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Justicia 11J: 62 cubanas permanecen en prisión por razones políticas, más de la mitad son madres

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Justicia 11J: 62 cubanas permanecen en prisión por razones políticas, más de la mitad son madres
Justicia 11J: 62 cubanas permanecen en prisión por razones políticas, más de la mitad son madres

Washington ha subestimado por años a los servicios de inteligencia del régimen de La Habana, que a menudo comparte información con Moscú y Beijing, señala un reporte del diario estadounidense The Wall Street Journal.

El artículo, publicado este sábado bajo el título “Cómo Cuba recluta espías para penetrar círculos internos del gobierno de Estados Unidos”, parte del caso más reciente detectado por las autoridades estadounidenses, la del exdiplomático Víctor Manuel Rocha, quien admitió ante una corte federal en Miami, en febrero pasado, haber servido en secreto al régimen cubano durante décadas.

La de Rocha, recuerda WSJ, fue considerada por el Fiscal General Merrick Garland como una de las “infiltraciones de mayor alcance y más duraderas en el gobierno de Estados Unidos por parte de un agente extranjero” de cualquier país.

Pero el del exdiplomático es “sólo uno de una serie de casos en los que estadounidenses acusados de espiar para La Habana han penetrado prácticamente todos los segmentos de la estructura de seguridad nacional de Estados Unidos”, afirma el diario.

El problema es mucho mayor, dijeron al WSJ exoficiales de inteligencia cubanos y estadounidenses. Según estos últimos, la Dirección de Inteligencia de Cuba es una de las más efectivas del mundo en el reclutamiento de espías, mientras que los equipos estadounidenses responsables de detenerlos carecen de personal y son superados.

Cuba tiene “el mejor maldito servicio de inteligencia del mundo”, dijo al diario estadounidense Brian Latell, ex analista de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), y exjefe de su división de América Latina.

El artículo subraya que las implicaciones del espionaje cubano han sido subestimadas por Washington. La Habana, añade, a menudo distribuye los frutos de sus operaciones de inteligencia entre adversarios más potentes de EEUU, como Rusia y China.

El “genio siniestro” al servicio de la Inteligencia cubana

El diario describe el servicio de espionaje cubano como uno que, siguiendo el modelo de la KGB soviética, “todavía depende de técnicas de espionaje probadas en el tiempo durante la Guerra Fría, como transmisiones de radio de onda corta de alta frecuencia para comunicarse con los agentes y teclados de cifrado de un solo uso para codificar y decodificar mensajes”.

Lo que le ha faltado a La Habana en alta tecnología, lo ha compensado en capital humano, agrega WSJ.

Según Latell, “una de las razones por las que fueron tan buenos es que tenían un genio siniestro a su servicio“, el del fallecido dictador Fidel Castro.

El WSJ cita declaraciones del jefe de gabinete de Raúl Castro durante 12 años, Alcibíades Hidalgo, exiliado en EEUU, que describen cómo la oficina del entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) de Cuba recibiría “montones de documentos originales del gobierno estadounidense” por parte de “topos” sembrados en el Departamento de Estado, el Pentágono y otras entidades importantes.

La información recopilada era tanta que superaba la capacidad de La Habana para procesarla. “No teníamos la capacidad para revisarlos todos”, dijo Hidalgo al WSJ.

Entre los documentos clasificados figuraba desde información de alta tecnología estadounidense y objetivos militares hasta informes de la CIA sobre el fallecimiento de un presidente brasileño al que le fue diagnosticada por error una “diverticulitis”.

Hidalgo dijo al WSJ que Raúl Castro le ordenó alertar sobre esta enfermedad: “Fidel sufre de esto”, le dijo.

Reclutamiento

Uno de los modos empleados por la Inteligencia cubana para reclutar espías entre los estadounidenses fue el de identificar a simpatizantes potenciales.

“Los oficiales de inteligencia cubanos habitualmente se dirigen a los jóvenes, a menudo en el mundo académico, con un tono ideológico sobre el sufrimiento de Cuba bajo el embargo económico de Estados Unidos y otras políticas”, señala el artículo del WSJ, citando a “funcionarios actuales y anteriores”.

“Los cubanos no pagaron mucho y no necesitaban pagar mucho porque podían encontrar personas que simpatizaran”, dijo al diario estadounidense Stuart Hoyt Jr., un ex agente del Buró Federal de Investigaciones (FBI) que trabajó en casos de contrainteligencia cubana.

Tal fue el caso de Ana Belén Montes, analista senior de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) y considerada la espía más dañina de La Habana en el gobierno de Estados Unidos.

