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Lamentan fallecimiento de Académico de Mérito cubano

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Lamentan fallecimiento de Académico de Mérito cubano
Lamentan fallecimiento de Académico de Mérito cubano

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La Academia de Ciencias de Cuba (ACC) lamentó el fallecimiento, recientemente, del Doctor en Ciencias Porfirio Hernández Ramírez, Académico de Mérito de la institución.

Extendemos nuestras condolencias con la hermosa familia que supo fundar y compartimos la tristeza con todos sus colegas y amigos, indicó la ACC en su obituario y añadió:

Ser humano excepcional manifestaba que eran honores que nunca imaginó merecer. Hemos perdido un gran cubano en toda la extensión de la palabra, un sabio, un ser de los que poco abundan pero nos ha dejado un gran legado científico y una vida ejemplar”.

Nacido en el pequeño pueblo La Salud, perteneciente a la actual provincia de Mayabeque, Hernández Ramírez llegó a ser un estudioso, médico, profesor ejemplar y un científico-investigador en lo más avanzado de su especialidad: la Hematología.

Matriculó en la carrera de Medicina en septiembre de 1955, pero un año después la dictadura cerró la casa de altos estudios y tuvo que regresar a su comunidad, donde se incorporó a la lucha revolucionaria.

Tras el triunfo del 1ro. de enero de 1959, retomó los estudios y al terminar la carrera cumplió el servicio médico rural en la antigua provincia de Oriente.

Allí trabajó primero en el dispensario Ramón de Guaninao, en las afueras de Palma Soriano, después radicó de forma alternativa en varios hospitales rurales durante seis meses, etapa que culminaría con su designación de director del ubicado en Ocujal del Turquino, próximo a la antigua Comandancia Rebelde de La Plata.

Hombre cabal, comprometido y revolucionario, desarrolló una prominente carrera profesional en puestos directivos de alta responsabilidad y a la vez, ser un maestro formador de futuras generaciones de inmunólogos y hematólogos, con proyectos de investigación y notables resultados nacionales e internacionales.

Luego de dirigir el hospital de Palma Soriano y coordinar el servicio médico rural en toda la zona, le propusieron ocupar la administración en la Dirección de salud de la ciudad de Santiago de Cuba.

Sin embargo, rechazó la solicitud por el interés de retomar la labor asistencial y regresar a La Habana, donde estudió la especialidad de Medicina Interna en el Hospital Universitario General Calixto García, bajo la guía de eminentes profesores.

Una vez terminada la especialidad, comenzó a laborar como clínico en el Instituto de Hematología e Inmunología y prestó servicio en los hospitales Nacional Enrique Cabrera y en el Pediátrico William Soler.

Allí descubrió su marcada pasión por las investigaciones científicas, al integrar un equipo empeñado en realizar de manera experimental trasplantes de médula ósea en ratas, cuyos resultados se publicaron en una reconocida revista internacional.

Desde entonces, su labor investigativa lo llevó al campo de las aplicaciones de las células madre y de la medicina regenerativa, con resultados de más de dos décadas que lo llevaron a ser un destacado Académico de Mérito y orgullo de ciencia cubana contemporánea.

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