Una oleada de conversiones al cristianismo sacude Cuba a pesar de la vigilancia y hostigamiento contra líderes religiosos que el régimen comunista considera una amenaza.
Solo en diciembre, casi 5.000 cubanos fueron bautizados gracias a la labor de misioneros locales y estadounidenses.
Ocho pastores bautistas de Florida que viajaron a la isla el mes pasado para predicar reportaron largas jornadas de trabajo y dificultades por los constantes cortes de luz y agua. Pero pese a las trabas, constataron que “la iglesia en Cuba está viva”.
“La gente fue muy receptiva. Están ávidos por escuchar palabras de esperanza”, declaró el reverendo Fred Pitts. Según los testimonios recabados, “Dios se está moviendo” entre los cubanos, que ven en la fe un refugio ante las penurias.
No en vano, Cuba escaló diez puestos en la lista de países donde más se persigue a los cristianos, denuncia la ONG Open Doors. Con arrestos y acoso contra líderes religiosos críticos con el Gobierno, el régimen trata de frenar este despertar espiritual.
Pero pastores como Carlos Alamino, de la organización Proclaim Cuba, aseguran que pese a la represión las iglesias siguen creciendo. Gracias a que el Gobierno tolera los cultos domésticos, “hemos podido expandirnos a nivel comunitario”, explica. Su objetivo: “Evangelizar toda la isla”.
Esta efervescencia religiosa, con miles de bautizos católicos y protestantes, augura un profundo cambio espiritual en la sociedad cubana, sedienta de esperanza. Quizá, como apuntan algunos analistas, esto acabe por dinamitar el monopolio ideológico del régimen comunista.
