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El “Sur Global” y los negociantes del Tercer Mundo

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El “Sur Global” y los negociantes del Tercer Mundo
El “Sur Global” y los negociantes del Tercer Mundo

LA HABANA, Cuba. — La bacanal del Grupo de los 77 más China celebrada en La Habana los días 15 y 16 de septiembre, que embriagó de promesas y esperanzas a representantes de más de 100 países del llamado “Sur Global”, continuó en Nueva York durante el 78 período de sesiones de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

A muchos de los asistentes a dichos eventos, que son como amigotes de un mismo club, se les siente el tufo etílico de una borrachera política cuya resaca socio-económica será pagada por los pueblos de sus países, que padecen monarquías brutales, dinastías étnicas ancestrales, regímenes corruptos o dictaduras al estilo de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

¿Estos mandatarios creen, en su delirium tremens, que con discursos y declaraciones se pueden restañar las heridas dejadas por el colonialismo, los conflictos étnicos y tribales, el fanatismo religioso, el caudillismo, las corruptelas gubernamentales y las dictaduras? ¿Están tan alejados de la realidad que creen que montándose en un avión para ir a reclamar el derecho al desarrollo de sus países a los gobernantes de otras naciones reunidos en Bruselas, París o New York, resolverán las críticas condiciones materiales y las desventajas de los países del Sur?

Suenan huecos e irreales los discursos que hablan de solidaridad. No imagino a los tutsis cambiando yerbas y cocos por un camión de arena de una tribu de tuaregs, ni a los hutus enviando automóviles al rey de Tonga o leche condensada a un hospital en Manatí, Cuba.

¿Esperarán que un brujo nabuleyengue y un hechicero bantú puedan solucionar la situación creada por los golpes de estado en Níger o Gabón?

Mucho le gusta hablar al mandatario cubano Miguel Díaz-Canel de la innovación científica y tecnológica como solución para los problemas de los empobrecidos países del Sur. ¿Cómo se aplicará, por ejemplo, en Bolivia? ¿Incentivando conjuros contra la sequía, con el presidente Luis Arce reconciliado con Evo Morales para juntos saltar y aullar alrededor de una hoguera, pidiendo que la Pachamama les traiga lluvia abundante? ¿De qué manera el chamán de una tribu amazónica puede detener la deforestación, la contaminación y la extinción de las especies animales de la selva y los ríos? ¿Con cruces de ceniza en el suelo y lanzando flechas al cielo? Detrás de la mayoría de  estos discursos lo que hay es pura politiquería.

Las utopías son válidas mientras no se utilicen como pretexto para que una casta privilegiada se aferre al poder. Los cubanos sabemos, por amarga experiencia propia, cuánto les importa la situación del pueblo a nuestros panzudos gobernantes. Jamás me he enterado de que un huracán o la crecida de un río se hayan llevado por delante la casa de un secretario municipal del Partido Comunista. Tampoco se ha visto a un dirigente haciendo cola para comprar comida. Pero escuchen a Díaz-Canel quejándose, ante el pleno de la ONU, del cambio climático y de la crítica situación en que viven los cubanos por culpa del bloqueo.

Razón tenía el expresidente uruguayo José Mujica cuando en una de las tantas y olvidables reuniones para el progreso del sur, dijo: “Hablamos mucho de nuestra pobreza, pero a estas cumbres los presidentes asisten en flamantes Mercedes Benz y solo nos hacemos fotos”.

Que no esperen ayuda de China los países en desarrollo. Los comunistas chinos aspiran a convertir en siervos, luego de endeudarlos, a los países del Sur Global. Y no solo a ellos: también a los países del Norte que resbalen en la ruta de la seda y se dejen abrasar por las llamas del dragón.

Escapar de la boca del león de la Metro Goldwin Mayer para caer en la boca del usurero dragón comunista no es recomendable para ningún país. El neocolonialismo de shop-suey, maripositas chinas, perritos pekineses y ómnibus Yutong los dejará atrapados tras la Gran Muralla, que, para entonces, al paso que van los camaradas de Beijing, se extenderá desde la Plaza Tiananmen hasta Washington, Buenos Aires y Rio de Janeiro.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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