Las autoridades cubanas volvieron a perder este martes una oportunidad de oro para admitir ante los ciudadanos la profunda crisis en una de las áreas que más y mejor conocen: la Salud. La viceministra primera de Salud Pública (Minsap), Tania Margarita Cruz Hernández, y el viceministro para la asistencia médica, Reinol García Moreiro, se sentaron en la Mesa Redonda para alimentar un mito que se viene abajo ante la mirada de propios y ajenos, la fortaleza del Sistema Nacional de Salud (SNS).
“El Sistema Nacional de Salud cuenta con cerca de medio millón de trabajadores. (…) Este ejército de batas blancas forma parte importante del desarrollo de la política social del país, dirigida a la atención de cubanas y cubanos”, dijo la doctora Cruz, a sabiendas de que los datos de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (Onei) son rotundos. A finales de 2022, el país tenía 281.098 empleados como personal facultativo, 31.308 menos que el año anterior. El resto son trabajadores del SNS, pero no sanitarios.
La funcionaria aseguró, tras un largo preámbulo con cifras de médicos, consultorios y misiones internacionales, que la Isla se está recuperando del “impacto” de la pandemia, pero con dificultades. “El país atraviesa una situación financiera compleja, que sin dudas impacta negativamente en el sistema de Salud, lo cual se ve reflejado hoy en la asistencia médica, con déficits de un grupo de recursos materiales para los procesos. Este asunto es el centro de ocupación del Ministerio de Salud Pública”, afirmó.
“La salida de profesionales y técnicos hacia otras actividades económicas, también dentro y fuera del país, han afectado determinados servicios”
No solo los recursos materiales, sino los humanos, preocupan. “La salida de profesionales y técnicos hacia otras actividades económicas, también dentro y fuera del país, han afectado determinados servicios”, repuso, minimizando el “ejército de batas blancas”. Entre las soluciones propuestas, habló de autorizar, finalmente, el pluriempleo para sanitarios, que hasta ahora solo podían desarrollar labores de docencia junto con su trabajo en Salud Pública. Otro de los remedios es el de otorgarles un “reconocimiento moral” con el que difícilmente podrán pagar un cartón de huevos, pero que tampoco existe.
“Ahora están obligando a los médicos de familia, a pesar de que hay un déficit importante de sanitarios en la Atención Primaria, a trabajar en los hospitales. Y los amenazan con que, de no presentarse, perderán la oportunidad de participar en una misión en el extranjero, que es una forma de escapar un poco de la miseria”, cuenta Manuel, un médico habanero, a 14ymedio.
Según su testimonio, hay temor a que se haga extensiva al resto del país la medida que circula en un documento, sin confirmación oficial, de Salud Pública en Santiago de Cuba. En él, se advierte a los sanitarios de que se les ha indicado “disponer el reordenamiento” de los recursos humanos “mediante el traslado provisional o definitivo desde y hacia donde resulte conveniente e imprescindible”.
Según Manuel, cerca de 400 consultorios de la capital se encuentran sin médicos de familia. “Hay especialidades anémicas como pediatría, neonatología, medicina clínica, cirugía, atención intensiva, ginecología, anestesia. Para colmo, ya la falta de especialistas está tocando a dermatólogos, neurólogos clínicos y cardiólogos”, específica. “Nadie quiere trabajar por 20 dólares al mes en un país en el que una libra de frijoles cuesta dos dólares, una de arroz cuesta uno y un pomo de aceite ya alcanza los tres dólares”, lamenta.
La viceministra sostuvo este martes que el salario, la vivienda y el transporte de los trabajadores del sector son el centro de atención, “porque constituyen insatisfacciones de nuestros profesionales”, pero no avanzó otras medidas aparte del pago de las horas extras –que está por ver si se cumple–, la graduación de más de 13.000 profesionales, de los que 7.000 son médicos, y el ingreso de decenas de miles de estudiantes, de los que muchos se irán del país si no mejoran las condiciones laborales.
