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¿Hasta cuándo hay que esperar para que en Cuba las vidas importen?

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¿Hasta cuándo hay que esperar para que en Cuba las vidas importen?
¿Hasta cuándo hay que esperar para que en Cuba las vidas importen?

MIAMI, Estados Unidos. – En Estados Unidos, febrero es el Mes de la Historia Afrodescendiente, como mencioné en mi columna anterior. Sigamos hablando del tema respecto a Cuba. Pero antes, es necesario recordar que José Martí nos dijo que “ser cubano es más que negro y más que blanco”, y señalar que semejante afirmación enunciada por un hombre blanco solo hizo más invisibles a los cubanos negros al borrarlos de la definición de identidad. 

Sigamos. Hoy por hoy, el Consejo de Ministros de Cuba lo integran 29 cubanos blancos y apenas cuatro afrodescendientes, el 12%. Díaz-Canel es blanco, Marrero Cruz es blanco, Raúl Castro es blanco, Ramiro Valdés es blanco… Entonces, ¿es o no es el régimen cubano un órgano de control blanco-supremacista? 

El racismo cubano tiene orígenes profundos y manifestaciones crueles. Por solo mencionar un caso, a Juan Esteban Lazo Hernández, presidente del Consejo de Estado, le llamaron por muchos años, burlona e irrespetuosamente, el gori-Lazo. Hoy se sigue repitiendo que “Francia tiene su Mona Lisa, y Cuba su Mono Lazo”, lo que también recuerda la despectiva frase sobre una hipotética mona que se vistió de seda. 

Según el régimen, el censo de 2012 (el último en realizarse) arrojó que el 35,88% de la población cubana es negra y mestiza. No se toma en serio el cálculo extraoficial que sugiere que la cifra real es del 61%, según encuestas de base realizadas por organizaciones independientes en la Isla que abogan por los derechos de los afrodescendientes. El censo también dio que el 64,12% de la población cubana es blanca. ¿En qué planeta?

“La permanencia del racismo en Cuba, y los obstáculos que este presenta, provienen de la ideología de supremacía blanca en la Isla, así como del poder hegemónico racista que se deriva de esa ideología” (tanto en el pasado democrático como en el presente socialista), según explica el Dr. Iván César Martínez, exdiplomático cubano y profesor jubilado de la Universidad de West Indies en Jamaica, en su obra The Open Wound: The Scourge of Racism in Cuba (Ediciones Arawak, 2007).

Por su parte, el periodista Fernando Ravsberg declaró a la antropóloga María Ileana Faguaga que “el racismo es estructural” y que “está tan arraigado en la sociedad que ni siquiera hay legislación complementaria sobre el tema, por lo que el articulado de la Carta Magna se queda en letra muerta”. 

En ese país regido dentro de un enfoque eurosupremacista, las vidas negras siguen sin importar. La violencia contra la población sucede, y para ello están la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), los órganos de la Seguridad del Estado, los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), las llamas “Brigadas de Respuesta Rápida”, las Milicias de Tropas Territoriales (MTT), y los soldados de las Fuerzas Armadas (FAR).

Las protestas masivas del pueblo no ocurrían hasta el 11 de julio de 2021 (11J); fue entonces que se armó la de San Quintín en todo el país. Ya estaban presos Maykel Osorbo Castillo y Luis Manuel Otero Alcántara. Luego del 11J, miles de cubanos fueron arrestados (al presente hay aún 1.150 presos políticos ―según Prisoners Defenders― cumpliendo sentencias extremas, muchos de ellos afrodescendientes). La dictadura no reconoce, como no reconocían la vileza de sus actos los negreros y mayorales de antaño, que es larguísima la lista de black and brown cubanos que ha maltratado, perseguido, fusilado, golpeado, arrastrado, mutilado, torturado, encarcelado, asesinado y marginado desde el principio mismo del proceso revolucionario. Al poder blanco-supremacista hay que refrescarle la memoria.

