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La oscura leyenda del conde Barreto en Cuba

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La oscura leyenda del conde Barreto en Cuba
La oscura leyenda del conde Barreto en Cuba

AREQUIPA, Perú.- Algunas personas trascienden su tiempo y espacio a causa de acciones heroicas, gran talento o buenos valores, mientras otras lo hacen, precisamente, por todo lo contrario. La historia suele recordar tanto a héroes como villanos, vencedores y perdedores. La leyenda del conde Barreto en La Habana del siglo XVIII pertenece a ese grupo que se ha perpetuado por ser infame y tenebrosa.

Jacinto Tomás Barreto y Pedroso, conocido como el regidor perpetuo y alcalde mayor de la Santa Hermandad, así como el primer conde de Casa Barreto, se ganó una reputación temible en su época. Era implacable con los esclavos, pero su malicia alcanzaba extremos aún más oscuros cuando se trataba de negros fugitivos capturados en sus rancherías.

Asimismo, bajo el disfraz de actos caritativos, el conde también reunía a grupos de mendigos en el patio de su mansión. Cuando su número era suficiente, incitaba a los perros, que saltaban sobre ellos. Al concluir el macabro espectáculo, Barreto distribuía limosnas y recompensaba a los mendigos más heridos con sumas considerables.

Una de sus mansiones más célebres se erguía en un terreno próximo a Puentes Grandes y la Avenida 51, extendiéndose desde el río Almendares hacia el norte, donde hoy se alzan los repartos Miramar y La Sierra. Los lugareños evitaban aquellos parajes apartados, alegando que una luz misteriosa, de origen desconocido, se posaba sobre los yugos de los bueyes que tiraban de las carretas. Se rumoreaba que en esa zona el conde escondía tesoros inimaginables, enterrados por negros a los que luego mandaba a matar. Sin embargo, dicha fortuna jamás llegó a encontrarse.

En 1971, una tormenta devastadora azotó la región, siendo Mariana una de las áreas más afectadas debido al desbordamiento del río Almendares. Las aguas arrasaron hogares, caminos y puentes de sillería a su paso. La mansión del conde, en Puentes Grandes, sufrió graves daños durante este cataclismo.

De manera intrigante, Barreto encontró su fin en medio de la tormenta, durante la oscura noche del 21 de junio. Terminaba así la era de terror que él mismo había impuesto en la zona. Los restos del conde nunca aparecieron.

A pesar del desastre causado por las inundaciones y el viento, se encontró en el inmueble una figura en relieve de Cristo crucificado, la misma que Barreto solía azotar en sus episodios de perversión extrema. Esta imagen, conocida como el “Cristo de Barreto”, en el 2017 se registraba en la habanera iglesia de María Auxiliadora (esquina a Teniente Rey y Compostela).

La casa de La Ceiba, como también se le conoció, pasó a manos de los descendientes del conde hasta el año 1890. Cuando estos decidieron abandonarla, el antiguo inmueble de lujo se transformó en una casa de vecindad. Trágicamente, la vivienda fue completamente destruida por el ciclón que azotó la zona en octubre de 1944.

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