El curso escolar que comenzó este lunes en Cuba será el primero que siga el calendario ordinario tras las interrupciones y años académicos incompletos debidos la pandemia de covid-19. Sin embargo, pocos comienzos de clases se recuerdan tan penosos en la Isla. La escasez de libros, de uniformes y de profesores, unido al alto costo de los materiales, preocupa a padres y estudiantes.
“Que no haya libretas ni lápices ya era un problema… ¡pero que no haya libros! ¿Cómo se supone que estudien los niños en casa?”, lamenta María, una vecina de La Habana Vieja cuyos hijos no han podido recibir el material lectivo correspondiente. “Ni siquiera en los 90, cuando yo estudié, hubo este desastre”, expresa, refiriéndose a la crisis del Período Especial.
Conseguir los uniformes escolares también está siendo un problema. Una prima de María, cuyos hijos están en primaria, tuvo que acudir a un familiar en Miami para que comprara las prendas desde allá. “Es verdad que desde hace unos años hay sitios online que los venden de mucho mejor calidad que los de las tiendas estatales, pero es que ahora no hay otra opción posible”, lamenta la joven.
Yanelis, otra madre habanera, residente en el municipio de Diez de Octubre y con una hija en la secundaria, cuenta que el mayor problema en su centro escolar es la falta de docentes. “Se tienen que esperar que del municipio manden algún maestro que les dé español, porque la maestra que tenían otros años se fue”, dice.
“Que no haya libretas ni lápices ya era un problema… ¡pero que no haya libros! ¿Cómo se supone que estudien los niños en casa?”
Otra queja esta mañana, en la reunión de los padres con los profesores tras el matutino (la ceremonia diaria cargada de ideología y reivindicaciones políticas), era el calor que hay en las aulas. Yanelis reproduce lo que les respondió la maestra: “Bueno, eso es cosa de los papás, si quieren traer un ventilador viejito o cualquier cosa, eso es decisión de ustedes”.
Con más de 25 grados Celsius a la sombra y pocas ventanas, muchas aulas se convierten en verdaderos hornos donde resulta imposible impartir una asignatura si no se cuenta con un dispositivo que refresque. Los ventiladores apenas asoman en las cifras de inversiones oficiales, pero resultan vitales en el día a día.
Por lo demás, asegura la mujer, “el material de estudios está completo, cinco libretas a los alumnos de séptimo grado y seis a los de octavo y noveno, y dicen que los libros, aunque están usados, están buenos”, , algo que diferencia algunos municipios habaneros de lo que ocurre en provincia, donde la escasez es la norma. Según le explicaron también, “esos libros nada más van a usarlos unas semanas. A final de mes van a cambiar los libros por unos nuevos, porque van a empezar un sistema de estudio diferente, que le llaman ‘perfeccionamiento'”.
Así será, prosigue, para los estudiantes de primero, cuarto y séptimo, “porque cambiaron la planificación de esos cursos”. Yanelis se refiere a algo que explicó, con el habitual cripticismo oficial, la ministra de Educación, Naima Ariadne Trujillo, en el programa Mesa Redonda el pasado martes. “Nosotros decimos que el sistema educativo siempre está en perfeccionamiento por sus características, por su carácter contextual y socio histórico. Se pudo enfrentar de una manera más favorable y en posición de éxito todo lo que sucedió precisamente con respecto a la pandemia, pues, se pudo trabajar con más docentes en su preparación”, fueron las palabras de Trujillo.
La ministra, que en el mismo espacio advirtió de la escasez de libros y docentes, achacó las dificultades este lunes, durante el acto oficial de inicio de curso, a la “compleja realidad internacional” y al “recrudecimiento” de las sanciones estadounidenses contra Cuba. Al mismo tiempo y pese a todo, aseguró que hay “muchas razones” para que el país “hoy esté de fiesta”.
De igual manera, mencionó los “problemas con la cobertura docente”, aunque sin mencionar al éxodo sin precedentes que sufre la Isla desde hace dos años
En la misma línea, el mandatario Miguel Díaz-Canel tuiteó: “El día feliz ya llegó. Vuelta a las aulas, a las clases, a los amigos, a la certeza de que valen todos los esfuerzos y sacrificios para ver el futuro llenándose de luz. Felicidades, Cuba, porque, cueste lo que cueste, todas tus escuelas siguen abiertas”.
En la Mesa Redonda, la ministra había reconocido que las clases para 1,7 millones de alumnos de entre 5 y 17 años no arrancarían en las mejores condiciones. Así, aseguró Trujillo que estarían garantizadas las “libretas, cuadernos y lápices” aunque el semestre sería “ajustado” y que se buscarían “alternativas para solventar la insuficiencia de libros de texto”. De igual manera, mencionó los “problemas con la cobertura docente”, aunque sin mencionar al éxodo sin precedentes que sufre la Isla desde hace dos años, de jóvenes y profesionales en gran medida.
Las provincias más afectadas por la falta de maestros son, detalló la ministra, La Habana, Artemisa, Mayabeque, Sancti Spíritus, Camagüey y Ciego de Ávila. “En el Oriente existe una situación mucho más favorable que en las provincias del Centro y Occidente”, precisó. “De hecho, las provincias orientales se han convertido en territorios emisores de profesionales hacia el resto de las provincias”.
Para solucionar la escasez de personal, Trujillo dijo que emplearían “todas las variantes de contratación”, como contratos por hora, “carga adicional a un directivo profesional” o acudir a los “contingentes” Educando por Amor de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU).
Por otra parte, la enorme carga económica por el alto costo de los materiales es algo que ya sufren casi todas las familias. En Ciego de Ávila, Yeisi tuvo que comprar los libros y los cuadernos para sus hijos porque, cuenta, “no entraron completos. Iban a repartir lo que había, en muy mal estado, a uno por cabeza”.
“Por curiosidad me he detenido a hacer cálculos de lo que cuesta ataviar a un niño para la escuela y he llegado a la cifra de 30.000 (¡treinta mil pesos!), sin meterme en el tema de meriendas y refuerzos para el almuerzo”, expuso en redes la usuaria María Padilla, quien continúa: “Esa cifra aumenta a medida que crecen nuestros niños. Criticamos a los ‘particulares’, pero el Estado es incapaz de proveer. Los niños cuyos padres no tienen solvencia económica se sienten excluidos, las burlas de los infantes son muy crueles y marcan de por vida. ¿Feliz regreso a clases? ¡No me parece!”.
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