“La idea surgió de la desesperación”, fue la respuesta que Roberto Occhiuto, presidente de la región de Calabria (Italia), ofreció a Reuters sobre la contratación de médicos cubanos el pasado agosto para paliar la crisis sanitaria en esa provincia. Según el político, los galenos de otros países no quieren trabajar en la nación europea pues, asegura, ganarían mucho más en países como Francia o Alemania, que ofrecen mayores salarios.
“Lo intenté con médicos albaneses, pero me dijeron que, aunque en Italia pueden ganar entre cinco y seis veces más que en su país, en Alemania podrían ganar mucho, mucho más que eso”, explicó el funcionario a la agencia británica. La Habana, sin embargo, no se hizo de rogar, y rápidamente se firmó un contrato para que este año llegaran a Calabria 497 médicos por un período de tres años, de los que al menos 171 ya se encuentran trabajando en la región.
Aunque las contrataciones generaron malestar entre el personal médico italiano, las autoridades aseguraron que los cubanos “no van a robar ningún trabajo”
Aunque las contrataciones generaron malestar entre el personal médico italiano, las autoridades aseguraron que los cubanos “no van a robar ningún trabajo” y que aumentar el personal era necesario, sobre todo después de la pandemia de covid-19, que puso al descubierto la profunda crisis del sector.
Entrevistada por Reuters, Elizabeth Balbuena, una cardióloga santiaguera que llegó a la ciudad calabresa de Locri como parte del primer contingente de 51 médicos que arribaron a este enero, explicó su sorpresa al saber que viajaría a Europa como parte de la misión. “Fue una sorpresa para mí pensar que Italia tenía un problema sanitario. Ninguno de nosotros había estado nunca en Europa”, expuso la cubana, acostumbrada a que los destinos más comunes estén en África, Asia o América Latina.
Sin embargo, las autoridades del país reconocen que la llegada de los sanitarios supone un alivio temporal, pues en 2025 deberán regresar a la Isla. Para este mismo año, según los sindicatos italianos, una cuarta parte de los 102.000 médicos italianos que trabajan en sanidad pública estará en edad de jubilarse.
Con estas previsiones, el Gobierno de Italia se ha lanzado a negociar con profesionales de naciones menos “exigentes” que estén dispuestos a prestar sus servicios médicos. No solo es el caso de Cuba, sino también de la India, país que visitó el pasado marzo la primera ministra italiana Giorgia Meloni y donde firmó un memorando para la contratación de enfermeras y paramédicos.
Italia siempre se mantuvo reticente a contratar personal extranjero, afirma Reuters. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2019 el país contaba apenas con 0,9% de presencia de personal sanitario de países pertenecientes a ese organismo, en contraste con el 11,6% en Francia, el 13,1% en Alemania y el 30% en Reino Unido. Sin embargo, solo 107 médicos franceses y 317 alemanes trabajaban en Italia.
Durante la pandemia, cuando el país se enfrentó a la saturación de sus servicios de salud pública, el Gobierno suavizó las restricciones que solo permitían la contratación de médicos de la Unión Europea o que tuvieran residencia.
Según datos de la OCDE para 2021, al menos 11.358 médicos italianos trabajan en países miembros de esta organización
La situación se agrava cuando se tiene en cuenta que los salarios del sector médico en Italia (82.000 dólares anuales para un especialista) son considerablemente más bajos que en otros países cercanos y con economías de similar calibre como Francia (99.000), Reino Unido (156.000) o Alemania (172.000).
Entrevistado por Reuters, Lorenzo Grillo della Berta, encargado de sanidad en Morbegno, al norte de Milán, cuenta el caso de un hospital de apenas 15 camas que no podía abrir por falta de personal. “Es un lugar apartado y no se considera atractivo. Además, nada más cruzar la frontera te encuentras en Suiza, donde se gana más”. “Si aquí una enfermera gana 1.500 euros (al mes), en Suiza gana más del doble”, refirió.
Según datos de la OCDE para 2021, al menos 11.358 médicos italianos trabajan en países miembros de esta organización, de los que 1.644 están empleados en Francia y otros 1.408 en Alemania. Otros Estados no miembros, como Emiratos Árabes Unidos, también atraen la atención del personal italiano. Según el sindicato Nursing Up, este septiembre 550 enfermeras se inscribieron para ir a trabajar a Abu Dhabi, donde ganan cerca de 3.400 euros y tienen cubiertos los gastos de alojamiento y desplazamiento.
Además de los salarios poco competitivos, las infraestructuras defectuosas, las largas jornadas laborales y la burocracia, no solo disuaden a los sanitarios nacionales, sino que obstaculizan la llegada de extranjeros que busquen oportunidades en el sector. “En Italia se tarda un año o año y medio en homologar los títulos (internacionales). La gente se va por eso”, contó a la agencia Foad Aodi, responsable de la asociación italiana de médicos extranjeros.
Durante la pandemia, los gobernantes del país prometieron reinvertir con más fuerza en la salud pública. Sin embargo, con la disminución de los contagios las promesas quedaron en nada.
El Gobierno de Meloni informó que el gasto sanitario para 2023 será del 6,6% del producto interno bruto, 0,2% menos que el año anterior. Para el año que viene caerá incluso más, hasta 6,2%.
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