LA HABANA, Cuba.- El 30 de octubre de 1938 los medios de comunicación fueron responsables de sembrar el pánico en buena parte de la población estadounidense. Esa noche se emitió un programa de radio basado en la novela La Guerra de los Mundos, de H.G. Wells, con la voz del actor y futuro director de cine, Orson Welles.
En los primeros compases del programa los actores precisaron que se trataba de una representación; pero probablemente muchos oyentes se incorporaron tarde, o no estaban prestando atención. Lo cierto es que, minutos después, la audiencia trastocó ficción en realidad. En una escena que hoy podría parecer imposible, miles de personas salieron a las calles aterradas, convencidas de que el mundo estaba siendo invadido por alienígenas.
Orson Welles, el guionista Howard Koch y otros integrantes del Mercury Theatre habían decidido adaptar la novela, trasladando sus peripecias desde Londres a la ciudad de New Jersey. La narración quedó convertida en una noticia, en la cual Welles interpretaba a un científico que explicaba la invasión al supuesto periodista Carl Phillips, interpretado por otro actor. La broma tendría lugar en un programa de radio con música en directo. El plan era interrumpir la transmisión para dar la falsa alarma sobre meteoritos arrasando el planeta Tierra.
La magistral narración, que duró una hora, explicó en detalle cómo las naves enemigas atacaban la ciudad, destruyéndola con sus tentáculos. El segmento culminó con la muerte del reportero en la azotea del estudio de la Columbia Broadcasting de Nueva York a causa de los gases alienígenas.
A la altura del minuto cuarenta, Welles y su equipo recordaron a los oyentes que se trataba de una obra de ficción para celebrar Halloween, pero ya muchas personas habían subido a sus coches y conducían por las principales calles de la ciudad, totalmente congestionadas, tratando de huir.
Las redacciones de los periódicos, comisarías y carreteras colapsaron en cuestión de unas horas. Los mercados se abarrotaron de gente que intentaba comprar provisiones. Esa noche, en un programa semanal que se dedicaba a la adaptación de obras literarias, Orson Welles hizo de La Guerra de los Mundos los 59 minutos más famosos de la historia de las telecomunicaciones.
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