II

En el principio fue el paredón, y la muerte devino en exterminio. 

Los casos documentados de fusilamientos que mantiene la ONG Archivo Cuba arrojan que 5.732 cubanos fueron ejecutados bajo las órdenes de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara en los primeros años del proceso revolucionario, la mayoría en la prisión de La Cabaña. Afrodescendientes en esa lista consta que al menos hubo siete (quién sabe cuántos más si se tuviera acceso a datos etnográficos). Sus nombres son: Aníbal Correoso, de Holguín; Francisco Pancho Sosa, de Camagüey; Eladio Caro, de La Habana; Armando Pérez, de Santa Isabel de las Lajas; Margarito Lanza Flores, Tondike, de Quemado de Güines; Bienvenido Infante Suárez, de La Habana; y Alberto de la Rosa, Elegguá, de Camagüey.

“Nosotros tenemos que decir aquí lo que es una verdad conocida, que la hemos expresado siempre ante el mundo: fusilamientos, sí, hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando”. Ernesto “Che” Guevara, el blanco argentino, asesino en serie de cubanos, así dijo en su discurso ante la ONU el 11 de diciembre de 1964. Para él, ni las vidas negras ni las vidas blancas jamás importaron. 

Desde los inicios comenzó a ensayarse lo que más adelante se llamaría formalmente la “parametración”; la cultura y la moral obligatoriamente tendrían que ser “revolucionarias”. Y a la vez, muy eurocéntricas. Walterio Carbonell (Jiguaní,1920-La Habana, 2008), el intelectual negro más brillante de Cuba en 1959, fue castigado por su libro Cómo surgió la cultura nacional (1962), en el cual señalaba que el racismo seguía vigente en la Cuba revolucionaria. Acusado de diversionismo, lo enviaron a las granjas de trabajo forzado en Camagüey ―a las UMAP― a cortar caña, luego a un hospital psiquiátrico; y finalmente fue relegado a trabajos menores en los fosos de la Biblioteca Nacional.

También fueron censurados en la primera etapa, entre otros, la cineasta Sara Gómez (Guanabacoa, 1942-La Habana, 1974), el historiador Pedro Deschamps Chapeaux (La Habana, 1913-La Habana, 1994), el antropólogo Rogelio Martínez Furé (Matanzas, 1937-La Habana, 2022), y los dramaturgos Eugenio Hernández Espinosa (La Habana, 1936-La Habana, 2022) y Gerardo Fulleda León (Santiago de Cuba 1942). A Gastón Baquero (Banes, 1918-Madrid, 1997), otro intelectual, poeta y célebre periodista de la Cuba republicana, lo acosaron hasta obligarlo, en el mismo año 1959, a partir al exilio en España, hazaña que logró bajo protección diplomática.

En las UMAP fue internado el cantautor Pablo Milanés (Bayamo, 1943-Pamplona, 2022), a quien, a pesar de su destacada carrera en la Isla, el régimen mantuvo vigilado cuidadosamente. Y qué decir del trato que recibió el cineasta Nicolás Guillén Landrián (Camagüey, 1938-Miami, 2003) ―Nicolasito para sus íntimos―, sobrino del poeta Nicolás Guillén y uno de los mejores expedientes de la Escuela de Servicio Exterior (1960), de donde fue excluido. A pesar de ser constantemente marginado y perseguido, logró realizar 13 documentales, algunos premiados en el extranjero, que siempre fueron vetados por la Seguridad del Estado. En las décadas del 70 y el 80 del siglo pasado fue arrestado repetidas veces; el régimen lo internó en el Hospital Psiquiátrico de Mazorra, donde le aplicaron ocho tratamientos de electrochoques para “curarle” su diversionismo ideológico. Esta tortura lo dejó afectado hasta el fin de sus días.

