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Origami desde Hiroshima: la historia de Sadako Sasaki

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Origami desde Hiroshima: la historia de Sadako Sasaki
Origami desde Hiroshima: la historia de Sadako Sasaki

LA HABANA, Cuba. — El horror desatado por la explosión de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki dejó profundas huellas físicas y psicológicas, pero también testimonios de vida para evitar que la humanidad volviera a descuidar algo tan frágil y preciado como la paz. Entre las historias más conmovedoras figura la de Sadako Sasaki, una niña que estuvo expuesta al bombardeo cuando solo tenía dos años de edad.

La bomba explotó a poco más de un kilómetro de su casa; el impacto fue tal que la niña salió disparada por la ventana. Ella y su madre salieron ilesas, pero no pudieron escapar de la llamada “lluvia negra”: precipitaciones radioactivas provenientes de la explosión nuclear.

A los once años el cuello y las orejas de Sadako comenzaron a inflamarse y poco después le diagnosticaron leucemia maligna aguda de las glándulas linfáticas. En aquella época —diez años después de la bomba atómica— se observó un aumento de los casos de leucemia infantil y los médicos no tardaron en descubrir que ello se debía a los efectos de la radiación. 

Fue durante su larga estancia en el hospital que Sadako Sasaki conoció a otra niña, también enferma de cáncer, quien le enseñó a hacer origami y, además, le contó que quien fuera capaz de realizar mil grullas de papel, podría pedir cualquier deseo.

Como la niña tenía mucho tiempo libre, puso manos a la obra de inmediato. Pero el papel se le acababa rápidamente, de modo que terminó utilizando cualquier material que pudiera plegar, en especial los envoltorios de medicamentos y de los regalos que llevaban a otros pacientes. De vez en cuando, una amiga de la escuela le conseguía papel y así, mientras recibía tratamientos paliativos, Sadako hizo 1.400 grullas de origami que sus padres guardaron en casa.

Estando hospitalizada, la niña empeoró mucho. En la mañana del 25 de octubre de 1955, después de varios días de inapetencia, pidió té de arroz. Sus últimas palabras fueron: “está delicioso”. Sadako Sasaki murió rodeada por su familia y su historia trascendió las fronteras de Japón para convertirse en estandarte de los movimientos pacifistas.

En 1958, en el Parque de la Paz de Hiroshima, fue construida una estatua dedicada a ella. Miles de grullas, la mayoría realizadas por niños, son depositadas allí para honrar su hermosa y breve existencia, y recordarle al mundo que nada hay más importante y necesario que la paz.

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