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El Gato Tuerto: espacio esencial de la bohemia habanera

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El Gato Tuerto: espacio esencial de la bohemia habanera
El Gato Tuerto: espacio esencial de la bohemia habanera

AREQUIPA, Perú – Situado en la calle O, en el corazón del Vedado habanero y casi frente al icónico Hotel Nacional, El Gato Tuerto se erige como un testigo silencioso de noches interminables. Secretos compartidos entre murmullos y melodías.

Bohemios y faranduleros coinciden en que las noches más extensas en la capital de la Isla pueden vivirse en ese local. Al respecto, el narrador Hugo Luis Sánchez desentraña el misterio al revelar que la clave de su éxito reside en la combinación perfecta de un restaurante en los niveles superiores, y un café concert en la planta baja.

Al salir del lugar, el malecón se convierte en el escenario elegido por los habaneros para jurarse amor sobre su ancho muro, bajo la luz de la luna y el eco de las olas.

Los años dorados de la vida nocturna habanera, especialmente entre 1957 y 1958, vieron el auge de cabarets de lujo como Tropicana, Montmartre y Sans Souci.

La ciudad se destacaba en el panorama mundial con producciones fastuosas y shows que rivalizaban con los de París o Montecarlo. Nuevos hoteles y cabarets emergieron, marcando una época de esplendor.

Sin embargo, a mediados de la década de 1960, en las proximidades de la Rampa habanera, surgieron pequeños locales que rompían con la convencionalidad de los grandes cabarets. Estos lugares más íntimos y desenfadados ofrecían descargas espontáneas de música y la posibilidad de disfrutar del talento de artistas locales sin la pompa de grandes producciones.

El 31 de agosto de 1960 marcó un hito con la apertura de El Gato Tuerto, concebido por Felito Ayón, también creador de La Bodeguita del Medio. La vieja casona de la calle O se transformó en un espacio donde la luz permitía la lectura y la escritura, con exposiciones de pintura, venta de libros y discos.

Figuras como Elena Burke, Frank Domínguez, y Doris de la Torre, entre otros, contribuyeron a forjar la identidad única de este lugar.

Con casi sesenta años desde su apertura, El Gato Tuerto ha resistido el paso del tiempo. La antigua casona ha sido cuidadosamente restaurada, fusionando la esencia del pasado con las comodidades modernas. El ambiente sigue siendo íntimo y acogedor, mientras la música, el arte y la bohemia convergen para ofrecer una experiencia inolvidable.

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