En 1969 fue arrestado por su oposición al régimen y condenado a 15 años de prisión Ernesto Díaz Rodríguez, natural de Cojímar. En 1968 había sido capturado por el Ejército cubano cuando intentaba infiltrarse en la Issla en una operación de la organización Alpha 66. Fue condenado a 15 años, pero en 1974, fue acusado de conspirar desde la cárcel y condenado a otros 25 años de prisión. Una condena de 40 años en total. En 1989, el PEN Club de Francia inició gestiones por su libertad, que apoyaron los PEN Clubs de Inglaterra y Estados Unidos, y una larga lista de mandatarios del mundo libre y otras personalidades. Fue puesto en libertad en 1991, y abandonó Cuba rumbo a Estados Unidos, no sin antes haber pasado 22 años como preso político.

Esteban Luis Cárdenas (Ciego de Ávila, 1945-Miami, 2010), poeta y narrador, fue expulsado de la Universidad de La Habana por diversionismo ideológico en 1966. En 1978, fue condenado a 15 años de cárcel por intentar asilarse en una embajada. Liberado al año, partió al exilio durante el éxodo del Mariel.

En los más de 30 años de lo que se llama el presidio político histórico, que incluyó a más de 200.000 hombres y unas 7.000 mujeres y dio paso al presidio plantado, muchos de los presos eran black or brown.  Fueron golpeados, torturados, y se declararon en huelga de hambre en incontables ocasiones. Cumplieron penas inhumanas por oponerse al castrismo: Eusebio Peñalver Mazorra, exteniente del Ejército Rebelde, que fue sentenciado en la Causa del Escambray a 28 años de prisión y cumplió hasta el último día; Antonio López Muñoz, de la misma causa, 27 años en prisión; Ramón San Román, 24 años preso; Roberto Azcuy, 21 años; Rolando Gastón, 21 años… entre otros.

Desde el surgimiento de diversos grupos opositores, se han visto hostigados, vigilados, desalojados de sus casas, detenidos arbitraria y periódicamente, y algunos obligados al exilio: periodistas independientes como Tania Quintero y su hijo Iván García Quintero; el exprisionero político y activista de derechos humanos Luis Felipe Rojas Rosabal; la activista y exprisionera política Sonia Garro; Victoria Ruiz-Labrit, presidenta de la Unidad Femenina Cubana y fundadora del Comité Cubano de Opositores Pacíficos Independientes, objeto de un estruendoso acto de repudio en agosto de 1995; los fundadores de las bibliotecas independientes Berta Mexidor y Ramón Humberto Colás, y la fundadora del Centro de Información Legal Cubalex, Laritza Diversent.

El hostigamiento de opositores y disidentes ha sido una constante. Ahí están los casos de Jorge Luis García Pérez, Antúnez, 17 años en presidio, prisionero de conciencia de Amnistía Internacional (AI), veterano de huelgas de hambre. Su hermana, Berta Antúnez Pernet, fundadora del Movimiento Nacional de Resistencia Cívica “Pedro Luis Boitel”, fue objeto de acoso y vigilancia por su activismo a favor de su hermano y por los derechos humanos. Hay que mencionar a Francisco Herodes Díaz Echemendía, preso político desde 1990, compañero de prisión de Antúnez, que fue víctima también de las peores torturas y maltratos, y que ha denunciado, desde el sitio Hablemos Press, el racismo que sufren los presos negros en las cárceles del régimen.

Luego de diversos arrestos arbitrarios, el doctor Oscar Elías Biscet fue condenado en 1999 a 25 años de prisión por supuestos crímenes contra la soberanía nacional. Fue declarado prisionero de conciencia por AI. Ha recibido varios premios por su activismo pacífico y aunque sigue acosado por Seguridad y el régimen no le permite viajar fuera del país, por ahora está libre.

