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El Parque Trillo en La Habana, donde la comida y la basura se dan la mano

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El Parque Trillo en La Habana, donde la comida y la basura se dan la mano

Poco después de instalados los primeros quioscos, la proximidad de los desechos y sus malos olores provocaron el reclamo de vendedores y clientes

Juan Diego Rodríguez, La Habana |

El céntrico parque no parece estar entre las prioridades de la Empresa de Comunales de la capital cubana. (14ymedio)
El céntrico parque no parece estar entre las prioridades de la Empresa de Comunales de la capital cubana. (14ymedio)

“¡A mí no me van a pagar por esto!”, gritaba este sábado en la mañana un hombre que echaba en un contenedor parte de la basura que se desbordaba a pocos metros de la feria agrícola del Parque Trillo, en Centro Habana. En el mismo espacio, plátanos burros y bolsas de desperdicios casi se juntan. La cola para el arroz serpenteaba junto a una montaña de desechos. Las moscas iban, una y otra vez, desde la tarima de una mipyme con queso y leche en polvo a la cochambre acumulada en la calle.

El céntrico parque, alejado de las avenidas principales y ubicado en una zona con residentes de bajos ingresos, no parece estar entre las prioridades de la Empresa de Comunales de la capital cubana. La barriada no se encuentra entre las beneficiadas con el retiro de más de 17.000 metros cúbicos de basura que, según las autoridades habaneras, se lleva a cabo diariamente, “una cifra que no llega a la mitad del total que generan los municipios de la ciudad”.

En la fila más cercana, los compradores optaron por sacudirse las moscas y algunos se colocaron un pañuelo o la mano en la nariz para evitar la peste

Poco después de instalados los primeros quioscos esta mañana, la proximidad de los desechos y sus malos olores provocaron el reclamo de vendedores y clientes. Unos minutos más tarde, un hombre con gorra oscura y una pala intentó recolectar algunos de ellos en un contenedor azul desvencijado que sólo estaba parcialmente lleno. De mala gana y refunfuñando, aclaró que aquella no era su responsabilidad y que no iba a recibir ni un centavo por tan ingrata tarea.

Pero unas pocas paletadas de inmundicias apenas aliviaron el problema. En la fila más cercana, los compradores optaron por sacudirse las moscas y algunos se colocaron un pañuelo o la mano en la nariz para evitar la peste. “Aquí en La Habana vamos a tener que volver a usar el nasobuco, pero no por el covid, sino por la peste que se siente en todas partes”, se quejó una señora. La nueva pandemia que azota a la capital cubana no es un virus, sino la crisis. Se contagia a través de la desidia, su caldo de cultivo es la falta de combustible y se ceba, también, en los seres humanos que habitan la urbe.

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