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“Es muy duro ver a mi hija presa”: Madre de la presa política Lizandra Góngora

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“Es muy duro ver a mi hija presa”: Madre de la presa política Lizandra Góngora
“Es muy duro ver a mi hija presa”: Madre de la presa política Lizandra Góngora

ISLA DE LA JUVENTUD, Cuba. – Marlene Espinosa Fonseca ni siquiera tiene vivienda propia, vive en casas prestadas en un pueblo a 20 kilómetros del centro de Nueva Gerona, en la Isla de la Juventud; trabaja como cocinera en un comedor benéfico de una iglesia cristiana. Apenas tiene recursos, pero logra reunir todos los alimentos que puede y, cada 15 días, se los lleva a su hija, la presa política Lizandra Góngora Espinosa, quien se encuentra en la prisión Los Colonos del municipio especial. 

Góngora Espinosa, de 38 años de edad, cumple una condena de 14 años de privación de libertad por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021 (11J). Fue acusada de los presuntos delitos de “sabotaje”, “robo con fuerza” y “desorden público”. En marzo de 2023 fue trasladada de la prisión El Guatao, en La Habana, a la de la Isla de la Juventud, en donde reside su madre, sus hermanos y su hija mayor. 

Es la única presa política en esa prisión, en la que comparte espacios con prisioneras comunes. 

“Allí hay presos que tienen causas más grandes que la de ella y tienen menos años de prisión. Por ejemplo, hay una mujer que mató a su niña y le echaron ocho años de cárcel; sin embargo, a Lizandra la condenaron a 14, y tiene cinco hijos. Y así, cosas injustas”, dijo a CubaNet Marlene Espinosa Fonseca.

La presa política ha llegado a tener problemas con algunas de esas reclusas, pero comenta su madre que trata de no contarle durante las visitas para no preocuparla. También la Seguridad del Estado amenaza a quienes se acercan a ella. 

“Cuando ven que su compañera de celda conversa mucho con ella, enseguida se la llevan, le reclaman que hable con Lizandra porque es una contrarrevolucionaria, incluso llaman a los familiares de esa reclusa para darles las quejas”, refiere la madre. 

La intención es aislarla también dentro de la prisión. Su madre cuenta igualmente que la presa política se queja de las condiciones y los maltratos, y de que es constantemente vigilada. 

“Todo el tiempo, a donde quiera que va, le están tirando fotos”, asegura Espinosa Fonseca. 

Por ejemplo, en los matutinos del penal se ve obligada a participar y “siempre le están tirando fotos”. 

“Hago todo lo que puedo por ella, quisiera poder hacer más, es muy duro verla presa”, sostiene Espinosa Fonseca. 

Sobre su relación con los oficiales de la Seguridad del Estado que llevan el caso de Lizandra, afirma: “Siempre les he dejado claro cómo pienso y que, cometa el error que cometa, esa es mi hija, sobre todas las cosas. Digan lo que ellos digan, la razón siempre la voy a tener yo con ella, no con ellos. Nunca he colaborado con nadie”. 

Delicado estado de salud

En marzo de este año, a Lizandra le diagnosticaron un fibroma uterino de cinco centímetros de tamaño. Esto, unido a otros padecimientos médicos como sicklemia e inflamación de los ganglios de las cuerdas vocales, complican su estado de salud. 

Su madre logró conseguirle algunos medicamentos para frenar tanto los dolores como el sangramiento. Asimismo, Lizandra comenzó a tener “sus pequeños cuidados”, como evitar hacer fuerzas.

Según su madre, en las últimas consultas médicas le dijeron que el fibroma había desaparecido repentinamente. 

Debido a sus condiciones de salud, Lizandra no puede trabajar, se pasa los días y las horas encerrada en su celda. “Ella no sale para nada, a no ser para ir al médico o a coger el sol o al comedor”.

La madre afirma igualmente que ha bajado mucho de peso. “Ella no me habla de la comida de allí, porque ella no come en el comedor, ella come las comidas que yo le llevo cada 15 días. Solo va a buscar el pan o alguna fruta que den como melón”, refiere.  

“Siempre está triste”

Lizandra Góngora tiene cinco hijos: la mayor, de 21 años de edad, vive cerca de su abuela, en la Isla de la Juventud; el siguiente, de 17 años, vive con su padre en La Habana; los tres más pequeños están al cuidado de su padre en el municipio Güira de Melena, provincia de Artemisa, a más de 130 kilómetros de la Isla de la Juventud. 

El último año y siete meses, Lizandra ha podido ver a los pequeños en escasas ocasiones pues el traslado debe ser por barco, previa reserva de pasaje, y se les dificulta tanto por la lejanía como por los recursos necesarios, la escuela y otras complicaciones ajenas como suspensiones de los viajes por mal tiempo.

Esta situación, según la madre de la activista, la mantiene afligida. “Ella siempre está triste ―asegura―, tanto por la soledad como por la lejanía de sus hijos”.  

Respecto a los niños, sus nietos, Marlene dice que no están bien: “De todo, lo que más sufro es esto. Ellos podrán tener salud, los cuida su papá, pero no están bien porque mamá siempre hace falta. Esos niños friegan, lavan, barren, se visten y peinan solos y a su manera, hacen de todo. Ellos no son felices”. 

“Lo más triste de toda esta causa son ellos. Y no están psicológicamente bien tampoco porque están sufriendo la ausencia de su mamá”, añadió.

“Hace falta algo más”

A Marlene le preocupa toda la situación por la que está atravesando su hija mayor y sus nietos. Afirma que Lizandra ha llegado a decirle que se va a suicidar y que se siente excluida pues la tratan “como si fuera lo más malo que puede haber en el mundo”.

Su madre intenta darle fuerzas: “Siempre le digo ‘Eso no es así, porque las que están al lado tuyo mataron, robaron, y tú no hiciste nada, tú solamente saliste a reclamar tus derechos’”. 

Con mucho dolor, pero siendo realista, Marlene reconoce que no tiene esperanzas de que Lizandra pueda ser liberada antes de cumplir la condena. “Creo que hace falta algo más”, sentenció. 

Asimismo, afirma que su hija es inocente, al igual que todos los presos del 11J. 

“Es cierto que algunos cometieron muchos errores como meterse a robar, pero reclamar derechos no es malo; si todos los cubanos hubiéramos salido a reclamar nuestros derechos, como nos corresponde, yo sé que hoy estuviéramos mejor. Hubo violencia, es verdad, hubo cosas que no tenían que haber pasado, pero si todos hubiésemos salido a reclamar nuestros derechos, los que tenemos como ciudadanos, como personas, yo pienso que estaríamos mejor”, terminó.

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