MIAMI, Estados Unidos. – Durante una entrevista con el periodista Andrés Oppenheimer, Mauricio Claver-Carone, enviado especial del Departamento de Estado de Estados Unidos para América Latina, aseguró que la Administración Trump planea ejercer una estrategia más agresiva y creativa para presionar un cambio político en Cuba.
“Lo peor que uno puede hacer en política hacia Cuba es ser predecible”, afirmó Claver-Carone. Según el funcionario, la administración estadounidense cuenta con un equipo consolidado en el Departamento de Estado, el Departamento del Tesoro y la Casa Blanca para aplicar medidas que ejerzan una presión efectiva sobre el régimen cubano.
Asimismo, destacó que la Isla enfrenta una situación geopolítica adversa, con la pérdida de apoyo de sus principales aliados. “El Gobierno de Cuba tiene menos aliados fuertes globales que nunca”, afirmó, refiriéndose a la actual debilidad de Rusia, China e Irán. Según el funcionario, estos países enfrentan problemas internos y han reducido su influencia en la región, lo que crea una oportunidad para incrementar la presión sobre La Habana.
“La debilidad de Rusia, Irán y China en la región, debido a la guerra en Ucrania, la crisis post-COVID y nuestra política de presión máxima, reduce significativamente el respaldo que el régimen cubano ha recibido en décadas”, explicó.
Presión económica y sanciones secundarias
En cuanto a las sanciones económicas, Claver-Carone señaló que la Administración Trump tiene las herramientas para incrementar la presión sobre el gobierno cubano y sus redes de financiamiento internacional. “No solo aplicaremos una presión directa, sino también una presión secundaria”, indicó. Esto incluiría sanciones a empresas extranjeras que mantengan relaciones financieras con el régimen de La Habana.
“El Gobierno cubano ha sobrevivido gracias a financiamiento externo, pero ahora cada vez más bancos y empresas tienen que decidir entre hacer negocios con Estados Unidos o con Cuba. Y sabemos cuál será su decisión”, afirmó Claver-Carone.
Sobre el papel de la disidencia interna, Claver-Carone expresó que Washington planea respaldar a actores dentro del sistema cubano que puedan incentivar un cambio. “Algunas figuras dentro de los centros de influencia en Cuba podrían tener incentivos para promover transformaciones”, sostuvo, sin dar más detalles sobre cómo se materializaría este apoyo.
Cuando Oppenheimer le preguntó sobre la reducción de fondos a organismos como la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés), lo que podría afectar a grupos de la sociedad civil cubana y medios de prensa independientes, Claver-Carone justificó la decisión argumentando que la reestructuración de la ayuda busca optimizar recursos. “No estoy diciendo que todos los grupos recibirán financiamiento, pero sí los más eficientes y aquellos que realmente generan un impacto”, puntualizó.
El funcionario también comparó la situación de Cuba con la de Venezuela y sugirió que las mismas tácticas aplicadas contra el régimen de Nicolás Maduro podrían ser replicadas en la Isla. “Tenemos credibilidad porque ya lo hicimos con Venezuela. En solo tres semanas hemos tomado medidas contundentes para presionar a Maduro”, afirmó.
En ese sentido, Claver-Carone descartó cualquier tipo de negociación con el régimen cubano que implique concesiones sin resultados concretos. “No vamos a repetir los errores de administraciones anteriores que ofrecieron concesiones a cambio de nada”, afirmó.
El enviado especial del Departamento de Estado dejó claro que la Administración Trump seguirá explorando nuevas formas de presión para lograr un cambio político en Cuba. “Vamos a ser muy creativos con Cuba para empujar un cambio político”, reiteró.
Para Claver-Carone, la clave de la política estadounidense hacia la Isla será la imprevisibilidad. “No podemos permitir que el régimen cubano se anticipe a nuestras acciones. Tenemos herramientas y vamos a usarlas estratégicamente”, concluyó.