Los trabajadores de la fábrica de procesamiento de frutas y vegetales de Jobabo, en Las Tunas, están francamente decepcionados. Después de una inversión millonaria para renovar la industria, el ínfimo volumen de las cosechas obliga a parar con frecuencia la producción, afectando directamente a sus salarios.
Los obreros aseguran al oficialista Periódico 26 que la fábrica va en picada, solo tres meses de comenzar a funcionar, por los “manejos incorrectos” de los dirigentes. Según el medio, el municipio no había recibido una inversión de esa magnitud en el sector agropecuario desde hace una década, pero la falta de materia prima obliga a trabajar de forma intermitente.
En una industria con capacidad de procesamiento de ocho toneladas diarias, la materia prima apenas alcanzó para tres jornadas y media
En el mes de agosto, por ejemplo, el municipio reportó la recogida de 3,9 toneladas de mango, 9,5 de guayaba y 13,8 de frutabomba para la elaboración de mermeladas, dulces y pulpas. En una industria con capacidad de procesamiento de ocho toneladas diarias, la materia prima apenas alcanzó para tres jornadas y media.
Los empleados, que entienden que “si no producen no ganan”, no están conformes con la manera en que se gestiona la fábrica y reclaman más transparencia con las cuentas de la empresa, que decide, en definitiva, cuánto ganan.
“Cuando tenemos materia prima nos esforzamos bastante, entramos a las 7:00 de la mañana y nos marchamos a cualquier hora de la noche. Vamos a vender al campo, a Zabalo, a Palo Seco, todo con el objetivo de cumplir con los ingresos, pero a la hora de cobrar no obtenemos lo que pensamos”, declaró al periódico Maribel Contreras, una de las obreras que se queja de que solo uno de los tres salarios que ha percibido hasta el momento ha estado completo. El resto, asegura, no supera la remuneración básica.
Según los cálculos de los propios trabajadores, que denuncian que no se les informa de cuánto deben producir y vender para asegurar al menos su retribución, la industria debería generar 400.000 pesos para cubrir todos los gastos. Esa cantidad fue exactamente la que se logró en agosto, pero incluso así los trabajadores vieron su sueldo mermado.
Cuando acudieron a los directivos, estos alegaron gastos de combustible, trasporte, socios que que no habían pagado todavía y un mal cálculo de los obreros que, desinformados por completo, situaron las ganancias necesarias para la industria en unos 100.000 o 200.000 pesos por debajo de lo que se estima que sería un rendimiento satisfactorio.
“Si [la fábrica] labora de manera estable, los ingresos serían diariamente de unos 350.000 a 400.000 pesos y el sueldo se formaría sin dificultad. Hasta alguno [ganaría] alrededor de 10.000 pesos”, calcula otro empleado.
Los problemas de la industria, a los que se suma que la caldera consume entre 30 y 35 litros de petróleo por hora en plena crisis de combustible, podrían aliviarse si la directiva escuchara algunas de las propuestas de los obreros para aumentar la producción y reducir gasto. Desgraciadamente, expone Periódico 26, no existe en la empresa “el clima apropiado” para dar solución a los reclamos.
“Hay que hacer más gestiones para traer pepino, cebolla, ajíes… Todo eso se encurte y se vende rápido. Daría muy buenas ganancias”
“Hay que hacer más gestiones para traer pepino, cebolla, ajíes… Todo eso se encurte y se vende rápido. Daría muy buenas ganancias. Es una forma de generar ingresos, pero no se hace todo por implementarla”, contó Armando Santoya, uno de los obreros, que insiste en que la fábrica busque alternativas, pero no recibe respuesta de los jefes.
Una situación similar ocurrió en la provincia Granma, donde la empresa Porcino tiene retraso en los pagos a más de 1.000 productores. La noticia trascendió luego de que uno de los criadores de cerdos de la provincia presentara una queja pública contra la estatal en el periódico Juventud Rebelde el pasado 14 de junio. Este 2 de octubre, tres meses más tarde, la empresa aún no ha formulado su respuesta.
El campesino, Alejandro Sosa, expuso que el pasado febrero había firmado un contrato con la empresa provincial por la venta de una determinada cantidad de animales a cambio de 1.526 MLC (moneda libremente convertible). El documento estipulaba claramente que el pago debía realizarse en un plazo de 90 días, asegura, pero ocho meses más tarde no hay noticias del dinero, y el bolsillo del criador ha comenzado a sufrir las consecuencias.
En varias reuniones, los directivos de la empresa le aseguraron que, aunque con retrasos, eventualmente se saldaría la deuda. Sin embargo, la estatal apenas ha cubierto los contratos de noviembre de 2022. También le ofrecieron remunerarlo en especie, dándole a cambio de los MLC una tonelada de pienso, por cuya diferencia debería entregar unos 79.200 pesos. El campesino se negó, y tras varias averiguaciones, descubrió que la cola de quienes esperaban por el alimento era igual de larga de quienes esperaban los MLC.
“De manera informal me enteré de que la directora de Porcino en Granma y varios cuadros más (…) han solicitado la liberación de sus cargos. De ser cierto y concretarse sin que se solucionen los pagos, alargará aún más en el tiempo la solución de estos”, dijo al medio Sosa. “Por otra parte, han autorizado pagos en divisas a productores que entregaron carne mucho después de mí, lo que consideran una falta de seriedad y honestidad”.
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