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Un grito de indignación recorrió la cola cuando una anciana no pudo pagar 20 pesos por un plátano

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Un grito de indignación recorrió la cola cuando una anciana no pudo pagar 20 pesos por un plátano

“No se lo voy a cobrar a ella, pero a ti sí”, respondió con sorna el dependiente a un joven

Juan Diego Rodríguez, La Habana |

Cola para comprar plátanos en el Parque Trillo, en La Habana, este sábado 2 de septiembre de 2023. (14ymedio)
Cola para comprar plátanos en el Parque Trillo, en La Habana, este sábado 2 de septiembre de 2023. (14ymedio)

“¡No se lo cobres!”, fue el grito que recorrió la cola la mañana de este sábado en el Parque Trillo de Centro Habana. Los clientes de una improvisada feria de productos agrícolas pidieron a uno de los vendedores que regalara un plátano a una anciana que, tras hacer la fila, había comprobado que no le alcanzaba el dinero para llevarse siquiera un ejemplar a casa. “No se lo voy a cobrar a ella, pero a ti sí”, respondió con sorna el dependiente a un joven.

Sobre la acera, desperdigadas en la hierba y todavía con la tierra pegada a la cáscara, las viandas que se ofertan en la feria han subido de precio como el resto de los alimentos en Cuba. Las ferias que una vez fueron la opción para los más pobres, ahora tienen la libra de malanga a 55 pesos, los plátanos machos a 35 y la cabeza de ajo, con dientes muy pequeños, a 20 cada una. Si el cliente quiere llevar una lata de salsa de tomate, tendrá que desembolsar 650 pesos.

“Antes uno cargaba las jabas en estas ferias pero ahora es una locura lo caro que está todo”, lamentaba un hombre que vio llegar desde temprano los camiones y pensó que podría hacer una compra bastante completa. “Al final solo me decidí por una barra de guayaba a 160 pesos, porque las viandas están por las nubes”, lamenta. “Tampoco hay mucha variedad, está bastante pobre la feria”.

Si el cliente quiere llevar una lata de salsa de tomate, tendrá que desembolsar 650 pesos. (14ymedio)

Los compradores habituales de estos mercados al aire libre, organizados fundamentalmente con mercancía proveniente de cooperativas y granjas estatales, son jubilados, familias con muy bajos recursos y también pícaros revendedores que adquieren a precios más baratos y luego ofertan los productos en las tarimas o carretillas particulares. Pero la inflación ha reducido el entusiasmo y recortado el número de interesados.

“No vale la pena venir desde lejos para ver qué sacan”, se quejaba una mujer que caminó desde el municipio de Cerro para “ser de las primeras en la cola” cuando los camiones descargaban su mercancía. La señora enumeró todos los alimentos que faltan y que, hace unos años “eran frecuentes en estas vendutas“. La cebolla brilla por su ausencia, “el boniato que siempre había ya no lo hay y la calabaza también está desaparecida”. Una anciana añadió otros ausentes: “el maíz ni soñarlo, la yuca parece que emigró y antes sacaban huevos pero ahora eso es un lujo”.

Mientras los adultos esperaban su turno para comprar, algunos adolescentes aprovecharon para conectarse a internet en la zona wifi del parque y los más pequeños corretearon alrededor de la escultura del general de la guerra de independencia Quintín Bandera. Apoyada en su base, la anciana a la que regalaron el plátano descansaba a la sombra antes de regresar a casa. Al menos por hoy no se fue con las manos vacías.

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