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Un gobierno de cinco días en la historia de Cuba

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Un gobierno de cinco días en la historia de Cuba
Un gobierno de cinco días en la historia de Cuba

LA HABANA, Cuba. – El 4 de septiembre de 1933, tras el derrocamiento y la huida del dictador Gerardo Machado, quedó oficialmente instituida la Comisión Ejecutiva del Gobierno Provisional de Cuba, conocida como Pentarquía. Dicha coalición, que sostuvo las riendas del país entre los días 5 y 10 de ese mismo mes, tuvo como miembros al periodista Sergio Carbó, a los abogados Porfirio Franca y José Miguel Irisarri, y a los profesores Ramón Grau San Martín y Guillermo Portela. 

La primera acción de la Pentarquía fue redactar una proclama que firmaron 18 civiles y el sargento Fulgencio Batista, único militar incluido en el llamado. Casi inmediatamente Sergio Carbó, sin consultar a las otras partes, ascendió a Batista al grado de coronel, decisión que generó malestar y desconfianza no solo entre sus pares, sino en diversas facciones políticas. 

Batista había liderado la Rebelión de los Sargentos, que puso fin al gobierno provisional de Carlos Manuel de Céspedes y Quesada (13 agosto-5 septiembre de 1933). A partir de entonces, el Ejército pasó a representar una fuerza decisiva ―y peligrosa― en la vida política de Cuba, guiado por el astuto coronel que sostendría las riendas de la gobernabilidad, con mayor o menor incidencia, durante los próximos 25 años.

Era tan convulso el panorama político cubano tras la caída de Machado, que el embajador estadounidense en la Isla, Sumner Welles, llegó a solicitar una intervención militar moderada para apoyar la restauración de Carlos Manuel de Céspedes y Quesada como presidente de la República. Sin embargo, el entonces presidente Franklin Delano Roosevelt se negó, en interés de que Estados Unidos mantuviera una estricta neutralidad, evitando cualquier acusación de injerencia. 

Incluso el Ejército intentó derrocar a la Pentarquía al entablar negociaciones secretas con el expresidente Céspedes. Ofreció restituirlo a cambio de que reafirmara la posición de Batista al frente de las Fuerzas Armadas y garantizara la seguridad de los participantes en el motín de los sargentos, a lo cual Céspedes se negó. 

Finalmente, la Pentarquía fue depuesta por el Directorio Estudiantil Universitario, siendo investido Ramón Grau San Martín como presidente del Gobierno de los Cien Días, otro mandato provisional que culminaría con su renuncia en enero de 1934.

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