En 1995, representantes de más de un centenar de organizaciones disidentes se unieron para fundar Concilio Cubano, y convocaron para el 24 de febrero de 1996 un congreso. La Seguridad del Estado impidió que Concilio Cubano sesionara, acosando, golpeando, deteniendo a muchos de los participantes. A su presidente, el abogado Leonel Morejón Almagro, y a su cofundadora, Mercedes Parada Antúnez, ambos afrodescendientes, los arrestaron. Morejón Almagro, que es también fundador del movimiento ecologista Naturpaz, fue sentenciado a seis meses de cárcel. Por razones de salud, Parada Antúnez fue hospitalizada. 

En 1997, Félix Bonne Carcassés (1939-2017) y Vladimiro Roca Antúnez (La Habana, 1942), miembros del Grupo de los Cuatro y coautores del documento La Patria es de todos, fueron detenidos por 19 meses y en 1999 condenados por sedición a cuatro años de cárcel. Todos fueron declarados prisioneros de conciencia por AI. Bonne había sido expulsado anteriormente de su cátedra en la CUJAE. En 2005 fue detenido otra vez, cuando ayudó a organizar la primera reunión de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil.  Roca, exmilitar y economista, fundó el aún no legalizado Partido Social Demócrata de Cuba, y ha recibido reconocimiento internacional por su activismo.

Otro cubano negro prisionero de conciencia de AI fue Guillermo Fariñas (Santa Clara, 1962), psicólogo, opositor y periodista independiente, a quien se le ha prohibido ejercer como profesor y ha sido confinado en hospitales psiquiátricos. Fue condenado a 20 meses de cárcel en 1995 por sus ideas políticas y en 1997 se le condenó a 18 meses adicionales. En 2002, luego de ser atacado por agentes de la Seguridad del Estado, fue sentenciado a siete años de cárcel. El doctor Fariñas ha realizado un total de 23 huelgas de hambre y ha cumplido más de 11 años en presidio. En 2010, el Parlamento Europeo le otorgó el Premio Sájarov por la Libertad de Expresión.

Y no se puede olvidar a Cecilio Monteagudo Sánchez, periodista independiente y exprisionero político, activista hostigado y objeto de detenciones arbitrarias por su trabajo con el Movimiento Cubano Reflexión.

III

Del Grupo de los 75 de la llamada Primavera Negra (abril de 2003), al menos 10 eran afrodescendientes: el sindicalista Iván Hernández Carrillo, los periodistas independientes Ángel Moya Acosta (preso político anteriormente), Jorge Olivera Castillo, Osvaldo Alfonso Valdés y Omar Pernet Hernández; los activistas de derechos humanos Eduardo Díaz Fleitas, Arnaldo Ramos Lauzerique, Alejandro González Raga, Alfredo Domínguez Batista y Manuel Valdés Tamayo. Valdés Tamayo, sentenciado a 15 años, murió de enfermedad pulmonar como resultado de la negligencia médica sufrida en presidio, a la que se sumó la del hospital en cuya unidad de cuidados intensivos estaba ingresado, y de donde fue dado de alta prematuramente. Cinco días después, el 10 de enero de 2007, esta vida negra cubana se extinguió.

El 11 de abril de 2003 resucitó el paredón de fusilamiento en la prisión de La Cabaña. Ese día, con saña de mayorales, fueron fusilados tres cubanos negros por intento de secuestro de una lancha para escapar del país. No hubo muertos, ni heridos en el atentado. La sentencia, según el capataz en jefe, Fidel Castro, serviría de escarmiento. Juicio sumario de tres días, apelación denegada de un día, ejecución a los nueve días del suceso, luego de que el Consejo de Estado —con el máximo black Esteban Lazo a la cabeza— ratificara la condena. Sin siquiera volver a ver a sus madres —sin que esas madres pudieran abrazar a sus hijos por última vez— fueron fusilados Lorenzo Enrique Copello, de 31 años, Bárbaro Leodán Sevilla García, de 22 años, y Jorge Luis Martínez Isaac, de 40 años.  

