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Prensa independiente, el orgullo de ser el “enemigo”

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Prensa independiente, el orgullo de ser el “enemigo”
Prensa independiente, el orgullo de ser el “enemigo”

LA HABANA, Cuba. – Cuando en un país los límites y reglas del ejercicio periodístico son establecidos por la Policía política o por un partido político y no por el propia práctica ética y profesional del periodismo, entonces no hay libertad de prensa, y ya con la ausencia de esta se da por segura la falta de todas las otras libertades que obligatoriamente debieran definir a un sistema democrático. 

Es que la sola existencia de ese engendro de la perversidad que llamamos “policía política”, es decir, una entidad represora que actúa por encima de la ley (o que la manipula a su antojo) persiguiendo y castigando el pensamiento y la acción disidentes, confrontativos, cuestionadores, antitotalitarios, ya es razón suficiente para suponer que la libertad de prensa si no está ausente, extinta, al menos se encuentra en peligro de muerte.

Pero es que siendo la sed de información y la búsqueda de la verdad necesidades propias del ser humano, pilares del desarrollo de su inteligencia, la muerte de la práctica del periodismo no es posible sino porque esta termine siendo asesinada por esas fuerzas políticas e ideológicas que, guiadas y engrosadas por la mediocridad y los egoísmos, ven a su peor enemigo en la inteligencia humana, en el pensamiento, precisamente porque estos no tienen otro modo de mostrarse en plenitud si no es confrontando, cuestionando, poniendo en duda absolutamente todo, y todo el tiempo. 

Más allá de lo plural, diverso y libre, no hay pensamiento en lo limitado, en la censura, en la prohibición y en el prejuicio. Lo demás que, plegado a la ciega obediencia y a los fanatismos, pareciera serlo, en realidad se distancia abismalmente de lo mejor del ser humano. 

De igual modo no hay otro periodismo (no puede haberlo y que lo podamos llamar como tal) que no sea el molesto, inquietante, arriesgado, temerario, desobediente y desprejuiciado puesto que, antes de convertirse en oficio, antes de alcanzar su “moderna” dimensión como “prensa”, como “medio”, estuvo y continúa estando naturalmente articulado al pensamiento, a la más genuina inteligencia humana. 

De modo que cuando la Policía política (siendo la más fiel representación de las fuerzas enemigas del pensamiento y la inteligencia del ser humano) intenta establecer los límites y reglas del periodismo (sin las cualidades ni conocimientos suficientes para ejercerlo o valorarlo) no solo se ve escandalosamente ridícula, fuera de lugar, invadiendo espacios que no le corresponden sino que no está haciendo otra cosa que intentando aniquilar un oficio y una práctica que necesita de libertad para realizarse plenamente. Y la libertad es algo que los regímenes totalitarios no pueden otorgar, en ninguna de sus tantas dimensiones. Ni siquiera a sus más fieles partidarios. 

Así, reacio a ceder libertades, todo aquello que un régimen totalitario quiera mostrarnos como “prensa” no lo es ni lo será jamás, siendo en realidad apenas una pieza de sus medios de propaganda y por tanto de sus mecanismos de amedrentamiento psicológico. De igual modo, con el propósito de justificar la represión y mantener secuestradas las libertades, jamás reconocerá como prensa aquello que sí lo es y que, por tanto, automáticamente será agregado a la interminable lista de enemigos, aun cuando el medio o periodista no se consideren como tal.

Los ejemplos de lo anterior los pudiéramos buscar en las evoluciones (y hasta desapariciones) de algunos medios de prensa independientes que nacieron al “calor” del “deshielo”, incluso hasta con el visto bueno de la Policía política mientras trataron con “suavidad” o esquivaron algunos temas espinosos de la realidad cubana, sin embargo, cuando pensaron que habían ganado la libertad periodística como premio por su “buena conducta” y comenzaron a practicar el periodismo —es decir, ese que con clara vocación de servicio a la sociedad y no al poder político solo responde a la verdad—, entonces conocieron en carne propia el horror que antes habían negado. 

Por ingenuidad o conveniencia, olvidaron que para el régimen cubano un verdadero periodista siempre será el enemigo, así entonces justificará su aniquilación tachándolo de “mercenario”, de “traidor a la patria”, cuando en realidad brinda a esta un servicio invaluable con el simple acto de no dejar morir la libertad de prensa con la libertad de su ejercicio. Es decir, con la testarudez que el régimen castiga como desobediencia.

El periodista es el más peligroso enemigo porque no busca aniquilar física y violentamente al poder (que vería así la última oportunidad de convertirse en héroe) sino porque incansablemente buscará exponerlo desnudo ante los más incrédulos y, quizás lo más imperdonable, porque se apropia por la fuerza de una libertad que el poder totalitario no está dispuesto a darle sino como sucedáneo y privilegio de unos pocos (donde no se cuenta ningún periodista, aunque sí algunos voceros). 

Nunca estará de más recordar estas definiciones a la luz del más reciente atropello contra un joven periodista y activista. Son precisiones que, en los momentos de gran incertidumbre, de cansancio, de hartazgo, de miedo, de dudas, pudieran ayudarnos a nosotros mismos, periodistas y lectores (porque acudir a la prensa independiente para informarse puede ser igualmente un acto de rebeldía y de apropiación de la libertad negada), a recordar en todo momento por qué es necesaria la existencia de una prensa independiente en Cuba, independiente del poder y de partidos políticos, así como cuán vital es el apoyo material que pueda recibir, aun cuando en esas condiciones en que existe —puesto que no hay otro modo de existir— sean usadas por el régimen comunista para denigrarla y criminalizarla. 

La prensa independiente es el “enemigo” porque es un espacio de resistencia, de libertad y de pluralidad que, de vestigio en los años 60 hasta los 90 de una prensa libre paulatinamente aniquilada por las dictaduras que hemos padecido, ha pasado en los últimos años a convertirse en lo mejor del periodismo cubano de todos los tiempos y, por tanto, en la principal fuente de información de generaciones que, atiborradas de ideologías y fracasos, recién comienzan a distinguir entre la verdad y la mentira.   

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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