La Habana/El cartel de un azul impecable desentona con el entorno. Mientras a la habanera calzada del Cerro no le cabe más deterioro, la señal que indica que la tienda SuperMax se ubica a unos pocos metros parece pertenecer a una dimensión limpia y cuidada. La impresión que provoca ese contraste no está equivocada, el mercado mayorista de la cercana calle Auditor entre Falgueras y Santa Catalina es una burbuja de prosperidad en un barrio hundido en la miseria.
La fachada, también recién pintada, de la nave comercial lleva días avivando la curiosidad de los vecinos de una zona del Cerro donde hace tiempo “no se inaugura nada”, sentencia una vecina que añade que “todo ha ido muy rápido”, en alusión al proceso de renovación del viejo almacén. Aunque la mujer siente curiosidad por lo que ocurre tras los muros del local, para entrar se deben mostrar los documentos que acrediten al cliente como trabajador por cuenta propia.
“El único método de pago es por transferencia desde el exterior”, advierte un custodio que cierra el paso a los compradores despistados que creen que ha abierto un nuevo mercado en pesos cubanos en la barriada. En la puerta, dos guardias de seguridad, uno de ellos con la palabra inglesa Security bien visible sobre el pulóver negro, responden con monosílabos a quienes se acercan. Tras sus anchos hombros apenas es posible distinguir algunas cajas con queso gouda y tarimas con pescados congelados.
Este lunes, a las afueras de SuperMax varios carros aguardaban para cargar las mercancías, pero en general la calle frente al acceso principal no tiene el trasiego que se nota en otras tiendas de la capital cubana. La poca clientela podría estar marcada por la discreción con la que se ha manejado la apertura del mercado. Ningún anuncio en la prensa oficial, ninguna publicación en las redes sociales y los escasísimos detalles sobre el comercio son una señal de que no tiene necesidad de atraer a compradores.
Sin vidrieras ni ventanas, tampoco se pueden sacar muchas conclusiones de las mercancías que ofrece en su interior, pero lo que se alcanza a ver desde la puerta apunta a que el surtido principal se basa en alimentos procesados y congelados, muy probablemente incluya también insumos de aseo personal y doméstico, la oferta que repiten tanto las estatales tiendas en moneda libremente convertible (MLC) como las bodeguitas gestionadas por mipymes que salpican la geografía habanera.
Sin una página web en la que buscar más información, ni un teléfono al que llamar, SuperMax alimenta todo tipo de teorías en los residentes de los alrededores. Las apuestas van desde que es una firma totalmente extranjera con carta blanca para comerciar de forma mayorista en la Isla, hasta que pertenece a los militares cubanos que, a través de la corporación Cimex, terminarán abriendo sus puertas a todo aquel que tenga dólares en el bolsillo, como lo han hecho con el nuevo Supermercado 3ra y 70, en Miramar.
El de la calle Auditor tampoco es el único. Otro local de SuperMax se alza en la avenida del Puerto, próximo a la calle Hacendado, pero este todavía espera por ser inaugurado. “En dos o tres meses”, contesta un empleado que limpia las áreas exteriores cuando un hombre que pasa pregunta sobre la fecha de apertura. “¿Será en dólares?”, indaga el curioso que solo recibe una mirada enigmática como respuesta. El transeúnte apura el paso para evitar el sol y deja tras de sí la impecable fachada recién pintada de blanco y azul, como sacada de un universo paralelo donde todo está limpio y cuidado.