Y está el caso de Orlando Zapata Tamayo (Santiago de Cuba, 1967-La Habana, 2010), obrero de la construcción y activista político, veterano de varias huelgas de hambre, que fue condenado a 36 años de prisión en 2003. Amnistía Internacional lo declaró prisionero de conciencia. Murió luego de 85 días en huelga de hambre el 23 de febrero de 2010.

Al tiempo de la Primavera Negra y de los citados fusilamientos, surgió el movimiento Damas de Blanco, un resuelto y decidido grupo de cubanas —madres, esposas, hijas, hermanas de los 75— que irrumpieron en el espacio público de la Isla el domingo 11 de mayo 2003 en protesta pacífica por la injusticia judicial. De ellas, muchas son afrodescendientes, y sufren la inquina y el odio del régimen y de sus turbas en todo el país: su actual presidenta, Berta Soler, es objeto de actos de hostigamiento y de violencia perennes, como también lo son Nancy Alfaya, Asunción Carrillo, Jacqueline Bony, María Josefa Blanco, Jacqueline Heredia, Marta Sánchez Sánchez y Aymara Nieto Muñoz, actualmente presa política y también activista de la UNPACU. 

También integra las Damas de Blanco Ivonne Malleza Galano, arrestada en 2011 junto con otros en una protesta, y declarada prisionera de conciencia por AI, lo que causó su liberación a los 45 días. Y Xiomara Cruz Miranda, condenada en 2018 a un año y cuatro meses de prisión, que por negligencia médica en la cárcel contrajo tuberculosis. Fue liberada gracias a una visa humanitaria; los médicos en el Hospital Jackson Memorial de Miami hallaron en su cuerpo residuos de químicos que, a todas luces, le fueron inyectados en prisión.

También en prisión, cumpliendo una condena de cuatro años por “desacato” y “desorden público”, está el activista Silverio Portal Contreras, que ha perdido la vista de un ojo por golpes recibidos a manos de sus carceleros. Y también cuenta el reciente caso de Adrián Curuneaux Stivens, miembro del Movimiento Opositores por una Nueva República (MONR) que fue detenido el pasado 23 de mayo y recién trasladado a la prisión de Valle Grande. Cumple una condena de 11 años.

Desde 2013 se encuentra en prisión el opositor Bianko Vargas Martín, quien ese año fue declarado prisionero de conciencia por AI y en 2016 fue condenado a otros 15 años. El activista de UNPACU y de Cuba Decide se ha declarado en huelga de hambre; su madre ha advertido que está muy mal de salud. También en 2016, Yosvany Sánchez Valenciano fue sentenciado a cinco años y nueve meses de prisión por supuestos delitos de “desacato” y “desorden público”.

En mayo de 2014, la activista y bloguera Yoani Sánchez fundó el periódico 14ymedio, con sede en La Habana, con su esposo, el periodista independiente Reinaldo Escobar. El equipo de 12 periodistas independientes ha sido objeto de represión, acoso, detenciones arbitrarias, golpizas, órdenes de arresto domiciliario. Luz Escobar, hija de Reinaldo, se tuvo que exiliar en España. El régimen considera que 14ymedio es un enemigo de Cuba que colabora con EE.UU. para desestabilizar y calumniar al país. 

En el año 2000, se fundó el capítulo de Cuba de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR). A partir de 2017, arreció el hostigamiento contra campesinas negras, que han sido periódicamente detenidas de forma arbitraria. Algunas de ellas son Paula Araceli Girón Castro, Yenisleidis Peralta Álvarez, Yuneisis Amaya Arias y Osmayda Estrada Rivery. No es solo que todas las activistas de FLAMUR sean hostigadas constantemente, sino que desde 2013, las guajiras black and brown han sido objeto de maltrato físico y decomiso de insumos donados para su labor como cuentapropistas en el campo y para la subsistencia de sus familias y comunidades.

