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A 'Granma' le duele la imagen que se da del régimen en la serie 'Los Farad'

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A 'Granma' le duele la imagen que se da del régimen en la serie 'Los Farad'
A 'Granma' le duele la imagen que se da del régimen en la serie 'Los Farad'

MIAMI, Estados Unidos. – En una crítica firmada por el comentarista cinematográfico Julio Martínez Molina y publicada en el órgano de propaganda oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), el diario Granma, se acusa a la serie española Los Farad de ofrecer una “lunática visión” sobre la participación del régimen cubano en la guerra de Angola. 

La serie, que se transmite en Amazon Prime Video y ha llegado a casi 190 países, está ambientada en los años 80 y sigue las peripecias del traficante de armas Leo Farad.

Martínez Molina asegura que, desde el segundo episodio, Los Farad retrata a Cuba con “un inmenso poderío militar” y sugiere una presencia cubana global similar a la de un imperio. También dice que la serie involucra un diálogo sobre el uso de napalm que insinúa que el Gobierno cubano buscaba emular las tácticas del ejército estadounidense en Vietnam, a pesar de que el Protocolo III de la Convención de Ginebra prohibió su uso en 1980.

El crítico señala cómo la serie desvirtúa la participación cubana en la guerra de Angola, especialmente en escenas que involucran al personaje de Henry, un alto cargo de la inteligencia cubana interpretado por Héctor Noas, y a la enfermera cubana por María Isabel Díaz, quien sugiere que los cubanos participaron en el conflicto solo por motivaciones económicas.

Granma señala que “es grimoso cómo se intenta desvirtuar una causa solidaria tan sagrada”, y concluye que Los Farad olvida, distorsiona y miente sobre la Operación Carlota, una misión que, según el diario, “permitió el fin del apartheid en Sudáfrica, obtener la paz de Angola y garantizar la independencia de Namibia, gracias al sacrificio de 300.000 cubanos”.

El rol de Cuba en la guerra de Angola

La intervención militar cubana en Angola, nombrada Carlota por el régimen, comenzó el 5 de noviembre de 1975. Ese día, un primer destacamento de 82 efectivos de las Tropas Especiales del Ministerio del Interior (MININT), vestidos de civil, volaron de La Habana a Luanda en un avión Bristol Britannia de Cubana de Aviación. Fidel Castro los despidió, con el mayor secreto, en el aeropuerto de Rancho Boyeros.

La misión del destacamento cubano y de los otros que enseguida lo siguieron era contener la incursión en territorio angolano de los ejércitos de Sudáfrica y Zaire y conseguir que las fuerzas del MPLA, y no las de sus rivales, la UNITA y el FNLA, se apoderaran de Luanda. 

Lo que pudo ser otra guerra civil en el continente africano, se convirtió en un conflicto de alcance internacional, donde la Unión Soviética y Cuba apoyaron al MPLA, mientras que Estados Unidos, Sudáfrica y China, en una rara concertación, favorecieron a la UNITA. 

Los cubanos, con sus victorias en Cabinda, al norte, y Quifandongo, al sur, consiguieron que los comunistas del MPLA instalaran su gobierno en Luanda, pero para apuntalarlo tuvieron que permanecer en Angola durante 15 años, sin lograr el control total del territorio angolano.  

Angola fue el equivalente para Cuba de lo que Vietnam fue para Estados Unidos o Afganistán para la Unión Soviética. Entre 1975 y 1990, 350.000 soldados cubanos pasaron por Angola, un país 11 veces mayor que Cuba y a 11.000 kilómetros de distancia. Un empeño militar de tal envergadura, como jamás había sido emprendido más allá de sus fronteras por un país del Tercer Mundo, fue posible gracias al control totalitario de la sociedad cubana por parte del régimen de Fidel Castro y al equipamiento logístico soviético.  

Para 1976, Cuba llegó a totalizar alrededor de 70.000 soldados en Angola. Luego de consolidado el régimen de Neto, la cifra se estabilizó en unos 40.000. 

En noviembre de 1987, la situación en Angola se deterioró dramáticamente con el fracaso de la ofensiva sobre el río Lomba y el avance de los sudafricanos en apoyo de la Unita. Fidel Castro, que dirigía desde La Habana todos los pormenores de la guerra, ordenó que las fuerzas cubanas y las de FAPLA consolidaran un bolsón de resistencia en Cuito Cuanavale.  

En los primeros días de diciembre de 1987, en la “Operación XXXI Aniversario de las FAR”, el Gobierno cubano envió a Angola 500 tanques, cientos de piezas de artillería y 50.000 soldados, lo que inclinó de forma drástica la correlación de fuerzas a favor de Cuba.

Según cifras oficiales cubanas, 2.655 cubanos murieron en Angola. Sus restos fueron repatriados a Cuba y sepultados en diciembre de 1989.

Miles de cubanos regresaron de Angola mutilados, con los nervios destrozados y víctimas de extrañas patologías, a un país que luego del derrumbe de la Unión Soviética, se adentraba en la peor crisis de su historia.

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