El grupo Interactivo, liderado por Roberto Carcassés, clausuró este sábado el festival CubaCultura, que desde hace nueve años tiene lugar en Trigueros, en la provincia española de Huelva. Su décima edición, inaugurada el 22 de agosto y dedicada a la música cubana, incluyó las actuaciones del cantautor Carlos Varela y del pianista Ernán López-Nussa, además de otras actividades, como la proyección del documental El mar en Madrid, del actor y director Vladimir Cruz, y la exposición colectiva Veo islas, integrada por 50 artistas plásticos cubanos.
Carcassés, junto a los cantantes William Vivanco y Melanie González, el bajista José Raúl Machado y el percusionista Inor Sotolongo, puso a bailar a casi toda la concurrencia. La explosión de jazz afrocubano, rumba y son en el jardín del Centro de Arte Harina de otro costal, al que anoche asistieron unas doscientas personas, contrastaba con el silencio y la iluminación leve del pueblo, cuyas casas, balcones y herrajes bien podían ser –salvo por su blanco inmaculado– los de un paisaje colonial en la Isla. No en vano muy cerca de aquí está Palos de la Frontera, de donde partieron los tres navíos rumbo, sin saberlo, al nuevo continente.
Algo de ese espíritu de encuentro respira CubaCultura, una iniciativa de la actriz cubana Laura de la Uz, su marido, el fotógrafo Héctor Garrido, originario de Huelva, y el matrimonio formado por el pintor Juan Manuel Seisdedos, nacido en Trigueros, y Lourdes Santos. El reconocido artista andaluz y su mujer ya eran catalizadores de la cultura en el municipio desde que en 2011 reconvirtieron una vieja fábrica de harina no solamente en su vivienda sino en el centro Harina de otro costal.
“Fue amor a primera vista”, cuenta a 14ymedio Laura de la Uz de cuando conoció a los amigos de su esposo. Enseguida se propusieron sacar adelante el festival. La idea inicial era traer a artistas cubanos para que actuaran con artistas españoles, algo que han conseguido a veces, refiere De la Uz, pero que es muy difícil de lograr por la imposibilidad de ensayar juntos previamente.
La actriz está sorprendida del crecimiento de CubaCultura, que cuando empezó, en 2014, solo ofrecía un concierto. “No nos lo creemos, porque nunca lo pensamos”. Poco a poco se fue robusteciendo en actuaciones y asistencia de público. A lo largo de estos años han participado, por ejemplo, los músicos Haydée Milanés, Kelvis Ochoa o Javier Ruibal, así como el escritor Leonardo Padura, que en 2022 pasó toda una semana en Trigueros.
Al principio, lo pagaban los cuatro socios. “Estuvimos más de tres años perdiendo dinero”, asegura De la Uz, hasta que con el tiempo empezaron a financiar el evento la Diputación de Huelva y el Ayuntamiento de Trigueros, patrocinadores hasta la fecha, como se aprecia en el cartel publicitario.
En él se consigna como organizadores a las empresas familiares Volumen Huelva (que gestiona Harina de otro costal) y ARTeHOTEL Calle2 (el hotel-boutique que tienen De la Uz y Garrido en La Habana, junto al Centro Fidel Castro, en pleno Vedado). Figurativamente, aparece también que “colaboran” la Embajada de Cuba en España y el Icaic (Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos).
“Nunca es suficiente, la verdad”, dice la actriz, “porque traer a estos grupos es muy difícil, pero lo hacemos por amor al arte, por amor a Cuba”. A la pregunta de qué le espera a la Isla, cuyo número de artistas mengua año con año por la emigración o el exilio, responde: “Yo no sé”. No parece que vaya a optar por esa vía, al menos por el momento. “No es fácil desarraigarse, ¿no? Es una decisión dura cuando tú nunca has pensado salir”.
Pilar Zúmel, fundadora del extinto bar Yemayá en Madrid y protagonista del documental de Vladimir Cruz, que ha estado atenta a la conversación, tercia: “También tienes que tener la oportunidad de hacer aquí algo, porque empezar aquí no es fácil”. Sabe de lo que habla. Su local, “más que un bar era como una casa” para todos los cubanos que llegaron a principios de este siglo a la capital española y se convirtió, como se destaca en una canción del músico Julio Fowler, en la “maqueta de la Isla en libertad”.
Era un lugar “muy inclusivo, muy tolerante, lo mismo venían los de Cuba, que los de Miami, que los de España”, refiere el propio Vladimir Cruz a 14ymedio.
El actor y director puso en orden todo el material “disperso” y “caótico” que había sobre el bar, a instancias de Zúmel, que no quería que todo aquello, que “significó muchísimo”, se perdiera. La cinta se estrenó el pasado diciembre, en el Festival Internacional de La Habana, y desde entonces la ha presentado en lugares pequeños como este de Trigueros.
Cruz, que reside en España desde que la película Fresa y chocolate, de Tomás Gutiérrez Alea, lo hizo célebre, dice que no tiene mucha relación con todos los artistas que han llegado a Madrid en los últimos años, aunque a veces sí los ve “de uno en uno”. “Faltan también puntos de encuentro, que fue lo que significó el Yemayá en su momento”, lamenta.
Sobre la situación actual de Cuba, dice: “Es un momento muy duro y no tengo la solución, si la tuviera… Yo lo que intento es hacer la mayor cantidad de cosas posibles y hacer bien mi trabajo, donde siempre está Cuba presente. El sufrimiento y la preocupación del pueblo cubano son también mi sufrimiento, e intento reflejarlo a través de lo mejor que sé hacer, que es mi trabajo. No soy un político, soy un artista. Hay que ser mejores en lo que hacemos para ser mejores cubanos y que eso al final ayude a ser una mejor Cuba”.
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