Al más pequeño le dicen El Gatico porque se cuela por cualquier hueco, salta muros y aparece en los lugares más inesperados. Ella responde al nombre de Rosita y desde los cinco años pide dinero en las calles de la ciudad de Holguín. Han formado un grupo con otros menores que deambulan en las cafeterías, los bares y los restaurantes.
En el local privado Bolas Bar, ubicado en el consejo popular de Pueblo Nuevo, se mueven entre las mesas, se enciman sobre los clientes suplicando que les compartan algo del plato o, en su lugar, que les deslicen algunos billetes en sus manitas. Raro es el día en que no aparecen por la zona estos infantes de cuerpos muy delgados, estatura menoscabada por la desnutrición y ropa raída.
A pesar de su corta edad, que va de los seis a los 14 años, los niños que conforman este grupo duermen muchas noches en la calle. Sus padres, algunos alcohólicos, otros enfermos de VIH y todos muy pobres, los conminan a que busquen fuera de casa todo lo que pueda ayudar a subsistir en el día a día. Comida, dinero, algo de ropa arrancada de una tendedera o un bombillo robado de un portal, todo les sirve.
“Este es uno de los casos más críticos de Holguín y el Estado no hace nada a pesar de las advertencias que hemos hecho”, asegura Marcia, una trabajadora social que investigó la situación de los menores y presentó un informe sobre su vulnerabilidad. “El caso de estos niños lleva años en esta situación, la niña está pidiendo dinero en la calle desde que tenía cinco años, al principio iban con un adulto, pero ahora que tiene 11, va sola”.
“Se dio un caso de una persona que pasó por Pueblo Nuevo y le hicieron una foto a Rosita durmiendo en la calle pasada la medianoche. Ella estudia en una escuela primaria, pero en las tardes y en las noches se dedica a pedir dinero. Muchas veces va descalza porque ni zapatos tiene”, resume la trabajadora social. “En estos días en que bajaron las temperaturas estaban sin abrigos, con muy poca ropa”.
Varias denuncias a las autoridades locales han terminado en respuestas evasivas y burocráticas. “Una vez le pusieron una multa a la madre de Rosita pero eso no es lo que hay que hacer. Ella también es una víctima. Lo que hace falta es ayudar a esa familia, apoyarla y sacar a esa niña y a todos los demás de las calles antes de que ocurra una tragedia”, puntualiza la mujer.
Varias denuncias a las autoridades locales han terminado en respuestas evasivas y burocráticas
Mientras los días avanzan, algunos tratan de ayudar comprando a los niños del grupo algo de comida o dándole unos pesos cubanos, pero el temor de la mayoría es que “cada vez son más”, resume un vecino de Pueblo Nuevo. “Ese que se ve ahí, ya formó su propio grupo de niños para pedir dinero, antes pertenecía al que creó su hermano”, explica a este diario. “Ese otro no es de este barrio pero llegó y ahora duerme en los portales”.
“Casi no se dejan hacer fotos porque evidentemente no quieren que los identifiquen. Escalan los balcones de los edificios. Estos casos lo sabe aquí en Holguín desde la Dirección de Atención a Menores del Ministerio del Interior hasta la Fiscalía, los trabajadores Sociales hemos denunciado mucho esto y tanto el Partido Comunista como el Gobierno local están enterados”, enumera Marcia.
“La vida que están llevando Rosita y El Gatico, además de los otros niños, es del conocimiento de todos, pero mucho paño tibio y poca acción”, sentencia con amargura. Entre las paredes, color rojo vino, del Bolas Bar, un pequeño estira la mano y pide un refresco a un cliente que come en el local junto a su familia. Tras recibir una botella de gaseosa de limón, el infante apura un largo trago y sale corriendo.
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