AREQUIPA, Perú. – En 1946, Winston Churchill, ex primer ministro británico, visitó a Cuba por segunda ocasión y recibió un trato distinguido mientras se hospedaba en el “Apartamento de la República” del Hotel Nacional.
A su llegada, Churchill, quien era conocido por su imagen de anciano bonachón y fumador de tabaco, saludó a la multitud en el aeropuerto de Rancho Boyeros con el gesto de la victoria.
Durante su estadía en la Isla, generó desafíos para el protocolo cubano por su desenfado hacia agendas y formalidades. Churchill tenía un horario irregular, se levantaba temprano y tomaba decisiones repentinas, como ordenar su partida en un día lluvioso. Disfrutaba de su tiempo libre jugando a las cartas y no tenía restricciones en comer, beber y fumar.
No obstante, su primera visita a la Isla se insertó en un escenario diferente. Fue en 1895, cuando era un joven oficial y buscaba experimentar la guerra por sí mismo durante el conflicto entre Cuba y España por la independencia.
En aquella oportunidad se unió a una expedición española en Sancti Spíritus, donde presenció la vida militar cubana y estuvo cerca de ser alcanzado por una bala en medio de un enfrentamiento.
Aunque simpatizaba con España, entendió que la guerra en Cuba llevaría a la ruina al ejército español enfrentado a un enemigo bien armado, especialmente con machetes.
Décadas más tarde, en su regreso a la Isla, Churchill pidió un paseo en un automóvil descapotado, ofrecido por el propietario de Partagás, y se destacó por pasar una tarde en el prostíbulo de Marina en la calle Colón. Asimismo, Pinar del Río lo distinguió con el título de Hijo Predilecto.
A lo largo de su vida Winston Churchill fue un destacado político, estadista y líder militar. Nació el 30 de noviembre de 1874, en Blenheim Palace, Woodstock, Reino Unido, y falleció el 24 de enero de 1965, en Londres.
Es recordado como uno de los más grandes líderes británicos y una figura clave en la historia del siglo XX. Su habilidad oratoria, coraje durante la guerra y su influencia en la política mundial lo convierten en una figura icónica. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1953 por sus escritos históricos y discursos.
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