defendió como necesarias para enfrentar la compleja situación. “Debemos ajustar el gasto a la disponibilidad real de recursos”, dijo.
El dictador Díaz-Canel coincidió en que urge un ajuste fiscal por la crisis, aunque negó taxativamente la etiqueta “neoliberal”.
Habrá que ver cómo reacciona la calle cuando las medidas se implementen en 2024. Por ahora el ambiente está muy caldeado en la isla caribeña.