“Si la situación del país se sigue agravando, Salud Pública va a claudicar y no sé qué medidas desesperadas tomará el Ministerio. No dudo que pronto comiencen a amenazar a los médicos”
“Si la situación del país se sigue agravando, Salud Pública va a claudicar y no sé qué medidas desesperadas tomará el Ministerio. No dudo que pronto comiencen a amenazar a los médicos y al personal paramédico, para obligarlos a trabajar. No les quedará de otra”, considera Manuel.
Los funcionarios admitieron también en el programa televisivo de anoche que “existen problemas con los medios diagnósticos como ultrasonidos, rayos x o la endoscopía” y que las consultas y cirugías han caído, pero que “en Cuba no se va a cerrar ningún servicio de salud al pueblo”.
“En el Hospital William Soler de La Habana, hospital infantil y uno de los más importantes de Cuba, el servicio de anestesia está menguado, por lo que las operaciones electivas están muy limitadas”, explica Lourdes, una pediatra de la capital que describe a este diario cómo la falta crónica de insumos contribuye a mermar las fuerzas de los profesionales.
Según su testimonio, no se están realizado las pruebas BAAR, para detectar la tuberculosis activa, no existen reactivos para diagnosticar casos de sífilis, ni penicilina benzatínica, que es el medicamento que usualmente se utiliza para tratar esa enfermedad, muy peligrosa si no se mantienen bajo control. Las pruebas de diagnóstico precoz de cáncer cérvico-uterino, que se realizaban rutinariamente a partir de los 25 años están suspendidas en la capital y otras provincias, confirma Gloria, una ginecóloga consultada por 14ymedio que señala las restricciones. “En mi consulta todavía realizo citologías, pero es para casos puntuales en los que se estima que haya un peligro de cáncer. La atención como se hacía antes, cada cierto tiempo, hace más de un año que no se hace”, explica.
En la Mesa Redonda de este martes, el viceministro García Moreiro admitió que “el programa de atención de los pacientes con cáncer tiene desafíos diarios porque en ocasiones no se puede acceder a la primera línea de tratamientos y hay que adaptar protocolos”. Pero juzgó una buena noticia anunciar que se está “dando una respuesta importante a estas enfermedades con la medicina natural y tradicional”.
Pese a ello, el repaso realizado por los funcionarios no fue muy pesimista. Reconocieron falta de insumos para estomatología, espejuelos y un estado bastante precario de medicamentos, que “hoy está un 67,7% afectado, entre falta y baja cobertura”. Tampoco pareció preocupar en exceso el índice de mortalidad infantil, que se sitúa en 7,3, después de pregonar durante años tasas por debajo de 4,6 por cada mil nacidos vivos.
La buena noticia es que hubo 55 fallecidos menos que en 2022, cuando el dato era de 7,6. La mala, que hasta 2020, Cuba se había mantenido debajo de las 5 muertes por cada mil nacidos vivos
La buena noticia es que hubo 55 fallecidos menos que en 2022, cuando el dato era de 7,6. La mala, que hasta 2020, Cuba se había mantenido debajo de las 5 muertes por cada mil nacidos vivos, una tasa muy positiva para la región, que se ha hundido sin remedio.
Los funcionarios hablaron también del descenso de los nacimientos, la atención al adulto mayor y la cantidad de investigadores que ayudarán a la Isla a levantar cabeza en el sector que fue pilar del régimen, pero el sistema ha perdido dos de las cosas más importantes que tenía junto con sus profesionales, la financiación y la confianza de los usuarios.
En cuanto al primero, según las cuentas de 2022, en Salud y asistencia pública se invirtió el 2,1% del presupuesto del Estado (1.520 millones de pesos o 63,4 millones de dólares, al cambio de 24 por 1), lo que supone 16 veces menos que en los “servicios empresariales e inmobiliarios” (turismo), con el 33% de la inversión del pasado año (23.360 millones de pesos, casi 1.000 millones de dólares al cambio oficial).
Sobre el segundo, habla Ricardo, un vecino del municipio de Centro Habana que no ha logrado medir su presión tras visitar tres centros médicos esta semana. “La gente ya no va a los hospitales a menos que sea algo grave”, afirma. “Todos sabemos que en los hospitales no hay ni aspirinas para bajar una fiebre, así que la gente prefiere quedarse en su casa y resolver por sus medios”.
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