MIAMI, Estados Unidos. – Si Nicolás Maduro dejara el poder en Venezuela, tendría que enfrentar múltiples consecuencias legales y políticas debido a las numerosas acusaciones en su contra.
La Corte Penal Internacional (CPI) lo investiga por crímenes contra la humanidad, según ha documentado la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU). Un informe reciente de esta oficina menciona el “alarmante aumento en las desapariciones forzadas antes de las elecciones presidenciales en Venezuela”.
La situación en Venezuela bajo el régimen chavista ha sido denunciada repetidamente por la ONU, que describe cómo el gobierno tortura, desaparece, secuestra y asesina a los venezolanos que se oponen a la dictadura.
Maduro debe saber que, si somete a elecciones plenamente justas, como reclaman la oposición y los observadores internacionales, su destino probable sería la cárcel, la extradición o el exilio. Y, en ese caso, es posible que optara por exiliarse en Cuba, cuyo régimen ha sido el principal mentor del chavismo. La Habana, además, difícilmente impondría algún reparo para acoger al dictador, al que ha calificado de “hermano”.
Sin embargo, Maduro ha perseverado y optado por mantenerse en el poder mediante el fraude electoral para evitar cualquiera de estos destinos.
La amenaza de extradición es particularmente relevante debido a las acusaciones de narcotráfico que enfrenta el gobernante venezolano. La Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York lo acusa de ser uno de los líderes del Cartel de los Soles, en complicidad con la cúpula militar venezolana y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
Geoffrey Berman, fiscal que sigue el caso, afirmó que desde 1999 hasta 2020, Maduro y otros “participaron en una conspiración narcoterrorista corrupta y violenta”. La cabeza de Maduro tiene un precio: 15 millones de dólares, ofrecidos por la DEA.
No es sorprendente, entonces, que los resultados de las elecciones en Venezuela hayan sido los que fueron este domingo. Y esto, sin decir todavía que Maduro controla la Comisión Nacional Electoral (CNE) a través de la figura de Elvis Amoroso, fidelísimo al chavismo.
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