LA HABANA, Cuba. – Cada vez que se efectúa una ronda de conversaciones migratorias entre los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, los representantes del régimen cubano, por lo general, declaran que su principal preocupación, y por tanto la más importante reclamación que le hacen a Washington es que cumplan con las 20.000 visas anuales de inmigrantes que se comprometieron a entregar.
Sin embargo, de acuerdo con declaraciones del viceministro cubano de Relaciones Exteriores, Carlos Fernández de Cossío, recogidas por el periódico Granma, en la más reciente ronda de conversaciones sobre esta tema, la delegación castrista “transmitió la preocupación de la nación caribeña respecto al limbo legal en el cual se encuentran algunos cubanos en territorio estadounidense, y a quienes no se les ha dado un estatus legal concreto”.
El señor Fernández de Cossío no hizo más que repetir los argumentos con que el oficialismo cubano trata de explicar la exorbitante ola migratoria que está provocando lo que algunos califican como un “vaciamiento demográfico” de la Isla. Uno de esos argumentos sería el trato privilegiado que otorga Estados Unidos a los cubanos que pretenden entrar a su territorio por cualquier vía, lo que el funcionario calificó como “factor de atracción”.
El otro argumento ―claro, no podía faltar― se relaciona con “el factor de empuje, dirigido e incentivado por la política de bloqueo económico que reprime los niveles de vida del cubano en la Isla”.
Mas, si de verdad fuese cierta la preocupación del viceministro, tendría que enumerar los factores internos que llevan a los cubanos a abandonar la Isla, aun arriesgando sus propias vidas, como sucede cuando se lanzan al mar en rústicas embarcaciones, o cuando intentan cruzar la selva del Darién en territorio panameño.
¿Por qué el señor Cossío no le pide a su gobierno que deje de presionar a los cubanos que buscan hacer su proyecto de vida en la Isla al margen del Estado?
Al contrario, el viceministro mira para otro lado para no ver las multas, los topes de precios y las ventas forzosas que les aplican a los actores económicos no estatales; las trabas que les imponen a los campesinos para que no puedan comercializar libremente sus producciones; y más recientemente la prohibición a las mipymes de realizar ventas mayoristas.
Ante los anuncios de posibles deportaciones de cubanos en Estados Unidos, el funcionario dijo que “es bastante injusto pretender deportar a cientos de miles de cubanos que están arraigados a ese territorio, y por tanto han hecho su vida, familia y trabajos allí”.
Aquí cabe señalar que, más que preocupación por la suerte de esos cubanos en el vecino norteño, el viceministro derrama “lágrimas de cocodrilo” ante el hipotético retorno a la Isla de esas cientos de miles de personas, muchas de las cuales ya no tienen aquí viviendas, trabajos ni vías para mantenerse. Serían por tanto una caldera en ebullición que podría desatar nuevas protestas populares contra el régimen.
Ha trascendido que aproximadamente 850.000 cubanos han llegado a Estados Unidos desde el 2022 hasta la fecha, con lo que la actual ola migratoria ya supera ampliamente a las salidas por el Mariel, en 1980, y a las ocasionadas por la Crisis de los Balseros, en 1994.
Curiosamente esta masiva migración se da después de aplicado el ordenamiento monetario en 2021, que disparó la inflación y devaluó los salarios y las pensiones, lo que llevó a muchos cubanos de a pie a traspasar los umbrales de la miseria.
He ahí otro elemento interno que potencia la migración de los cubanos, y que el viceministro Carlos Fernández de Cossío prefiere ignorar.
