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Cuba: Girar en U

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Cuba: Girar en U
Cuba: Girar en U

LA HABANA, Cuba. – “Voy para Cuba. ¿Qué me recomiendan?”, preguntaba algún turista (o bromista) en redes sociales, y al instante alguien le aconsejó: “Girar en U”. Tanto la pregunta como la más chistosa de las respuestas —hace tiempo viralizadas en un meme— logran hacernos reír, a pesar del drama y los peligros que se intuyen en las advertencias, y hasta en las discusiones en las que quedan desprovistos de argumentos los pocos que, ciegos frente a nuestra triste realidad, intentan defender a la Isla como un destino turístico que aún tiene “algo bueno” que ofrecer. 

Hablan de playas paradisíacas, de paisaje fabulosos, del clima, incluso de los World Travel Awards donde Cuba repite desde 2021 como “Mejor Destino Cultural del Caribe”, una categoría en la cual además fue reconocida recientemente por la plataforma TripAdvisor, que se basa en las calificaciones y opiniones de los usuarios, sin embargo, son bien conocidos tanto el fuerte “cabildeo” del régimen, por medio de sus “amigos incondicionales” —la mayoría empresarios con intereses en Cuba— en torno a quienes organizan estas competiciones, así como el ejército de “cibercombatientes” usados para inundar la internet de comentarios favorables. De modo que el Gobierno de la Isla continúa apostando por el engaño y, lo peor de todo, por el engañarse a sí mismos.

Porque también muchos sabemos de lo que ocurre con esa “variada” programación de eventos culturales plagados de contratiempos y exclusiones, de decepciones, de “ninguneos”, de chovinismos y amiguismos, de trasfondos políticos, de campañas promocionales que crean grandes expectativas pero que luego, con muy raras excepciones, no se corresponden ni con lo recibido por el público ni con esta realidad nuestra donde priman la improvisación, la mediocridad, las envidias, el cliché, la censura, la ausencia de libertad de expresión, la criminalización de todo aquello que no comulga con el poder, que lo critica, lo cuestiona o lo pone en evidencia. 

Una realidad donde, por demás, saquear sin piedad el bolsillo del visitante —sea extranjero o paisano— siempre está en el trasfondo de cada acto porque así es la “naturaleza” depredadora que, a ratos sin darnos cuenta, a ratos muy conscientes de cuán salvaje somos, desplazó esa bondad, esa humildad, esa alegría que décadas atrás caracterizaba a la mayoría de cubanos y cubanas como entre los más hospitalarios del mundo. 

Y mucho de eso, de voluntad por el saqueo, hay en los comentarios de quienes aún sabiendo lo que en verdad ocurre en Cuba, de lo incómoda y poco “disfrutable” en que la han convertido (excepto para esa élite a las sombras del poder que nunca se ha ruborizado al exhibir su nivel de vida), insisten con la invitación a un lugar donde, a pesar de las miserias en que se hunde por días, bien aconsejan algunos llegar “con la ropa en la cartera y el dinero en la mochila”.   

Esgrimen lo que sin dudas son elementos de gran valor para un destino turístico en el Caribe pero callan, con total conciencia de la “trampa” que despliegan, esa montaña de factores negativos capaces de arruinar por completo un producto que para ganar o retener sus valores principales necesita de servicios e infraestructuras que hoy en Cuba se encuentran prácticamente ausentes o en situación de precariedad.

Además de lo que sabemos ocurre con los combustibles, alimentos y medicamentos, del desabastecimiento crónico, están los gravísimos problemas con el transporte público, la ausencia de conexiones aéreas, las carreteras en mal estado y pobremente señalizadas, la (des)atención médica y el ineficiente sistema de urgencias médicas, una política monetaria descabellada en medio de la peor inflación, la higiene comunal en su punto más crítico, el éxodo de personal calificado unido a la emigración masiva, el robo y “desvío de recursos” en las empresas estatales que afecta la calidad de los servicios y se conecta con la falta de mantenimiento en las instalaciones hoteleras, fenómeno que, al igual que otros, se desgaja de esa corrupción “institucionalizada” que atraviesa el sistema (que lo define) y cuya mayor expresión pudiera ser, sin dudas, esa política “oficial” solo en apariencias irracional, absurda, que estimula la construcción de miles de habitaciones, a la vez que abandona las existentes, levantando al unísono  decenas de hoteles vacíos para unas ciudades vacías tanto de turistas como de opciones de recreación, de gastronomía variada, de vida nocturna y, en unos años, de habitantes. 

Porque la emigración masiva, tal como van las cosas, pronto alcanzará ese punto peligroso donde se anunciaría una futura despoblación al estilo de esas aldeas rurales españolas convertidas en pueblos fantasmas, con el agravante nuestro de que no habrá presupuesto para planes de “repoblación” así como tampoco necesidad de hacerlo. ¿Para qué o para quiénes?

Para que una ciudad —y por extensión un país— sea atractiva para un turista primero debe serlo para quienes la habitan, para quienes nacen y hacen su vida en ella aún siendo pobres o ricos. 

A Cuba desgraciadamente la han convertido (aunque creo que gran responsabilidad nos toca en el desastre) en ese lugar del cual casi todos quieren alejarse, en el sitio incómodo, frustrante, asfixiante donde muy pocos desean permanecer porque a pesar de playas, paisajes y buen clima para disfrutarlos nos rodean la imposibilidad, el “no se puede”, el castigo, las amenazas, la trampa, la sensación de haber sido secuestrados y estafados. 

Así, desafortunadamente, es como una mayoría empobrecida, agobiada por carencias materiales y espirituales, percibe el país; así de “fatal” es como se siente dentro de él, y así es como lo recomienda al que le pregunta.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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