La fábrica de almohadillas sanitarias de Sancti Spíritus, Mathisa, reinició de manera parcial sus operaciones después de ocho meses de cierre casi total. Según informó este miércoles la prensa oficial, en agosto la industria solo funcionó durante 15 días, en los que produjo cerca de 208.000 paquetes de compresas que se distribuirán en la provincia. El resto de los territorios que dependen de la empresa, desde Matanzas hasta Camagüey, quedarán desabastecidos hasta que se logre estabilizar la producción.
En entrevista con el diario oficialista Escambray, el director provincial de Mathisa, Ángel Pozo, declaró que es “imposible” para la fábrica revertir el atraso que ha tenido la producción por la falta de materias primas. Su plan para lo que queda de año es aportar, en conjunto con otras fábricas en La Habana y Granma, 3 millones de paquetes para todo el país.
Estas cifras representan una caída drástica para Mathisa, que a inicios de año había prometido fabricar 4,5 millones de paquetes de almohadillas
Estas cifras representan una caída drástica para Mathisa, que a inicios de año había prometido fabricar, solo en sus instalaciones espirituanas –renovadas en 2021–, 4,5 millones de paquetes de almohadillas, una cantidad muchas veces inferior a la lograda en años anteriores, cuando llegó a producir 14 millones.
Entrevistado por Escambray en junio, Pozo había explicado que, durante los pocos días en que la fábrica estuvo activa este enero, logró producir 560.000 paquetes de almohadillas –número cercano al plan del primer trimestre–, pero a costa de consumir los recursos previstos para el resto del año. “Consumimos toda la materia prima que teníamos en los almacenes porque había déficit del producto y tratamos de adelantar los ciclos de entrega”, justificó entonces.
Actualmente, la industria espera la llegada de materias primas para reiniciar las operaciones, en particular el polietileno, usado para elaborar el plástico que forra la compresa. Si las importaciones llegan, los directivos esperan poder cumplir al menos la cuota prevista para septiembre, de 800.000 paquetes.
Debido a las frecuentes interrupciones, el pasado junio la empresa despidió a 40 trabajadores, “reubicó” a 50 fuera de la unidad y destinó a 20 a labores de “mantenimiento”. Este mes, la producción se hará con un solo turno de trabajadores y de manera escalonada, según arriben las materias primas de países como México y Finlandia.
Las almohadillas de Mathisa, especialmente la línea Mariposa que llega a los hogares cubanos como parte de la canasta básica, son foco constante de críticas entre las clientas, que las describen como ásperas al tacto. A pesar de poseer alas con adhesivo, las compresas se mueven de lugar con el uso, por lo que resultan incómodas, y no son suficientemente absorbentes.
Con la ausencia de almohadillas en las farmacias, muchas cubanas han tenido que recurrir al mercado informal
Con el empeoramiento de la crisis de desabastecimiento y la ausencia de almohadillas en las farmacias, muchas cubanas han tenido que recurrir al mercado informal en el que un paquete de compresas de 24 unidades, de una marca extranjera, ronda los 450 pesos. Las de producción nacional, con precios más bajos entre los 100 y los 180 pesos, tampoco favorecen al bolsillo de la clientela que solía adquirirlas en las farmacias a 1,20 pesos el paquete.
Las compresas también están entre los productos más importados y vendidos por las mipymes que a su catálogo han añadido una amplia gama que van desde las almohadillas menstruales, pasando por los protectores de uso diario hasta llegar a los tampones, la mayoría de ellos comprados en México, Panamá y Estados Unidos.
La prensa oficial, que el año pasado le atribuía la desaparición de las compresas al bloqueo estadounidense, ha evitado mencionar a la empresa vietnamita Thai Binh Investment Trading Corporation, que desde 2019 se instaló en la Zona Especial de Desarrollo de Mariel, con la promesa de fabricar pañales y almohadillas sanitarias para los cubanos. Sus productos, no obstante, se venden actualmente en dólares y online, a través de páginas en las que los emigrados compran productos para sus familiares dentro de la Isla.
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