Un grupo de 24 artistas e intelectuales cubanos reclamó este martes, en una carta abierta a la comunidad artística internacional, la indiferencia ante la situación de los presos políticos encarcelados por el régimen de La Habana. El documento, publicado en la revista estadounidense Hyperallergic, denuncia la complicidad de relevantes figuras del mundo del arte que, “seducidos por la fantasía política” del socialismo, continúan viajando a la Isla por invitación del Ministerio de Cultura.
Firmada por personalidades del calibre de Tania Bruguera, Coco Fusco y Hamlet Lavastida, la carta llama la atención sobre la agenda cultural del régimen, que tiene el objetivo de presentar al país como defensor de la creación cuando mantiene a cientos de cubanos encarcelados –muchos de ellos artistas, activistas e intelectuales, subrayan– por manifestarse contra el Gobierno en varias oportunidades.
El régimen de La Habana no se limita a censurar a los creadores dentro de la Isla, añaden, sino que los destierra de las galerías y espacios públicos o, en caso de que vivan fuera del país, hace todo lo posible para desacreditarlos y lograr la cancelación de sus exhibiciones, aprovechando el prestigio de la “utopía socialista” y la “trasnochada narrativa” de la Guerra Fría, que el castrismo aún sabe aprovechar.
El documento, rubricado también por Lester Álvarez, Carlos Aguilera, Sandra Ceballos, Hilda Landrove, Solveig Font, Claudia Genlui, JuanSi González, Camila Lobón, Yanelis Núñez o Julio Llopiz, advierte de que el Ministerio de Cultura ha convocado para el próximo noviembre el Havana Art Weekend, una iniciativa que apunta al bolsillo de “artistas extranjeros y posibles inversores”, en busca de financiamiento para la Bienal de La Habana de 2024.
“El Ministerio de Cultura se esfuerza por atraer a otra claque de figuras de alto nivel a las que persuadir de prestar su apoyo y atraer divisas a una economía que está al borde del colapso”
Otro de los mecanismos oficiales de La Habana para extender su influencia política es permitir que empresas internacionales, como la italiana Galería Continua, abran sedes en Cuba. Con esta estrategia, “el Ministerio de Cultura se esfuerza por atraer a otra claque de figuras de alto nivel a las que persuadir de prestar su apoyo y atraer divisas a una economía que está al borde del colapso”, precisan.
Los artistas lamentan que, entre las polémicas que han sacudido el debate sobre la ética del artista durante los últimos cinco años, ninguna se haya ocupado de Cuba. Las contradicciones morales que implica el apoyo a un régimen como el cubano están al nivel, opinan, de discusiones como la del movimiento feminista #MeToo o las implicaciones en la cultura de la invasión de Rusia a Ucrania.
Sin embargo, la represión ejecutada por el Gobierno, sobre todo a partir de las manifestaciones del 11 de julio de 2021, no ha recibido suficiente atención “como para provocar preocupaciones éticas con respecto a cooperar” con el Ministerio de Cultura.
La carta describe en detalle la situación de los cubanos que residen en la Isla, sometidos a toda clase de penurias y víctimas de la escasez y la burocracia, y recuerda la estampida masiva de cubanos en los últimos años. Además, critica que el régimen haya agregado herramientas legales, como un nuevo Código Penal, para castigar con mayor severidad la disidencia.
La carta describe en detalle la situación de los cubanos que residen en la Isla, sometidos a toda clase de penurias y víctimas de la escasez y la burocracia
Una consecuencia grave de esta criminalización continua de los espacios independientes ha conducido, argumentan, a “crecientes oleadas de represión” contra quienes han alzado su voz. Estas duras realidades no han impedido que el Ministerio de Cultura persista en utilizar el arte para rescatar su imagen pública”, resumen.
Los artistas e intelectuales cubanos han sido uno de los sectores más críticos con el régimen. A finales de abril, decenas de cineastas cubanos arremetieron contra las instituciones culturales oficiales por suspender la proyección de La Habana de Fito, un documental dirigido por Juan Pin Vilar, junto al audiovisual Existen, de Fernando Fraguela y Yulier Rodríguez, y El encargado, de Ricardo Figueredo, en la sede del grupo teatral El Ciervo Encantado.
El reproche de los cineastas se produjo porque las autoridades no dieron “información pública y satisfactoria sobre esta decisión”, además de que posteriormente se presentó “una copia no concluida del documental [ La Habana de Fito] en un programa de la televisión cubana, ignorando la negativa de su director y su productor, y con el propósito explícito de desacreditarlos”.
El malestar de los artistas logró que a finales de junio pasado más de un centenar de directores, guionistas y actores mantuvieran un encuentro con dirigentes del Ministerio de Cultura y el Partido Comunista para encarar la polémica desatada por la censura contra Pin Vilar. Para ese entonces, los profesionales del gremio se habían agrupado en una Asamblea de Cineastas Cubanos, que ha mantenido un discurso crítico hacia las decisiones del régimen en materia cultural.
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