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Taiwán: Lecciones que deja para la reconstrucción de Cuba

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Taiwán: Lecciones que deja para la reconstrucción de Cuba
Taiwán: Lecciones que deja para la reconstrucción de Cuba

SLP, México.- Taiwán ha emergido como una potencia económica notable en las últimas décadas, debido, fundamentalmente, a varios factores clave que han moldeado su desarrollo.

Desde finales de la década de 1940, Taiwán experimentó una serie de reformas económicas y políticas que facilitaron su crecimiento. Tras la guerra civil china, que culminó con la victoria del Partido Comunista de China (PCC) y la retirada del Kuomintang a Taiwán, donde estableció un gobierno separado conocido como la República de China (ROC), se implementaron políticas encaminadas a un crecimiento económico.

El gobierno de Chiang Kai-shek promovió la industrialización y reformas agrarias que redistribuyeron tierras a pequeños agricultores, lo que incrementó la producción agrícola y permitió a Taiwán convertirse en un importante exportador de productos como arroz y azúcar.

El camino a la industrialización

Con los ingresos generados por la agricultura, el país comenzó a industrializarse en los años 60. Se establecieron zonas económicas especiales para atraer inversiones extranjeras, lo que impulsó el crecimiento de industrias como la electrónica y el textil. Durante este período, Taiwán se convirtió en uno de los principales productores mundiales de calzado y textiles.

En las décadas de 1960 y 1970, el crecimiento económico fue tan acelerado que llegó a conocerse como el “Milagro de Taiwán”, con un aumento del PIB de aproximadamente 8% anual. El desarrollo fue generado por las exportaciones y la industrialización.

Posteriormente, en la siguiente década, Taiwán comenzó a democratizarse, lo que también incidió en su economía. La liberalización económica permitió una mayor apertura al comercio internacional y atrajo inversiones extranjeras.

Un sitio en la industria global

Ya desde los años 90, la industria se ha desplazado hacia sectores tecnológicos avanzados, especialmente en electrónica, y el país ha llegado a convertirse en un líder mundial en la producción de chips semiconductores, vitales para la industria global.

Sus empresas también fabrican componentes cruciales, desde placas de circuitos impresos a avanzadas lentes para cámaras, y dirigen enormes operaciones de ensamblaje de dispositivos en China.

Esto ha creado un triángulo de interdependencia crítica entre Taiwán, China y Estados Unidos que se ha profundizado incluso cuando han aumentado las tensiones entre Taipei, Pekín y Washington.

Casi el 70% de los principales proveedores de Apple, que fabrican desde procesadores hasta carcasas, se encuentran en China (26%), Taiwán (23%) o Estados Unidos (18%).

Los componentes más valiosos, como los procesadores centrales, los módems 5G, los chips Wi-Fi y las lentes de las cámaras premium, son fabricados en Taiwán por empresas taiwanesas. En total, los proveedores de la isla representan casi el 36%, de la factura total de materiales de cada iPhone, según The Financial Times.

La situación geoestratégica de Taiwán la ubica en el centro de las cadenas mundiales de suministro y las rutas comerciales marítimas, al decir de Simona Grano, investigadora de la Universidad de Zúrich.

En 2020, a pesar de la pandemia, su economía creció un 3,5%.

Taiwán y China: el conficto

En este cuarto de siglo, Taiwán ha fortalecido sus relaciones comerciales con China, convirtiéndose en un importante proveedor de componentes electrónicos.

No obstante, las relaciones entre ambos son tensas y complejas. La ubicación geográfica de Taiwán, a solo 130 kilómetros de la costa china, es punto de conflicto. Controlar Taiwán permitiría a China consolidar su influencia en el Mar de China Meridional y aumentar su poderío naval, convirtiéndose en una superpotencia marítima.

Desde 1949, cuando los nacionalistas del Kuomintang se refugiaron en la isla tras ser derrotados por los comunistas, Taiwán ha funcionado como un estado autónomo, aunque Beijing considera a la isla como parte de su territorio. Esta percepción histórica alimenta las tensiones actuales, ya que el gobierno chino no tolera ningún intento de independencia por parte de Taiwán y ha prometido recuperar la isla por la fuerza si es necesario.

En territorio taiwanés ha habido un incremento en las incursiones de aviones militares chinos. En los últimos meses, se han registrado casi 150 incursiones en su Zona de Identificación de Defensa Aérea (ADIZ), lo que ha llevado a las autoridades taiwanesas a alertar sobre la posibilidad de una invasión china a gran escala para este 2025.

Debido a la presión al veto chino, Taiwán no está representada hoy en las Naciones Unidas. En 1971, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 2758, que reconoció al gobierno de la RPC como el único representante legítimo de China en la ONU y expulsó al representante de Taiwán. Desde entonces, la isla ha sido excluida formalmente de la organización.

La política de “Una China” –que niega la soberanía taiwanesa–, la presión diplomática ejercida por Pekín y la falta de consenso internacional sobre el estatus de Taiwán complejizan aún más su búsqueda de reconocimiento ante la ONU.

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