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Viernes Santo en Cuba, sin bacalao y sin dulces

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Viernes Santo en Cuba, sin bacalao y sin dulces
Viernes Santo en Cuba, sin bacalao y sin dulces

SANTIAGO DE CUBA, Cuba – María Carmenate, a sus 65 años, recuerda con nostalgia como se vivía la Semana Santa en su casa natal, en especial el Viernes Santo. Ella comenta que si bien no entendía ciertas tradiciones, como la de no barrer para que los insectos no invadieran la vivienda, otras como comer dulce de frijol caballero y bacalao a la cubana, le fascinaban.

 “No éramos de los más fanáticos, pero crecimos creyendo en Dios. Por lo tanto, tratábamos de cumplir en lo que podíamos con las costumbres, por lo menos este día que recuerda la crucifixión y muerte de Jesucristo. Mi madre preparaba varios platos, boniatillo, pescado empanizado, pero nunca carne”.

“Era un ritual”, contó. “Pienso en eso y se me hace un nudo en la garganta por ver como todo eso se ha perdido”, lamentó la señora, residente en Gasómetro, Santiago de Cuba.

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Para la mayoría de los cubanos, el Viernes Santo suele ser un día como cualquier otro, a no ser por el hecho de que es feriado. Sin embargo, las tipicidades culinarias asociadas a esta fecha son conocidas sobre todo por las personas mayores.

Esto se debe a que los más jóvenes se han formado bajo el régimen cubano, que durante años suprimió la Semana Santa, hecho que lógicamente ha influido en la falta de cultura sobre el tema. Por otra parte, la profunda crisis económica en la que han crecido, a muchos no les permite “conservar las tradiciones”.

“En Cuba, aunque suene ríspido, no hay tiempo para pensar en recetas especiales. Se debe comer lo que aparece. Hoy comerán pescados los que tienen una buena entrada de dinero, pero los que viven de un salario y son católicos o creen en Dios, tendrán que conformarse con arroz y frijol, si hay. Lo único que sí es fácil es no comer carne, porque también es cara”, dijo Reinier de 24 años a CubaNet, vecino de la misma barriada.

Yorgenis Matos, de 22, añadió: “Mire, yo no sé desde cuando no pruebo un pedacito de pescado, y vivo luchando el peso. El problema es que ahora mismo es un lujo que pocos se pueden dar. Yo lo siento, pero hoy comeré pollo, como casi todos los días, porque no tengo otra cosa”.

Aunque contradictorio, siendo Cuba una isla, la escasez de productos del mar en todo el territorio nacional, en mayor o menor medida, siempre ha existido. Por ende, los precios de pescados y mariscos superan el de otras carnes. En estos momentos, en Santiago de Cuba, una libra de pescado fresco oscila entre los 350 y los 500 pesos, pero si es en filetes, cuesta hasta 800.

Además, la misma porción de pulpo, langostas y camarones, puede llegar a costar 1.400, 1.500 y 1.800 respectivamente, cuando el salario medio equivale a 4.560 (o 13.7 dólares, al cambio actual). Por su parte, el bacalao, solo se consigue de importación, más menos a 1.000 pesos. Cabe destacar que el tipo de pescado no influye en el costo.

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Tiempo atrás, una cena típica y económica para Viernes Santo podría ser el arroz con huevo o con frijoles, pero dado que, en la provincia santiaguera, un huevo cuesta 100 pesos y una libra de frijol entre 350 a 500, tampoco es una opción asequible para muchos.

En cuanto a los postres, si bien el dulce de frijol caballero y el boniatilloson de las recetas más típicas en la jornada, existen otras, también muy cubanas pero muy caras, como es el caso de la galleta María con leche condensada. Cualquiera de estas variantes, excepto la última, lleva un denominador común que es el azúcar, un producto que ronda los 700 pesos el kilo en el mercado informal.

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Al respecto, este jueves CubaNet compartió la noticia de que santiagueros habrían tenido que usar guarapo de caña para endulzar las preparaciones.

Sin lugar a dudas, todas estas limitaciones económicas que afronta el pueblo cubano, han definido de una forma u otra su espiritualidad. Al respecto, el médico, católico y opositor santiaguero, Roberto Serrano, ofreció sus consideraciones.

“Desde que Fidel Castro llegó al poder satanizó y persiguió las religiones de forma despiadada, sobre todo la católica por ser, digo yo, la más contestataria. Luego, por presiones, el régimen se ha visto obligado a hacer algunas aperturas, pero la Iglesia continúa en su mira”, resaltó.

“Toda esa persecución, sumada a la pobreza extrema en la que vivimos, ha apartado de Dios a la mayoría, casi que a la fuerza. Con esto quiero dar a entender que, en Cuba, las condiciones están dadas para que las personas prefieran desistir de la fe. Es duro pero es la realidad”.

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