¿Y qué decir del constante acoso y los arrestos arbitrarios de los activistas del Comité de Integración Racial (CIR), sus coordinadores Juan Antonio Madrazo Luna y Juan del Pilar Goberna, la también miembro de la Red Femenina de Cuba Marthadela Tamayo, y Dunia Medina? ¿O la vigilancia y los obstáculos al proyecto Nuevo País, que preside Manuel Cuesta Morúa? ¿Y el acoso y las detenciones arbitrarias de los integrantes de Cubalex Yaremis Flores y Julio Ferrer?

Es relevante al caso de George Floyd el arresto de David Llorente Miranda, el opositor negro que el 1ro. de mayo de 2017 corrió por la Plaza de la Revolución envuelto en una bandera americana. Fue arrastrado y llevado hasta un carro patrulla que lo trasladaría a la estación de Zapata y C. En esa trayectoria, le viraron la cabeza como para ahorcarlo. Al decirle a los policías que lo estaban asfixiando, ellos le contestaron: “Sí, esa es la intención, que tú te mueras”. Luego de los trámites en la unidad de la PNR, Llorente fue llevado al Hospital Psiquiátrico de Mazorra, donde lo tuvieron internado y bajo tortura psiquiátrica durante un año. Fue deportado a Guyana, en contra de su voluntad; allí obtuvo amparo de la Oficina para la protección de Refugiados de Naciones Unidas. 

Los movimientos de música hip hop y rap también sufren acoso y obstrucción constante. Esto aplica a hombres y mujeres por igual, como evidencia el acoso al grupo Krudas Kubensis, que en un final tuvieron que optar por emigrar. Esa es la realidad que enfrenta desde hace años David Omni (Omni Zona Franca), Amaury Pacheco (Poesía sin fin) y los artistas y escritores del Movimiento San Isidro, particularmente Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel Osorbo Castillo, que fueron arbitrariamente detenidos y sirven prisión en la actualidad. También ha sido detenido y es hostigado por las autoridades el académico Enix Berrio Sardá, fundador y director del Centro de Estudios Políticos sobre Transición Democrática (CEPATD), activista de derechos humanos y asesor legal del Movimiento San Isidro, así como miembro de la Mesa de Unidad de Acción Democrática (MUAD).

Y el caso de actualidad: la muerte en prisión, por falta de atención médica, de Yoleisy Oviedo Rodríguez, de 42 años, fallecida el pasado 11 de febrero en la Prisión de Mujeres de Occidente, conocida como El Guatao, donde cumplía una sentencia de cinco años. Oviedo fue detenida el 10 de octubre de 2022 por manifestarse contra los apagones en Güines, Mayabeque. Era madre de dos hijos. 

Los más tristes ejemplos los he dejado para el final. Las vidas negras que menos importan en la Cuba socialista son las de los niños que padecen la negligencia y desidia que le toca al paupérrimo pueblo; todos esos para quienes no se construyeron los palacios del poder racista que son, por ejemplo, el Gran Hotel Manzana Kempinski y la Torre K: el adolescente Ángel Izquierdo Medina, de 14 años, natural de Mantilla, a quien un teniente jubilado de la Seguridad del Estado asesinó de un balazo por robarse unos mamoncillos; o las tres niñas negras ―María Carla Fuentes (12 años), Lisnavy Valdés (12 años) y Rocío García (11 años)―, que murieron aplastadas cuando se desplomó un balcón en el barrio black and brown de Jesús María.

Con una población carcelaria de 90.000 personas (se estima que el 85% es afrodescendiente), cabe preguntar: ¿hasta cuándo hay que esperar para que en Cuba las vidas negras importen?

Nota de la autora: Gracias a Janisset Rivero (Centro para una Cuba Libre), Victoria Ruiz Labrit (activista de DD.HH.), Magdelivia Hidalgo (Fundación de Derechos Humanos en Cuba), María Werlau (Archivo Cuba) y Ángel De Fana (Plantados hasta la Libertad) por su colaboración para identificar a algunas de las víctimas mencionadas en este texto.

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