SAN LUIS POTOSÍ, México.- En la clausura del tercer periodo de la décima legislatura de la Asamblea Nacional, el gobernante cubano y primer secretario del Partido Comunista, Miguel Díaz-Canel, volvió sobre algunos de sus leitmotivs para abordar la crisis cubana.
En primera instancia, cuando ya lleva varios años de haber sido designado, aseguró: “Corresponde ahora cambiar lo que deba ser cambiado y avanzar en la ruta emprendida hace 65 años para emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos, según el concepto de Revolución que nos legó Fidel”.
Como sacado de un refranero, el gobernante aludió a la aprobación “unánime” de casi todos los acuerdos de la Asamblea Nacional, diciendo que es una “síntesis del país que somos”.
Con la misma retórica en la que suele echar mano de la “resistencia creativa” y otras frases por el estilo, Díaz-Canel hilvanó un discurso lleno de lugares comunes.
La “dictadura del pueblo”
Una vez más, aludió a la “dictadura del pueblo” y dijo: “A Cuba no la dirige una persona, ni siquiera un pequeño grupo de personas. Es una ‘dictadura’ que jamás podrán entender los enemigos de la Revolución: la dictadura de los trabajadores, la dictadura del pueblo que representamos los aquí reunidos por decisión popular. Por eso, lo que discutimos aquí es guía y lo que aprobamos, es ley”.
En su diatriba contra Estados Unidos, que no puede faltar en sus discursos, mencionó que en el Congreso de ese país hay “bandidos” y “servidores de lobistas de las armas y de otros negocios infames”.
Como si hubiera algo de lo que congratularse, además, argumentó que la Asamblea Nacional del Poder Popular tiene un carácter “genuinamente cubano” y “no se paga por horarios extras”, pues el premio por trabajar es “la posibilidad real y práctica de ser más útiles a la sociedad y el reconocimiento del pueblo al que servimos”.
Con su habitual torpeza y poca expresividad, el gobernante ofreció una intervención con las mismas sentencias triunfalistas a las que recurre para sus discursos en público.
Cuba en “guerra”
Asimismo, en su alocución, aprovechó su retórica belicista en la cual Cuba está siendo “atacada” y atraviesa un contexto de guerra.
Según arguyó, la Isla ha estado “minada de bandidos que hoy serían llamados, con justicia, terroristas”, “desabastecida y saboteada constantemente su economía, rotas sus relaciones con Latinoamérica por presiones de los yanquis”, “que nos declararon sus enemigos bajo una avalancha de mentiras exaltadas por la feroz propaganda anticomunista de la Guerra Fría”.
No obstante, y semejante a como lo abordó en su discurso de fin de año, afirmó que aunque las circunstancias son difíciles, serán superadas, porque “difícil no significa insuperable”.
“Es como si llegáramos a la cima de una montaña muy alta por caminos tortuosos. Como tantas veces a lo largo de 65 años, la subida ha sido ardua y por momentos hemos tenido que retroceder, pero llegamos”, recordó el 31 de diciembre pasado.
Su arenga, que pretendía hacer un recuento de lo ocurrido en las sesiones de la ANPP, fue un repaso por los mismos tópicos de sus intervenciones públicas. Con una baja popularidad y un país sumido en la crisis, el gobernante clausuró las jornadas de la ANPP donde se “aprobaron” varias leyes y se constató que la suerte del pueblo cubano la sigue dictando la cúpula del poder comunista.
Este martes, al referirse al proceso de bancarización implementado por su régimen y a problemas de la economía cubana, entre los que reconoció “descontrol”, anunció la creación de grupos de trabajo a nivel municipal para abordar la bancarización y otros problemas como el déficit presupuestario y la evasión fiscal.
“Se nos han acumulado muchos problemas”, admitió Díaz-Canel.
Entre los problemas destacó la falta de disponibilidad de divisas, que afectaría tanto al mercado mayorista estatal como no estatal. “Las divisas que hoy entran al país las empleamos para adquirir alimentos, combustibles para la electricidad y algunos insumos para producir medicamentos”, según Díaz-Canel.
El gobernante también criticó la actuación de ciertas instituciones estatales y la existencia de prácticas corruptas. “Hay un grupo de instituciones del Estado que no cumplieron lo que debían hacer para atender todo esto”, dijo.
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