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El equinoccio que casi provocó una guerra termonuclear

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El equinoccio que casi provocó una guerra termonuclear
El equinoccio que casi provocó una guerra termonuclear

MIAMI, Estados Unidos. — El 26 de septiembre de 1983, en el marco de la Guerra Fría, estaban en su punto álgido las tensiones entre Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS). Cuatro años antes, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) había desplegado más de cien misiles atómicos y cabezas nucleares en Europa occidental que, en cuestión de minutos, podían impactar en Bielorrusia, Ucrania, Lituania y Moscú. Habían aumentado las operaciones navales clandestinas y maniobras militares, exacerbando la paranoia del Kremlin. En aquel contexto de extrema hostilidad fue derribado un avión surcoreano de pasajeros que se había extraviado en el espacio aéreo soviético. Murieron 269 personas, entre ellas varios estadounidenses.

El permanente estado de alerta y tensión podía propiciar generar sucesos como el ocurrido un día como hoy, hace cuarenta años, bajo la supervisión de Stanislav Petrov, teniente coronel de las Fuerzas de Defensa Aérea Soviética, cuya misión consistía en observar la red de alerta temprana por satélite. Ante la más mínima detección de misiles entrantes, la respuesta sería un contraataque nuclear inmediato contra Estados Unidos, asegurando la destrucción mutua.

Pasada la medianoche, las computadoras informaron que un misil balístico intercontinental se dirigía hacia la URSS. En lugar de apresurar una respuesta que desencadenaría la tercera guerra mundial, Petrov concluyó que Estados Unidos no lanzaría un solo misil. Si en algún momento la nación norteña se decidía por la agresión, lo haría con un ataque masivo.

En las horas siguientes, la situación se tornaría aún más delicada, pues el radar detectó otros cuatro misiles con rumbo a la Unión Soviética. Una vez más, Petrov se mantuvo en calma y, conociendo que el sistema informático había tenido fallos anteriores, consideró las alertas como erróneas. Su previsión salvó a la humanidad.

Poco después se determinó que las falsas alarmas habían sido provocadas por el equinoccio de otoño: el sol se había elevado en el horizonte hasta el ángulo exacto para que los satélites interpretaran sus señales térmicas como un ataque de misiles.

La serenidad y prudencia de Stanislav Petrov evitó una catástrofe de proporciones inimaginables. Sin embargo, su decisión fue duramente cuestionada por el alto mando soviético. El oficial quedó relegado a un puesto inferior y el error fue ocultado por la URSS.

La verdad se conocería poco después, tras la caída del campo socialista. En mayo de 2004, Petrov recibió el World Citizen Award y en 2006 fue homenajeado en Naciones Unidas por su valentía y ecuanimidad en medio de una grave situación política y militar. 

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