Montes, liberada en 2023 tras cumplir 22 años de prisión, fue reclutada por la inteligencia cubana cuando era apenas una estudiante y logró escalar hasta convertirse en una de las principales especialistas sobre Cuba de la inteligencia estadounidense.

Según el FBI, la motivación de Montes para espiar fue puramente ideológica: “No estaba de acuerdo con la política exterior de Estados Unidos. Montes no aceptó dinero por pasar información clasificada, salvo reembolsos de algunos gastos”.

Parte de la información recopilada por Montes durante los 17 años en los que sirvió a La Habana, como el programa satelital espía “Misty”, era de más utilidad para Rusia y China que para Cuba, dijo Jim Popkin, autor de un libro sobre la espía, citado por el WSJ.

Un ex oficial de criptografía cubano, José Cohen Valdés, que desertó en una balsa en 1994, explicó al diario que La Habana clasifica la información de inteligencia que recibe para determinar “qué es útil para sus propios fines y qué podría ayudar a otros países”.

Es así como “todos los agentes que trabajan para Cuba, trabajan indirectamente para gobiernos que son hostiles a Estados Unidos”, dijo el ex oficial de inteligencia cubano al WSJ.

La “punta del iceberg”

Sin embargo, La Habana no ha sido una prioridad para Washigton. La oficina de campo del FBI en Nueva York recientemente tuvo 12 escuadrones de contrainteligencia dedicados a Rusia, pero sólo uno para Cuba, dijo al diario estadounidense Chris Simmons, quien trabajó en casos de contrainteligencia cubana en la DIA.

La etiqueta del FBI para los casos de espionaje cubano era 65J, pero los agentes le llamaban con sarcasmo “65-Junk” (en español, 65-Basura), dijo al WSJ Peter Lapp, un ex agente del FBI que investigó a Montes y escribió un libro sobre el caso

Pero los retos con la inteligencia cubana no fueron solo para el FBI, dijeron los expertos al diario estadounidense. La CIA, subraya el artículo, tuvo sus propios problemas para penetrar en Cuba.

“En 1987, un oficial militar cubano (cuyo nombre en código de la CIA era “Touchdown”) desertó mientras servía en Europa del Este. El mayor cubano Florentino Aspillaga Lombard dijo a sus atónitos asesores estadounidenses que todos menos uno de las cuatro docenas de agentes que la CIA dirigía en Cuba eran “dobles”, secretamente bajo el control del régimen de Castro”, lo que detuvo durante años los esfuerzos de reclutamiento de la CIA en la isla de gobierno comunista.

El WSJ recuerda otras operaciones de inteligencia de La Habana en EEUU, como la infiltración de agentes en bases militares estadounidenses bajo identidades falsas para trabajar en la “Operación Texaco”, o la penetración de grupos de exiliados en el sur de Florida y el derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, matando a cuatro personas.

En diciembre pasado, un grupo de ex oficiales de las Fuerzas Armadas, el Ministerio del Interior, el gobierno y el Partido Comunista de Cuba alertaron en una carta abierta sobre la amenaza creciente de los servicios de inteligencia de La Habana.

Según dijeron, Washington solo ha descubierto “la punta del iceberg” con los casos de Rocha, Montes y otros notorios y exhortaron al gobierno estadounidense a evaluar en detalle el impacto de “la amenaza que representa a la seguridad no sólo del pueblo cubano sino también de los Estados Unidos, el hemisferio occidental y el mundo”.

No son casos aislados o reliquias de la Guerra Fría, como algunos han declarado; al contrario, son el resultado de un trabajo de décadas cuyos réditos exponenciales son difíciles de imaginar”, aseguraron los firmantes.

El mismo Rocha, en conversación con un agente de contrainteligencia encubierto del FBI que se hacía pasar por agente cubano, le dijo que los funcionarios estadounidenses “subestimaron lo que podíamos hacerles”, según una declaración jurada del gobierno citada por el WSJ. Su colaboración con la inteligencia cubana, dijo el exdiplomático, fue “más que un gran golpe”.

A principios de la década de 2000, los servicios de contrainteligencia estadounidenses conocían de más de 100 agentes cubanos reales o potenciales en EEUU, pero no asignaron el personal necesario para investigarlos, dijo Lapp. Los exfuncionarios estadounidenses y cubanos consultados por el diario sospechan que La Habana “todavía dirige agentes dentro del gobierno y la sociedad estadounidenses”, concluye el artículo del WSJ.

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